* El centro de pensamiento Expediente Abierto monitoreó la campaña electoral de Honduras en redes sociales. Analizó 2,850 mensajes.
** El proceso electoral está dominado por la polarización, la desconfianza y la confrontación entre fuerzas políticas.
*** Expertos consultados por Expediente Público advierten los costos de narrativas que crean desinformación.
Yarely Madrid / Expediente Público
Las redes sociales han sido el principal campo de batalla de una guerra discursiva que enfrenta al oficialismo con la oposición, previo a las elecciones generales del 30 de noviembre en Honduras.
Un informe del centro de pensamiento centroamericano Expediente Abierto, titulado “La batalla de narrativas en el proceso electoral de Honduras 2025”, revela que la conversación digital está dominada por narrativas extremas, con una alta carga desinformación.
Estos debates son cortinas de humo que esconden detrás la falta de propuestas de los candidatos políticos y erosionan más la polarización y la desconfianza en el proceso electoral, según expertos consultados por Expediente Público.
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Dominio del oficialismo
Expediente Abierto realizó un monitoreo en las redes sociales X (antes Twitter), Facebook e Instagram entre el primero de agosto y el 21 de septiembre. Hizo un análisis estadístico más detallado de una muestra de 2,850 mensajes tomados de X.
El estudio reveló que la candidata oficialista del partido Libertad y Refundación (Libre), Rixi Moncada, fue la que más concentró menciones en X, con el 44% de los mensajes analizados.
De todas estas publicaciones que hicieron alusión a Moncada, el 78% manifestaron una valoración positiva; el 15% fue neutro y el 7% fue de rechazo. La investigación de Expediente Abierto alertó que el alto nivel de aceptación se debe a que existen muchas cuentas propagandísticas detrás de esos mensajes.
De su parte, Salvador Nasralla obtuvo un 31% de menciones. De estas, el 56% fue de aceptación; el 32%, de neutralidad; el 12%, de rechazo.
Por último, Nasry Asfura alcanzó el 24 % de menciones. Estos mensajes estuvieron divididos así: el 47% de aceptación; el 39%, de neutralidad; y el 14% de rechazo. Según el estudio, Asfura no solo fue candidato con menos menciones, sino también el que alcanzó menos porcentaje de valoraciones positivas.
La periodista e investigadora Thelma Mejía dijo a Expediente Público que las conclusiones de esta investigación se explican por el uso de recursos institucionales y digitales del partido en el poder.
“Se ve que hay todo un aparato oficial del partido y del gobierno a favor de la presidenciable y de sus acciones. Hay una guerra dentro del espacio digital por quién domina la narrativa”, afirmó Mejía.
Raúl Ortiz, investigador asociado de Expediente Abierto y autor del monitoreo, coincidió con la opinión de Mejía.
“Muchas de esas menciones son de cuentas propagandísticas y afines a Libre no son cuentas ciudadanas, sino cuentas con clara afinidad propagandística”, explicó a Expediente Público.
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Refundación y continuidad
El discurso de Libre y de su candidata gira en torno a la defensa de la “refundación” del país, destacando logros sociales y económicos del actual gobierno.
Esta narrativa busca justificar la continuidad del proyecto político y contrarrestar las constantes críticas sobre la gestión.
Según el monitoreo, en redes, etiquetas como #LaRefundaciónContinúa o #ConRixiAvanzamos reflejan la construcción de un relato que busca proyectar la victoria como un hecho consumado, reforzando la idea de que Libre es el único actor legítimo del cambio.
De acuerdo con Ortiz, estas narrativas no buscan necesariamente el voto, sino implantar una idea de realidad. “Lo que se busca es instalar la noción de que la victoria ya está asegurada”, indicó.
Otra narrativa es la de «Fascismo Bipartidista», que hace alusión a las dos fuerzas políticas que dominaron la presidencial en Honduras, el Partido Nacional y el Liberal.
Lo que busca es etiquetar a la oposición como corrupta y responsable del golpe de estado del 2009 contra el expresidente y esposo de la actual presidenta Xiomara Castro, Manuel Zelaya Rosales, afirmaron los expertos.
Narcoestado y Familión
En contraposición, las fuerzas opositoras —encabezadas por Salvador Nasralla y Nasry Asfura— impulsan una narrativa centrada en la denuncia del “narcoestado”, asociando al oficialismo con el crimen organizado.
Este debate nace desde que el cuñado de la presidenta Xiomara Castro, Carlos Zelaya, fue relacionado con narcotraficantes presos en Estados Unidos a través de un vídeo grabado en el 2013.
Mejía señala que esta retórica, aunque potente, también alimenta la polarización.
“Estamos frente a narrativas que buscan mantener la confrontación y la división. No ofrecen salidas ni propuestas creíbles, sino que se basan en el miedo y la desconfianza”, apuntó.
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La desinformación como estrategia
Una de las narrativas que permea el debate público se basa en cuestionar la legitimidad de las elecciones a través de etiquetas como #FraudeElectoral.
Mejía advierte que el consumo constante de mensajes extremistas erosiona la legitimidad institucional y desmotiva al votante.
“Estas narrativas buscan erosionar las instituciones y la democracia. El elector puede inhibirse y pensar ‘¿para qué votar si todo seguirá igual?’”, advirtió Mejía.
“No es un debate ciudadano, sino una competencia propagandística”, complementó Ortiz.
El Consejo Nacional Electoral (CNE) ha experimentado crisis internas y alta polarización entre sus consejeros, incluso llevando a la puesta de renuncia de la actual presidenta, Ana Paola Hall, que no se efectuó.
Esta situación ha dificultado el avance del cronograma electoral y ha debilitado la confianza en el ente electoral.
Entre la libertad y la responsabilidad
Consultada sobre la responsabilidad de las plataformas digitales, Mejía consideró que estas deben promover protocolos de ética y autorregulación, pero sin caer en la censura.
“Las redes deben ser espacios para el debate y la información confiable, no plataformas de odio. Su regulación no debe venir de leyes restrictivas, sino de mecanismos de autorregulación ética”, indicó.
Ortiz, en cambio, enfatizó la necesidad de transparencia. “No se trata de censurar, sino de identificar quién impulsa los mensajes. Saber si una cuenta pertenece a un usuario real, a un actor político o a un medio extranjero ayudaría a clarificar el debate”, respaldó.
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Cero propuestas, muchos relatos
A menos de dos meses de las elecciones generales del 30 de noviembre, Honduras enfrenta una contienda donde el discurso político ya no se define por la propuesta, sino por la capacidad de controlar el relato.
“El país está entrando a unas narrativas de desinformación muy fuertes y distractoras (…) los políticos se sienten cómodos insultando y denigrando, porque es más fácil que proponer soluciones”, concluyó Mejía.
La batalla por el poder se libra cada día más en X, entre etiquetas y bots, donde lo que está en juego no solo es la Presidencia de la República, sino la credibilidad misma de la democracia hondureña.
Honduras repite el patrón
Para Adrián Pino, director del Proyecto Desconfío de Argentina y especialista en desinformación, el caso hondureño “sigue el mismo guion de desinformación política observado en otros países de la región”.
“La desinformación ya no es solo una herramienta de campaña, sino una forma de gobierno emocional. Las narrativas buscan provocar miedo o esperanza, nunca reflexión”, señaló Pino.
El experto advirtió la peligrosidad de la guerra de narrativas: “Cuando la política se convierte en una batalla de hashtags, el voto informado se extingue y la democracia se convierte en un acto de fe digital”.