* En Honduras, Salvador Nasralla lidera la mayoría de las encuestas en su cuarto intento presidencial.
** El salto de la televisión a las redes sociales le resultó natural, en un país donde el 79% posee teléfono móvil.
*** Organizaciones feministas y de derechos humanos critican a Nasralla por su discurso conservador.
Expediente Público
A pocas semanas de acudir a las urnas, tres candidaturas presidenciales se debaten en un panorama político saturado de desconfianza. Entre ellas destaca un personaje carismático, extrovertido y mediático, un presentador de televisión que promete soluciones rápidas a los problemas del país y desterrar todo vestigio del «Socialismo del Siglo XXI».
Se trata de Salvador Alejandro César Nasralla, de 73 años, a quien la mayoría de las encuestas perfilan como el probable ganador de las elecciones generales del próximo 30 de noviembre. Su eventual triunfo supondría un giro radical en el rumbo político de Honduras, con el retorno de un gobierno de derecha tras cuatro años de una administración que se autodefine como progresista.
En su cuarto y quizás último intento presidencial, Nasralla ha modificado su estrategia política. Abandonó su propio partido, «Salvador de Honduras», para incorporarse al envejecido y fragmentado Partido Liberal, un histórico movimiento que hoy funciona como una plataforma abierta a figuras de distintas tendencias ideológicas.
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El Partido Liberal, que alcanzó el 10% de los votos en las elecciones de 2021, ha logrado revitalizar su imagen gracias a la incorporación del popular Nasralla y de disidentes del oficialista Libertad y Refundación (Libre). De esta alianza emergió una nueva fuerza electoral que hoy pareciera competir con cierta ventaja en las preferencias.
Según el Barómetro Electoral del Instituto de Justicia, que promedia nueve encuestas nacionales, Nasralla concentra un 32% de la intención de voto, seguido de Nasry Asfura (Partido Nacional) con 28% y Rixi Moncada (Libre) con 24%.
En contraste, la encuestadora CID-Gallup proyecta una contienda más cerrada, con Nasralla al frente (27%), apenas un punto por encima de Moncada y tres de Asfura, lo que anticipa un escenario impredecible.
Nasralla sostiene que «sólo un fraude» podría arrebatarle la victoria, evocando el polémico proceso de 2017, cuando encabezaba el recuento hasta que un supuesto «colapso» del sistema de transmisión de resultados terminó favoreciendo la reelección de Juan Orlando Hernández, luego sentenciado por narcotráfico en Estados Unidos.

De la televisión al ecosistema digital
Ingeniero industrial de profesión, Salvador Nasralla es un personaje que ha trascendido generaciones. Con más de 40 años en los medios, se forjó una reputación como animador, comentarista deportivo y conductor polémico. Su estilo frontal y su retórica moralista le han valido tanto admiración como rechazo.
Apodado «el señor de la televisión», es el rostro emblemático de programas como “Cinco Deportivo” y «X0 da dinero», donde mezclaba entretenimiento, crítica social y humor ácido. En este último formato, recorría ciudades del interior para interactuar con el público, regalar dinero y bienes de consumo, lo que le permite construir un vínculo emocional con sectores populares.
El estilo televisivo no está exento de críticas por la constante exposición de mujeres jóvenes como parte del espectáculo, generando rechazo por su sesgo sexista.
Como narrador deportivo, Nasralla es una voz inseparable de la historia del fútbol hondureño. Su relato en los partidos de la selección nacional lo convirtió en parte de la identidad colectiva, una vitrina para acercarse al electorado.
El cierre de la campaña coincidió con la fase final de las eliminatorias mundialistas, un contexto que el candidato liberal aprovechó para recorrer estadios, saludar a las multitudes y convertir la pasión futbolera en capital político.

