Cien días con Trump, el viro a Latinoamérica en plena competencia con China

Cien días de Trump, el viro a Latinoamérica en plena competencia con China

* Los primeros 100 días del segundo mandato del presidente Donald Trump muestran notables cambios y prioridades para la Casa Blanca en su puja global con China. 

** ¿Podría resurgir el viejo “antiimperialismo” ante la cruzada de Trump por sus intereses?


Expediente Público / WASHINGTON

Las primeras 13 semanas del segundo mandato del presidente Donald Trump enfocan para América Latina el tema de la migración irregular, recuperar el control del canal de Panamá, imponer aranceles y tratar de frenar la presencia de China. 

Sin embargo, expertos coinciden que la acción más relevante hacia América Latina en estos primeros cien días es el recorte de recursos en la cooperación hacia una región diversa que pone a prueba el papel futuro de Washington en la región. 

Los analistas consultados por Expediente Público advierten que Estados Unidos se “deshace” de valiosos soportes construidos durante décadas para reforzar su poder hegemónico y dominar los grandes temas en el andamiaje internacional desde el estratégico bastión latinoamericano.

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El experto en seguridad Douglas Farah, del centro IBI Consultants en Washington, es enfático al señalar que el reajuste en las relaciones internacionales de EE. UU. con el Hemisferio Occidental está arrastrando los progresos e inversiones estratégicas clave construidas durante muchos años, y que en 100 días de mandato de Trump se diluyen ante la “pérdida de confianza”.  

“Yo diría que estamos en un momento muy frágil, Estados Unidos no tiene aliados firmes en la región, tal vez (Javier) Milei y (Nayib) Bukele, (presidentes de Argentina y El Salvador), pero más de eso no hay”. 

“Esta administración ha sido tan agresiva en su denuncia de todo lo que no sea Trump y demandado a todos para que se retiren de China; que va a invadir Panamá, entonces es un americanismo del siglo XIX que la gente ya no aguanta”, explica Farah. 

Latinoamérica: 100 días con balance negativo 

Los primeros 100 días de mandato como parámetro para medir el alcance de las relaciones de Estados Unidos con la región, Farah los califica como “un desastre para el hemisferio occidental”. 

La Casa Blanca reenfoca sus relaciones sólo en sus prioridades como la migración y con recortes draconianos a toda la cooperación con sus otrora socios regionales, así como en su aparato burocrático dentro de Estados Unidos. 

“Estados Unidos está comportándose como los bolivarianos (países aliados bajo el Socialismo del Siglo XXI liderado por Venezuela), tolerando el autoritarismo, no respeta el estado de Derecho, las deportaciones sin debido proceso; entonces estamos retomando lo que era el imperio de Estados Unidos”. 

“Pero la gran diferencia es que ahora la región tiene alternativas, China es una alternativa viable y en lugar de fortalecer la coalición en contra de su presencia estamos abriendo las puertas para que todos vayan a China, porque nadie quiere ser aliado de Estados Unidos”, apunta Farah.

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Encaminados a decidirse por EE. UU. o China

El experto Ryan Berg, director del Programa Américas en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) en Washington, explica a Expediente Público que Estados Unidos da pasos en su confrontación con China dentro de territorio latinoamericano. 

Irónicamente está presionando a los países de la región a tomar partido entre la potencia del norte o el gigante asiático, una posición que la mayoría de los países “se habían esforzado por evitar”. 

“La competencia entre Estados Unidos y China se está intensificando rápidamente, y creo que en un año o dos, los países podrían tener que decidir de qué lado están”, apunta Berg. 

Pero el momento es complejo –según este analista- pues el conjunto latinoamericano ha visto crecer la presencia china en las últimas décadas, la potencia asiática ha logrado ubicarse como el socio comercial número uno o dos de la gran mayoría de los países de la región. 

“Los profundos lazos comerciales (con China) han generado muchas otras formas de influencia, como la diplomática, la cultural, la interpersonal, la militar y la de seguridad”, advierte Berg. 

Por su parte el analista Michael Shifter del Centro para Estudios Latinoamericanos de Georgetown University, opina que no hay duda que China “ha ganado mucha presencia e influencia en Latinoamérica”, durante décadas, sobre todo en el cono sur. 

Shifter enfatiza que el proceso de penetración china es diferente y desigual en cada país, lo que plantea también respuestas de distinto calado ante la presión de la administración Trump. 

“Es importante anotar que cada país en la región es diferente con respecto a la naturaleza de su economía, su cercanía con los Estados Unidos o China, por su tamaño y otros factores”. 

“Panamá, por ejemplo, no tiene las opciones que tiene Brasil, en mantener y aún fortalecer su relacion con China y desarrollar sus lazos con otros socios al nivel global”, explica Shifter. 

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El Canal de Panamá en primer plano  

El Canal de Panamá en la cintura del continente americano surgió como punto de honor desde antes de la asunción de Donald Trump para su segundo mandato. 

