¿Qué debería hacer EE. UU. para deshacerse de China en Latinoamérica?

China gana terreno: qué puede hacer EE.UU. en Latinoamérica

* Mientras China amplía inversiones en Latinoamérica, expertos recomiendan que EE. UU. impulse cooperación, inversión privada y comunicación efectiva para fortalecer su relación con la región.

** Analistas señalan que la presión de EE. UU. sobre Latinoamérica no limita la influencia china y sugieren enfoque basado en alianzas y desarrollo sostenible.


Expediente Público / WASHINGTON

La presión de Estados Unidos hacia los países latinoamericanos para cerrar espacio a China, poco o nada ha contribuido para conseguirlo y menos para asegurar el posicionamiento de EE. UU. como socio estratégico único del continente. Así concuerdan Leland Lazarus y Guido Torres, expertos en seguridad y en la penetración de China en América Latina.

Expediente Público habló con ellos. Consideran que EE. UU. debería reenfocar su política hacia América Latina a través de la cooperación —que dio buenos resultados en décadas pasadas—, la inversión en seguridad, la acción de compañías privadas y el combate a la desinformación que promueve China.

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 Estados Unidos debe equilibrar

Los esfuerzos de Estados Unidos hacia los países latinoamericanos para equilibrar la presencia de China aún enfrentan desafíos para fortalecer su papel como socio estratégico. Así lo señala Leland Lazarus especialista en seguridad y relaciones estratégicas en la región.

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Por esta razón, afirmó que “Estados Unidos debe ser un mejor vocero cuando estamos hablando de las amenazas que conllevaría China”. Argumentó que una opinión directa de Washington se percibe como parcializada y de interés para mantener su hegemonía en el continente.

Para él, Estados Unidos debería trabajar para que la advertencia de los riesgos de estrechar una relación con China surja desde voces y liderazgos de los propios países, pues estos tienen mayor credibilidad.

Asimismo, alertó que la presión que ejerce la política exterior del presidente Trump en la región podría tener efectos adversos si no va acompañada de cooperación efectiva. «Estamos usando solamente palos y no zanahorias”, asegura.

Desde su perspectiva, la actual administración ha sobrecalentado dos temas alejados de las prioridades de los países latinoamericanos: la seguridad nacional y la migración ilegal.

Lecciones en corto tiempo

El 2025 inició en Estados Unidos con la asunción del presidente Trump para un segundo mandato. Desde el comienzo de su gestión ha tomado decisiones trascendentales que han tenido impacto en Latinoamérica.

Ordenó cortar de tajo la cooperación con el cierre de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Además, decidió poner sobre las cuerdas a Panamá por el control del canal interoceánico. A esto sumó la presión comercial sobre México, el vecino inmediato del sur por temas de combate a las drogas y migraciones, acciones que se han replicado a otros países.

Para Lazarus, estas acciones tienen el potencial de revivir traumas del pasado, sobre todo en el caso panameño. “Al oír que los Estados Unidos estaba amenazando con retomar el Canal surgieron los fantasmas viejos del imperialismo americano”, afirmó.

La presión a Panamá “ha perjudicado al presidente actual, José Raúl Mulino, que es un aliado muy cercano a los Estados Unidos, pero ahora sus oponentes políticos dentro de Panamá lo están pintando como un títere de los gringos, del Tío Sam”, opinó Lazarus.

Ataques de EE. UU. dan popularidad

A lo anterior se suma el más reciente choque con Brasil, castigado con aranceles de hasta el 50%, en represalia por el proceso judicial contra el expresidente Jair Bolsonaro, condenado a 27 años de prisión. La acción no cumplió el objetivo y ahora la relación bilateral se ha crispado y generado una reacción contraria a lo esperado por Washington.

El gobierno de Luiz Inácio Lula parece haberse fortalecido en cuanto al apoyo popular. La ciudadanía brasileña -según la encuestadora Genial /Quaest- acrecentó el apoyo al líder del Partido de los Trabajadores, y llegó a niveles de inicios de su gestión.

La encuesta Pulso Brasil del Instituto de Investigaciones Sociales, Políticas y Económicas (IPESPE) informó el 9 de octubre que Lula subió 7 puntos porcentuales de aprobación en dos meses, llegado al 50%.

El efecto ha sido similar en México. A medida que la administración Trump ha presionado al país azteca, la presidenta Claudia Sheinbaum ha conseguido más réditos con picos de aprobación de hasta el 85%. La mandataria cerró agosto de 2025 con una aprobación del 79%, según la encuesta de Enkoll.

Michael Shifter, del Centro para Estudios Latinoamericanos de Georgetown University dijo a Expediente Público que eso se debe en gran parte al “manejo inteligente (de la presidenta Sheinbaum) en su relación con la tormenta que ha significado la administración Trump”.

