Comunidad internacional se alinea en contra del Cartel de los Soles

Comunidad internacional se alinea en contra del Cartel de los Soles

* En medio de un creciente aislamiento, Nicolás Maduro intenta acudir a foros internacionales para ganar tiempo.

** Los antiguos aliados del chavismo, como China, Rusia, Cuba y Nicaragua, se han mostrado cautelosos ante la determinación del gobierno de Donald Trump.


Caracas / Especial para Expediente Público

El dictador venezolano Nicolás Maduro ve en los foros internacionales un posible salvavidas. Cuando se conoció el primer ataque de militares estadounidenses a una lancha, presumiblemente cargada con droga del Cartel de los Soles, el primero de septiembre, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) convocó a una reunión extraordinaria.

La iniciativa partió del gobierno de Gustavo Petro, un antiguo aliado de la dictadura venezolana, que para ese entonces ya había planteado incluso una articulación del ejército de su país con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, que sostiene al régimen de Caracas.

Sin embargo, diez de los 33 países que integran al multilateral no atendieron a la convocatoria urgente extendida por la Cancillería colombiana. Y cinco de los participantes no estuvieron de acuerdo con la propuesta de declaración, que manifestaba “preocupación” por el despliegue naval de EE. UU. en el Caribe.

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De hecho, de los 33 países de la región, 14 apoyan la intervención militar de EE. UU. contra el Cartel de los Soles, cinco la rechazan y cuatro tienen una posición incierta. A esto se suma la distancia con ese tema que han mostrado Rusia y China, los aliados más fuertes de Venezuela durante la dictadura.

Maduro y la Celac

De acuerdo con la internacionalista Elsa Cardozo, esta es una señal de la “cautela” que predomina en los países de Latinoamérica y el Caribe, cuando se trata de asuntos que podrían ser interpretados como un respaldo al régimen de Caracas, un gobierno que no cuenta con el reconocimiento formal de la mayoría de sus pares en la región.

El rechazo internacional al régimen de Maduro se evidenció tras la cuestionada elección presidencial del 28 de julio de 2024, y la posterior persecución al liderazgo opositor encabezado por María Corina Machado.

Maduro entendió que podría sacar algún provecho en la arena internacional a través de la Celac, un foro gestado en 2011 donde no se exige la aplicación de una cláusula democrática. Por esta razón, participan los regímenes dictatoriales de Cuba y Nicaragua, aliados del chavismo.

El 15 de septiembre de 2025, Caracas extendió una nueva convocatoria a los países miembros de este organismo, para participar en una conferencia “por la soberanía y la paz”.

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En conversación con Expediente Público, Cardozo descartó que esta iniciativa rinda el fruto esperado por el autócrata venezolano.

“Maduro está desesperado por tomarse una foto en grupo, para luego presentarla como una evidencia de apoyo, no solo ante la comunidad internacional sino también ante su propia audiencia interna”, afirmó.

Pero los hechos demuestran que el gobernante venezolano está en un ciclo de creciente aislamiento. Cardozo ve que varios factores se han alineado para que la comunidad internacional “dé la espalda” al dictador.

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No solo es el señalamiento de fraude electoral. Además, en medio de la persecución sin freno, el régimen venezolano ha detenido a personas de numerosos países. Según el Foro Penal, al 15 de septiembre, permanecían privados de libertad 89 extranjeros y ciudadanos con doble nacionalidad. 

Los incumplimientos a los acuerdos de Doha y Barbados se suman a lo que la experta en relaciones internacionales calificó como el “memorial de agravios” de Maduro hacia sus vecinos.  Estos acuerdos, entablados con la mediación del Reino de Noruega, garantizaban la realización de elecciones libres, el cese a la persecución política y el reconocimiento del liderazgo opositor.

Otros factores que obran contra Maduro son no haber impedido la expansión de las redes criminales como el Tren de Aragua, y haber propiciado una ola migratoria que, según la plataforma R4V, que monitorea la evolución de la diáspora venezolana, ya alcanza 6,9 millones de personas.

“Por otro lado, las relaciones de los países de la región con EE. UU. pesan mucho. El tema de las tarifas (arancelarias) ha ocasionado tensiones, y (los gobiernos) no quieren incrementarlas asumiendo un respaldo a Maduro”, afirmó.

Construir capacidad

La flota naval fue enviada por EE. UU. al Caribe con el propósito de combatir a los narcotraficantes y, en particular, de frenar el avance del Cartel de los Soles, una organización que ha sido designada por el gobierno de Donald Trump como de delincuencia organizada transnacional y de terrorismo global.

El Instituto de Inteligencia Estratégica de Miami, un centro de estudios conservador especializado en análisis geopolítico, emitió un informe el 18 de septiembre pasado, el cual indicó que el conflicto planteado por Washington está en una fase de “escalada”.

Para ese momento, se habían reportado tres de los cuatro ataques letales contra embarcaciones que presumiblemente trasladaban drogas. Igualmente, hubo una acción de registro a otra nave tripulada por venezolanos, que no dejó resultados por no haberse hallado ningún alijo. Según el régimen de Caracas, este allanamiento fue ejecutado en aguas venezolanas.

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El tanque de pensamiento, de tendencia republicana, recomendó continuar con el trabajo de interdicción, que apunta hacia una confrontación contra “la red terrorista alineada al Estado venezolano”.

Aunque el reporte también recomienda aplicar una “estrategia de coalición”, que abarque a Colombia, Francia, Países Bajos y otros aliados, lo cierto es que todavía las acciones están en una fase incipiente. 