En su discurso inaugural reclamó la vía como una obra “hecha por Estados Unidos para Estados Unidos” y entregada por el presidente Jimmy Carter al precio de “un dólar” bajo el tratado Torrijos-Carter, firmado en septiembre de 1977, para que a partir de 1999 Panamá manejara el canal bajo su soberanía, después de casi un siglo de control estadounidense. 

Trump reclamó que la construcción costó la vida a miles de estadounidenses que trabajaron en la obra y que “no se hizo para otro país”, en alusión a dos puertos controlados en el canal por una empresa ligada a China. 

Como consecuencia de aquellas palabras, una semana después el nuevo secretario de Estado, Marco Rubio, iniciaba su periplo internacional con una visita al país centroamericano donde dijo haber logrado importantes acuerdos con el Gobierno panameño para “frenar” la penetración de China. 

Para Shifter, no hay duda que Panamá, muy vinculado a la historia y economía de Estados Unidos tuvo que ceder “a la presión” y dar concesiones anunciadas en la misma visita de Rubio, al retirarse del programa chino de la Ruta de la Seda. 

Posteriormente la empresa CK Hutchison de Hong Kong inició un proceso para vender los contratos de los puertos Balboa y Cristóbal en el Pacífico y el Atlántico que Estados Unidos reclamaba que estaban bajo dominio chino y por ende de toda la infraestructura interoceánica, aunque Panamá controlara el canal.

El mes pasado el concesionario BlackRock acordó adquirir los dos puertos claves operados por la CK Hutchison por un monto de 22,800 millones de dólares, con lo que se transferiría el control a manos estadounidenses, pero frente al escrutinio público, incluyendo al ente antimonopolios de China, el acuerdo fue frenado. 

“Sin embargo, Panamá todavía mantiene control del Canal, lo cual es muy importante para el presidente Raúl Mulino y los panameños, muy orgullosos con razón, del buen manejo del Canal por muchos años, pero no está claro si el presidente Trump va a seguir insistiendo”, apunta Shifter. 

Y “está por verse hasta qué punto la administración Trump estaría dispuesto a castigar a otros países en Sudamérica que están más integrados con China”, apunta el analista. 

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Disputas de gigantes alejan discusión sobre derechos humanos y democracia 

Para Enrique Roig, director de políticas e iniciativas estratégicas de la Fundación Internacional Seattle, “no sorprende mucho” la posición que ha tomado la administración Trump sobre el papel que juega China en la región. 

Advierte que esto será una constante en todo el mandato. Lo que empezó en el Canal de Panamá se irá expandiendo a otros puntos de interés en el continente, al “ser un objetivo de la política de esta administración de disminuir la influencia que tiene China” en la región. 

No obstante, Roig advierte que mientras ese tema adquiere relevancia, otros nubarrones oscurecen el horizonte latinoamericano sobre todo con el tema de democracia y derechos humanos, las banderas con que Estados Unidos mantuvo durante décadas su autoridad en la región. 

Este experto que fungió como subsecretario adjunto del Departamento de Estado para Derechos Humanos durante la administración del presidente Joe Biden reconoce que hay “un silencio”, del Gobierno estadounidense en ese tema y que no hay duda que los informes de este año sobre derechos humanos tendrán un punto grave a la luz de los avances en la materia. 

El gran tema migratorio y los costos políticos 

El gran tema bandera de la administración Trump de cara a sus electores es sin duda el combate a la migración irregular. 

El experto en desarrollo y remesas Manuel Orozco, del centro de análisis Diálogo Interamericano comenta a Expediente Público que las líneas de acción como lograr deportaciones masivas, proteger la frontera, reducir las posibilidades de solicitar asilo y eliminar el derecho a ciudadanía por nacimiento, han entrado en una espiral de miedo. 

Trump creó “un clima de miedo en la población inmigrante, independientemente del estatus legal”, así también redujo drásticamente la llegada de nuevos migrantes a la frontera sur intentando entrar al país. 

La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP), más conocida como Patrulla Fronteriza, dijo que las detenciones de todo el mes de marzo de este año en la frontera sur “fueron menores que en los primeros dos días de marzo de 2024”.

Orozco opina que “más que un éxito la política migratoria asumió características más de exclusión y expulsión que de aplicar la ley”, a la vez ve un cambio en la opinión pública de EE. UU. que antes de la elección aprobaba la mano dura contra la inmigración, pero “está disminuyendo”. 

Los cambios en la política migratoria también tienen algún impacto directo en las remesas para los países de la región, apunta Orozco, que lleva recuentos pormenorizados del crecimiento de esas divisas que mantienen a flote gran parte de las economías centroamericanas con porcentajes del Producto Interno Bruto (PIB) sobre el 20% para la mayoría de los países del istmo.

Con la vista puesta en el comportamiento de las remesas durante el primer trimestre de este año, que coincide con los primeros 100 días de administración Trump, Orozco apunta a que el crecimiento de estos flujos de efectivo a la región mantendrá un crecimiento moderado de entre 4 y 5% respectivamente, con una desaceleración que podría mantenerse el resto del año. 

“El crecimiento del primer trimestre del año se relaciona fundamentalmente a un aumento en el promedio enviado de parte de inmigrantes de diferentes nacionalidades, algunas que pertenecen a grupos en riesgo de ser deportados”, apunta. 