La cooperación de China no espera

Estos movimientos errados de EE. UU. en América Latina han surgido mientras China observa y mantiene su chequera diplomática abierta  para sus socios latinoamericanos, ofreciéndoles inversiones y reforzando su intercambio comercial.

Esas inversiones, según el centro de análisis Diálogo Interamericano, de Washington, provienen de un exclusivo grupo de empresas controladas por el Partido Comunista Chino y esconden trampas, pues apuntan a garantizar su cadena de suministros y obtener los recursos estratégicos para la industria china.

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Brasil es un ejemplo reciente de ese efecto. Mientras EE UU. riñe con el país sudamericano, la administración Lula apuesta por aumentar su intercambio con China.

Los réditos ya se cuentan por miles de millones. Brasil ya es el segundo país de destino de las inversiones chinas. En el primer semestre de este año, unos US$ 2,200 millones de inversión china han entrado al gigante sudamericano, según el China Global Investment Tracker, del American Enterprise Institute (AEI), un centro de investigaciones políticas con sede en Washington.

Los intereses del Partido Comunista

Guido Torres, director ejecutivo de la Iniciativa de Guerra Irregular (IWI, por sus siglas en inglés), afirmó a Expediente Público que para comprender la incursión de China en América Latina se tiene que ver más allá del comercio y la cooperación, e identificar las operaciones del Partido Comunista Chino.

Torres advierte que China avanza en el control de infraestructuras estratégicas como puertos, en el otorgamiento de préstamos predadores a gobiernos y en el establecimiento de contratos con cláusulas secretas.

Agrega la potencia asiática “se está posicionando para ejercer influencia” en los países latinoamericanos. Por ejemplo, apuesta por el Golfo de Fonseca, en Centroamérica, para instalar centros logísticos que le permitan controlar el comercio.

China se promociona como una alternativa

En mayo de este año al hospedar la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en Pekín, el presidente de China, Xi Jinping, advirtió que «la intimidación y la coerción solo conducen al aislamiento», en clara alusión a EE. UU, sin mencionarlo, y dijo que la apuesta de su país hacia Latinoamérica es clara.

Afirmó que China tiene una línea de acción distinta al unilateralismo y el proteccionismo que ha definido a la administración del presidente Trump.

Al inaugurar su mandato, Trump delineó una política exterior en la que la primera potencia mundial se regirá por el lema “Estados Unidos primero”.

En contraste, Xi dijo ante los mandatarios de Brasil, Chile y Colombia China aumentará sus importaciones de productos de alta calidad de países de América Latina y el Caribe e incentivará a sus empresas a expandir sus inversiones en esa región.

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Llamado al sector privado

Para Guido Torres, EE. UU. debe enfocar su apuesta a acrecentar la presencia del sector privado estadounidense en Latinoamérica, para cerrar espacios a la escalada china.

“La inversión del sector privado y las corporaciones estadounidenses es fundamental para asegurar y permitir que nuestros socios en la región tengan otras opciones y oportunidades”, apuntó Torres.

Agregó que EE. UU. debería reforzar la estrategia para hacer contrapeso a la desinformación promovida por China en la región, activando programas dirigidos a exponer las falsedades, sino también para identificar las metodologías y los efectos de la propaganda.

Reactivar la cooperación

Lazarus enfatizó que Estados Unidos debe trabajar con herramientas propias para reforzar las voces latinoamericanas que pongan en evidencia las implicaciones que hay detrás acuerdos con China, como la falta de transparencia en contratos o cláusulas secretas predadoras.

Recomendó que, a la vez, podrían activarse programas como la Cooperación de Financiamiento al Desarrollo (DFC, por sus siglas en inglés) para canalizar inversiones en los países latinoamericanos y así contrarrestar los proyectos que impulsa China en la región bajo la Franja y la Ruta.

La DFC dispone de marco legal y recursos para hacer financiamiento directo al desarrollo en los países.

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Una región de promesas

Lazarus advierte que Latinoamérica es mucho más que los problemas señalados por la administración Trump, como la migración, la inseguridad o el crimen organizado.

“También es una región de promesa, donde sí hay muchas oportunidades con respecto al comercio, la inversión. El 60% de todo el litio del mundo que muchos países necesitan para desarrollar sus vehículos eléctricos y para construir centros de datos están ahí”, señala.

Si a eso se suma otros minerales críticos, que se encuentran en abundancia en el continente, la región se torna muy atractiva. Por esto, Lazarus insta: “(Debemos) repensar la manera en que pensamos en América Latina. No es una región de problemas. Es una región de promesa. Y hay que aprovecharse de eso”.