* La entrada del Partido Comunista Chino al istmo coincide con el repunte del autoritarismo, el debilitamiento institucional y de las estructuras de integración regional, coinciden expertos.
** Taiwán celebra este 10 de octubre su día nacional consolidándose como la mayor democracia en Asia, según The Economist.
Expediente Público
La apuesta centroamericana por China no cumple las expectativas. Peor aún, la apertura hacia el Partido Comunista Chino (PCCh) en un espacio de debilidades institucionales es un factor desestabilizador regional, coinciden expertos y exdiplomáticos consultados por Expediente Público.
El viejo aliado Taiwán, mientras tanto, se consolida como una democracia plena, la duodécima a nivel global y la primera en Asia, según The Economist, en el Índice de Democracia 2024. Además, el Índice de Libertad en el Mundo 2025 de Freedom House lo califica con un puntaje de 94 su 100.
Haciendo un balance de estas relaciones, los países del istmo deben evaluar qué es lo más beneficioso para su desarrollo a largo plazo y cómo equilibrar las relaciones con potencias globales, sin perder de vista sus principios democráticos y de derechos humanos, indicó a Expediente Público el exembajador hondureño en Taiwán Rafael Sierra.
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Por otra parte, “tal como a Vladimir Putin le sirve su agresión en Ucrania, a China le sirve penetrar políticamente las estructuras de integración de Centroamérica”, advirtió el analista salvadoreño Napoleón Campos.
También un exdiplomático nicaragüense en exilio manifestó preocupación ante la evidencia de que China, como Rusia, utiliza los contextos de debilidad institucional para avanzar con sus agendas.
Experiencias perdidas
Campos recordó que el principio de “una China dos sistemas” fue la estrategia para declarar a Hong Kong como Región Administrativa Especial, en 1997, mientras China se abría al mundo.
Curiosamente, en esa época, en Taiwán se daban procesos de democratización, se desmantelaba el discurso anticomunista y se consolidaban instituciones, mientras había un proceso de democratización paralelo en Centroamérica tras las guerras civiles.
Taiwán se convirtió en un aliado confiable, participando activamente en la región durante las grandes catástrofes de las últimas dos décadas, como el huracán Mitch que golpeó a Honduras y Nicaragua, agregó el analista.
En el caso de Honduras, la decisión de romper con Taiwán y alinear relaciones con China fue muy controvertida, pues todavía muchos hondureños ven con buenos ojos las relaciones con Taiwán, afirmó Sierra.
El gobierno de Xiomara Castro desconoció a Taiwán el 25 de marzo de 2023, después de 82 años de relaciones bilaterales. “Fue una decisión más ideológica”, comentó el exdiplomático.
Taiwán invirtió en varios sectores productivos en Honduras, incluyendo proyectos agrícolas como el cultivo de aguacate y melón. Sin embargo, tras la ruptura de relaciones en favor de China, muchos de estos proyectos y beneficios se perdieron.
En el caso del camarón, Honduras perdió un importante mercado, ya que China comenzó a ofrecer precios más bajos.
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“Los intereses y las intenciones de China son de conquista, por decirlo así, sobre las intenciones de un genuino apoyo de Taiwán”, evalúa Sierra.
Honduras perdió más
“Cuando fui embajador en Taiwán, Honduras exportaba unos 20 millones de dólares anuales, y dos años después las exportaciones se dispararon a más de 150 millones”, agregó el exdiplomático.
La colaboración en áreas como salud, tecnología y agricultura era significativa. Durante desastres naturales, Taiwán brindaba apoyo inmediato y generoso, mientras que China ofrece solo pequeñas sumas.
Además, Taiwán estaba dispuesto a compartir conocimiento y tecnología, como en los proyectos agrícolas de café y cerdo.
“China entra a Honduras prometiendo muchas cosas, un tratado de libre comercio que después de casi cuatro años todavía no está definido”, concluyó Sierra.
En 2024, Honduras exportó US$39.4 millones en productos a China, pero su déficit comercial fue de US$2,514 millones.
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China como factor desestabilizador regional
Más allá de los aspectos económicos, el analista salvadoreño Napoleón Campos enfatizó a Expediente Público que los gobiernos de la región debían entender desde el principio que, al abrir la puerta a China, en realidad estaban invitando al Partido Comunista que la gobierna y a su ejército que tiene control sobre las empresas de infraestructura.
A medida que se ha expandido la llamada «diplomacia del yen» por parte de China, se ha empezado a ver cómo esta influye directamente sobre gobiernos y sectores empresariales, como ocurre en Nicaragua y El Salvador.
Campos ve que China intensifica la relación con figuras políticas corruptas en la región para obtener propiedades estatales, concesiones mineras, y otras acciones denunciadas por gobiernos extranjeros, como el de EE. UU. bajo la administración de Donald Trump.
“La administración Trump adoptó un enfoque claro: no es un conflicto con China como civilización o cultura, sino con el Partido Comunista Chino que controla las grandes empresas del país, en conjunto con el Ejército Popular de Liberación”, afirmó Campos.
Empresas estatales chinas han conseguido vastas concesiones mineras de forma no transparente en países como Nicaragua o han impulsado obras con objetivos políticos en El Salvador, como los parques en el Puerto de La Libertad o el centro ferial sobre una reserva ambiental.
Taiwán, por su parte, siguió honrando su compromiso con la región, contrapuso Campos. Es el principal accionista extrarregional del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), superando incluso a varios países fundadores en apoyo financiero y técnico. Muchos proyectos regionales hoy funcionan gracias a fondos taiwaneses.