La tendencia pone en relieve otra cuestión en cuanto a la sostenibilidad, pues el promedio enviado en este período equivale a un 20% del porcentaje de ingresos de los inmigrantes “frente a otras obligaciones que tienen, no le queda a estos mayor disponibilidad de dinero para enviar”, dice Orozco. 

Si los pronósticos de un bajón en la economía de EE. UU. -como una recesión- que castiga a la clase trabajadora con desempleo de hasta en 1%, se ha comprobado con anterioridad que conlleva a una reducción del 2.4% de envíos de remesas. 

“Este indicador ahora se pondera con el temor a la deportación que pueda generar enviar más dinero como método de precaución”, analiza Orozco.  

Para Michael Shifter, Donald Trump ha sabido utilizar su base antiemigrante que le valió para ganar la primera presidencia en 2016 y para volver a la Casa Blanca con su triunfo en noviembre de 2024. 

“Es el tema que más ha motivado su base política, la segunda vez con aún más fuerza. Tanto la retórica como las acciones sobre inmigración del segundo gobierno de Trump han sido más agresivas que el primero; también ha habido un cambio de opinión pública sobre el tema hacia una postura mucho más dura que antes”, apunta. 

La diplomacia mexicana para contener la presión de Trump 

Ryan Berg dice que entre líneas la administración Trump al tiempo que trabaja en “disuadir la inmigración ilegal como preocupación primordial” ve a América Latina como “prioritaria para la seguridad estadounidense”, al enmarcar el fenómeno migratorio que Trump ha vinculado con el tráfico de drogas como el fentanilo y las presiones para México. 

Los primeros 100 días de mandato de Donald Trump también han puesto de manifiesto el estilo de su vecino inmediato de cómo lidiar con el magnate para mantenerlo a raya con una variada batería de temas que van desde los migrantes, hasta la lucha contra las drogas y la presión por los aranceles a las exportaciones. 

México ha sacado su manual de la vieja escuela diplomática bajo el liderazgo de la presidenta Claudia Sheinbaum, consiguiendo réditos políticos dentro y fuera del país azteca. 

Michael Shifter, de Georgetown University, considera que la creciente popularidad de Sheinbaum, con un apoyo del 85% de los mexicanos, incluso de los sectores de oposición, según diversas casas encuestadoras, tienen su base “en su inteligente manejo de su relación con la tormenta que ha significado la administración Trump”. 

Francisco Abundis, de la encuestadora Parametría, que realizó uno de los más recientes estudios de opinión a nivel nacional en la federación mexicana ha dicho que “es un número que hay que explicar”, porque la presidenta inició su gestión con números de aceptación “muy favorables y no ha hecho sino subir, lo que es inusual” en la política mexicana. 

La mandataria mexicana ha capitalizado en aceptación del electorado “el shock de Trump”, lo que para Shifter ha despertado aún más los “sentimientos nacionalistas en México, al igual que Canadá, y la presidenta Sheinbaum ha sacado provecho político”. 

Sin embargo, para Ryan Berg, del CSIS, la presión del presidente Trump sobre la mandataria mexicana también ha hecho responder a México con más eficacia en temas estratégicos de la relación bilateral. 

“Estados Unidos ha utilizado la presión económica para incentivar una mayor acción mexicana, con gran éxito. En los primeros 100 días, Claudia Sheinbaum incautó 2,000 veces más de drogas que su predecesor AMLO (Andrés Manuel López Obrador), y en sus primeros seis meses, ha detenido a más criminales que AMLO durante toda su presidencia. A cambio, Trump ha hablado personalmente a favor de Sheinbaum y su incipiente relación con ella”, apunta Berg. 

Según este analista Sheinbaum “ha utilizado la presión estadounidense como herramienta para justificar un cambio muy necesario en la política de seguridad de México”, lo cual otros países de la región podrían aprender.

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Riesgo de acrecentar el sentimiento “antiimperialista” 

Los primeros 100 días de mandato de Donald Trump también pueden abonar a los sentimientos críticos hacia la primera potencia mundial con la que Estados Unidos ha tenido que bregar por décadas en Latinoamérica sobre todo en los entornos de izquierda. 

El analista Enrique Roig, de la Fundación Internacional Seattle, dice que es un riesgo para la administración Trump, al estirar tanto la presión a los países latinoamericanos con sus políticas unilaterales de imposición termine generando un efecto contrario hacia Washington. 

Roig pone como ejemplo los sentimientos despertados en Panamá sobre el Canal, así como en México, donde la población ha cerrado filas con sus gobiernos, para hacer un frente común ante las presiones del ejecutivo estadounidense. 

A la vez que los movimientos de vieja data en continente con discursos anti “imperialista” verían revalidar sus posturas ante una administración que funciona sólo en “qué puede ganar”. 

Para Douglas Farah las condiciones para acrecentar el rechazo a Estados Unidos se están dando de manera rápida, porque la misma administración desmantela todos los soportes que EE.UU. ha tejido para tener los apoyos a los intereses de Washington en el hemisferio.