El salto de la televisión al entorno digital le ha resultado natural. En un país donde el 79% de la población posee teléfono móvil, Nasralla ha trasladado su carisma mediático a las redes sociales, convirtiéndolas en el eje de su campaña.
Con un discurso breve, directo y emocional, ha logrado conectar con el electorado joven, su base más sólida, tomando en cuenta que, de acuerdo con el Registro Nacional de las Personas (RNP), más de 3.4 millones de votantes tienen entre 21 y 40 años. Esto es más de la mitad del electorado, compuesto por alrededor de 6.5 millones de sufragantes.
Su estrategia digital combina mensajes de alto impacto, denuncias virales y promesas segmentadas. Se apoya en valores familiares, referencias religiosas y un tono anticorrupción que refuerza su imagen de outsider.
«En carisma, Nasralla lleva ventaja gracias a sus años en televisión y a no estar involucrado en actos de corrupción. Su discurso anticorrupción genera simpatía en el electorado joven», comentó a Expediente Público Robert Marín, jefe de investigación de El Heraldo.
La analista política Lucila Funes agregó a este medio que «la propaganda liberal se apoya más en la figura de Nasralla que, en la estructura partidaria, su presencia en redes supera ampliamente a las de su propio partido».
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Las cifras digitales demuestran el análisis de Funes. En Facebook, el Partido Liberal cuenta con 96 mil seguidores frente a los 1.1 millones de Nasralla; en TikTok, 39 mil frente a 740 mil, y; en Instagram, 9 mil contra 263 mil.
«Sus cuentas personales le permiten un alcance masivo y lo conectan con públicos jóvenes y urbanos, con lo que encaja perfectamente en los sectores donde tiene mayor impacto», resumió Funes.
Un estilo a lo Trump, Milei y Bukele
Inspirado en figuras populistas como Donald Trump, Javier Milei y Nayib Bukele, Nasralla promueve un discurso de ruptura con el «viejo sistema», aunque sin alterar las bases del modelo económico neoliberal. Su lema «Vamos a recuperar Honduras», promueve una narrativa de orden, eficiencia y nacionalismo moral.
Frente al desgaste de los partidos que han gobernado el país, se presenta como una alternativa. «Honduras ya probó de todo: gobiernos militares, gobiernos tradicionales y ahora Libre. Lo único que falta es un gobierno de gente profesional, técnica y honesta, sin intereses políticos ni económicos personales por encima de los intereses nacionales», afirma Nasralla en su sitio web.
Su programa de gobierno privilegia la inmediatez. Promete resultados tangibles y sus mensajes se adaptan a cada público. En reuniones con cafetaleros ofrece una Mesa Nacional del Café y la eliminación de impuestos; en San Pedro Sula promete un sistema de metro; y en Tegucigalpa, un teleférico.
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Entre sus compromisos más firmes está replicar el modelo de seguridad salvadoreño, la erradicación de la extorsión y la reducción drástica de homicidios. También promete instalar la Comisión Internacional contra la Corrupción e Impunidad en Honduras (CICIH) con apoyo internacional.
También sugiere reducir el control del Poder Ejecutivo sobre los poderes Legislativo y Judicial, así como evitar la instrumentalización de la justicia para perseguir a los opositores.
Autoproclamado opositor al comunismo y al gobierno de Venezuela, anticipa un cambio drástico en la política exterior, alineándose con Estados Unidos, Israel, España, Japón y Corea del Sur.

A pesar de que el candidato liberal ha mostrado su admiración por Trump, el mandatario estadounidense recordó en sus redes, el pasado miércoles, que Nasralla se había presentado como designado presidencial en la candidatura de Xiomara Castro en los comicios de 2021 y dijo que ahora fingía ser anticomunista para evitar el triunfo de Asfura.
Nasralla le respondió en sus redes que, si llega a ganar las elecciones, restablecerá las relaciones con EE. UU. para convertirlo en su principal socio estratégico.
La cara conservadora del discurso
El discurso moral y religioso de Nasralla despierta inquietud en sectores feministas y de derechos humanos
«Un gobierno de Salvador Nasralla significaría un retroceso en la lucha por los derechos de las mujeres y la población LGBTI por su discurso fundamentalista y misógino», advirtió a Expediente Público Gilda Rivera, fundadora y coordinadora del Centro de Derechos de Mujeres (CDM).
Entre 2020 y febrero de 2025 se registraron 1579 femicidios, además de 55 asesinatos de mujeres lesbianas y 69 muertes violentas de personas trans en Honduras, según un informe de organizaciones feministas.
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Aunque Honduras eligió por primera vez a una mujer presidenta en 2021, los avances en equidad de género, salud sexual reproductiva y reconocimiento de los derechos de la diversidad sexual quedó muy por debajo de las expectativas del movimiento feminista.
Rivera teme que «esa situación podría agravarse en un eventual gobierno de Nasralla», especialmente por su alianza con grupos conservadores. En su campaña, el candidato ha prometido a líderes religiosos reintroducir clases de «moral, cívica y religión» en las escuelas.
Su rechazo al matrimonio igualitario y al aborto es categórico. «Dios nos dijo que un hombre se relaciona con una mujer y me sentiría mal con el matrimonio igualitario porque iría contra mis principios cristianos. También estoy en contra del aborto. Yo en mi casa crecí con una Biblia en cada esquina», expresó en una entrevista reciente.
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Un eventual gobierno libertario
La socióloga y analista política Isbela Orellana coincide en que un eventual gobierno de Nasralla sería «libertario más que liberal, al estilo de Milei, Bukele y otros políticos del continente».
Orellana afirmó a Expediente Público que con el candidato liberal hay riesgo real de «un retroceso político, económico y social para Honduras, con mayor influencia religiosa, fortalecimiento de la economía extractiva y deterioro de los derechos humanos».
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Sea cual sea el resultado del 30 de noviembre, Honduras enfrenta un futuro complejo. Se prevé que haya un Congreso fragmentado, que persista la crisis económica y que se acentúe la desconfianza hacia la clase política.