Sabotaje a integración regional
La creciente influencia de China en Centroamérica no solo ha desplazado a Taiwán como socio estratégico, sino que también ha servido para apuntalar regímenes autoritarios que encuentran en Pekín un aliado sin exigencias democráticas.
“El Partido Comunista Chino se siente más cómodo tratando con tiranos en Asia, África y América Latina. Les cuesta entenderse con democracias, sobre todo las subdesarrolladas como las nuestras. Figuras como Daniel Ortega y Nayib Bukele les sientan bien”, advierte Campos.
Esta cercanía con gobiernos autoritarios ha tenido efectos directos en el debilitamiento del sistema de integración regional. Nicaragua anunció en marzo de 2025 su salida de la Corte Centroamericana de Justicia —con sede en Managua—, dejándola inoperante.
Por su parte, El Salvador abandonó el Parlamento Centroamericano en julio del mismo año. Ambas decisiones se dieron en abierta violación de los tratados regionales.
El caso salvadoreño evidencia cómo esta relación con China ha sido utilizada con fines autoritarios. La ruptura con Taiwán en 2018, durante el gobierno del FMLN, respondió a motivos ideológicos, pero fue aprovechada por Bukele para consolidar su poder.
“El FMLN dejó grietas institucionales que Bukele transformó en heridas profundas, llevando a lo que yo llamo la metástasis del cáncer antidemocrático en Centroamérica”, concluye Campos.

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Ortega y el salvavidas chino
La ruptura de relaciones diplomáticas entre Nicaragua y Taiwán, y el posterior acercamiento del régimen Ortega-Murillo a China no fue una estrategia de desarrollo, sino una maniobra de supervivencia política, explicó a Expediente Público un exdiplomático nicaragüense que pidió el anonimato por razones de seguridad. “Aislado por sanciones internacionales y señalado por violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, el régimen buscó respaldo entre sus aliados autoritarios -Rusia, China e Irán- para obtener protección en organismos multilaterales y apoyo político frente a su creciente aislamiento”.
El exfuncionario recordó que antes de llegar al poder en 2007, Daniel Ortega mantenía una relación cercana con Taiwán, que incluía visitas de alto nivel y respaldo económico.
Sin embargo, tras reconocer en 2008 la independencia de Osetia del Sur y Abjasia, Ortega comenzó a alinearse con Moscú, consolidando un eje autoritario que años más tarde se ampliaría con el ingreso de China como socio estratégico.
La decisión de romper con Taiwán en 2021, explicó la fuente, coincidió con un momento de vulnerabilidad para Rusia, amenazada con perder su poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU por su invasión a Ucrania, lo que llevó a Managua a buscar la protección diplomática de Pekín.
La ruptura, concluyó, evidenció el costo político y moral del oportunismo diplomático en Centroamérica, donde los regímenes autoritarios ganan oxígeno a expensas de los valores democráticos.
Guatemala, lecciones del status quo
Campos señala que Guatemala ha sostenido una relación respetuosa con EE. UU., diferenciándose del resto de la región, pues mantenerse al lado de Taiwán le ha beneficiado en este sentido.

El gobierno de Bernardo Arévalo está en una posición privilegiada frente a Washington en una región tan dependiente económica y políticamente de Estados Unidos como socio o aliado estratégico.
“En contraste, observamos que China ha apostado por desnaturalizar las instituciones de integración regional, conscientes de que los principios democráticos del SICA (Sistema de la Integración Centroamericana) son incompatibles con sus intereses políticos y económicos”, expone Campos.
“De ahí que, al expulsar a Taiwán del Parlamento Centroamericano, se le haya sustituido de inmediato por representantes de la Asamblea Popular Nacional de China”, añadió.
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La génesis de la ruptura de Costa Rica con Taiwán no es completamente clara. El exdiplomático nicaragüense recordó que, durante una reunión de Naciones Unidas en una embajada de México, en 2005 o 2006, Costa Rica ya anunció que se estaba alineando con China.
Costa Rica rompió relaciones con Taiwán en 2007 y fue el primero en hacerlo en Centroamérica.
En ese momento, Taiwán no aceptaba los chips de Intel producidos en Costa Rica por la baja calidad que ofrecía, mientras que China continental se mostró dispuesta a adquirirlos, aunque no sin un tratado de libre comercio.
Este fue uno de los puntos clave que llevó a Costa Rica a romper con Taiwán y, en su lugar, establecer relaciones diplomáticas con China, pero no cumplieron su promesa y el tratado sirvió para elevar el déficit comercial del país, alrededor de US$24 mil millones en los últimos diez años.
Taiwán en la agenda regional
Durante la campaña electoral que se desarrolla en Honduras por las elecciones presidenciales de noviembre próximo, dos candidatos han planteado la posibilidad de reestablecer relaciones con Taiwán.
Sierra considera que esto depende de los compromisos que la actual administración de Xiomara Castro haya adquirido con China, así como de las circunstancias políticas y económicas que vayan surgiendo.
Sin embargo, muchos hondureños siguen considerando a Taiwán como un aliado cercano debido a la colaboración que ha brindado durante décadas.
En cuanto a la experiencia de Costa Rica y Nicaragua, la cooperación con Taiwán fue mucho más fructífera. Aunque Costa Rica firmó un Tratado de Libre Comercio con China, las expectativas no se cumplieron y el mercado costarricense apenas pudo competir con los productos chinos.
En Nicaragua, aunque las negociaciones para un Tratado de Libre Comercio con China finalmente se concretaron, las relaciones con Taiwán fueron más sostenibles y provechosas a lo largo del tiempo, consideró el exembajador.
Sierra concluye que estamos viendo una Centroamérica donde se da una lucha silenciosa pero profunda por el alma democrática de la región.