Uno de los autores del referido reporte, el capitán de corbeta retirado de la Marina estadounidense Jesús Daniel Romero, indicó que en la actualidad los militares estadounidenses están “construyendo capacidades”.

Una parte de esa puesta en apresto se lleva a cabo a través de las maniobras Unitas, ejercicios de acción combinada que se realizan cada año en el Caribe, en las cuales participan las fuerzas navales de 25 países. Estas comenzaron el 15 de septiembre y finalizarán el 6 de octubre.

Una información divulgada por el Comando Sur de EE. UU., a través de su órgano de difusión Diálogo Américas, indica que el propósito de la actividad es “demostrar el empeño en la seguridad marítima, la respuesta a crisis y el valor compartido que une a las fuerzas participantes en la defensa de la libertad y la estabilidad global”.

Según Romero, el cometido del despliegue en el Caribe “es para bajar el flujo de drogas”.

“Pero la gente ha tomado la idea de que este contingente es para liberar a Venezuela. Otro objetivo puede ser atrapar o neutralizar a miembros del Cartel de los Soles. Ese objetivo se puede alcanzar en cualquier momento”, afirmó.

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Sin embargo, al lograr este propósito se podrían desencadenar reacciones indeseadas, como desatar una ola de violencia armada en el país suramericano, señaló Romero. Por eso, indicó, EE. UU. todavía no se plantea “segundos objetivos”, como sería propiciar un cambio de régimen en Venezuela.

Por otra parte, una operación en suelo venezolano tendría costos importantes en vidas y equipos norteamericanos.

“Llevar una operación militar de arresto o extracción sería muy peligrosa. Se perderían vidas de soldados, y todo esto tiene un costo político que ya lo está pagando (Trump)”, manifestó.

Chinos avanzan

Mientras la flota naval estadounidense patrulla el Caribe y participa en las maniobras Unitas, en Venezuela los chinos intentan aprovechar la crisis para solidificar su posición en la industria petrolera.

Luego de llegar a mínimos históricos de producción, gracias a la firma de los acuerdos de Barbados (octubre de 2023), Venezuela comenzó a incrementar tanto la extracción como las exportaciones de crudo, en buena medida porque Chevron y otras transnacionales como la italiana ENI, la española Repsol y la francesa Maurel & Prom obtuvieron las licencias para operar en el país, emitidas por el Departamento del Tesoro de EE. UU.

En 2023 la producción petrolera promedio fue de 750 mil barriles diarios. Y según la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), para agosto de este año, cerró en 936 mil barriles. Los voceros gubernamentales aseguran que se rebasó el millón de barriles, pero de ello no hay una confirmación por fuentes independientes.

En febrero de este año, la administración Trump no renovó la licencia a Chevron y las demás empresas foráneas.

De acuerdo con el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF), un tanque de pensamiento dedicado a monitorear la actividad económica en el país suramericano, uno de los impactos inmediatos de esta medida fue el desajuste de la paridad cambiaria. Chevron, indicó la OVF, se había constituido en una de las principales fuentes de la divisa estadounidense.

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Para el primero de marzo de 2025, el precio oficial del dólar -fijado por el Banco Central de Venezuela- era 64.48 bolívares. Y la paridad en el mercado libre estaba en 79.35 bolívares. Casi siete meses después, la divisa tiene un precio oficial de 165.51 bolívares, mientras que en el mercado libre se cotiza en 265.10 bolívares.

El incremento en el precio oficial en este lapso ha sido de 156.7%, y de 234 % en el mercado libre. Esto tiene un impacto inflacionario en un país donde las industrias dependen de los insumos y materiales importados para mantener su producción.

Ante la perspectiva de la profundización de la crisis económica, Maduro ofreció a los chinos las mayores facilidades para ocupar los espacios que abandonó Chevron. Esto sucedió en abril, durante una visita a Pekín de una comitiva gubernamental, encabezada por la vicepresidenta ejecutiva y ministra de Hidrocarburos, Delcy Rodríguez.

En junio, los técnicos chinos comenzaron a llegar al país suramericano, para hacer intervenciones puntuales en el complejo refinador de Cardón, ubicado en Falcón, al oeste de Caracas.

Según el secretario de Profesionales y Técnicos de la Federación Unitaria de Trabajadores Petroleros, Iván Freites, la comitiva del país asiático, perteneciente a la firma privada China Concord Resources Corp., inició el reclutamiento de personal “artesanal” como mecánicos, herreros y torneros.

Al ser consultado por Expediente Público, Freites señaló que las actividades de Concord coincidieron con denuncias por la desaparición de 34 empleados de la refinería supuestamente en manos de agentes de la Dirección de Contrainteligencia Militar. Por esta razón, señaló, los chinos tuvieron que suspender momentáneamente la búsqueda de personal.

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“Ellos (Concord) quieren agarrar todo, desde la producción de crudo hasta las bombas (estaciones de servicio). Pero todo eso se les ha caído”, afirmó.

En junio y julio, los chinos se erigieron en el principal y único destino de las exportaciones de crudo, que en ese momento superaban el medio millón de barriles por día en promedio.

A finales de julio, EE. UU. dio marcha atrás y entregó una nueva licencia a Chevron para operar en Venezuela. Sin embargo, el dólar no ha frenado su carrera alcista y los chinos mantienen su presencia en el país.

Según el representante de la organización civil Gente del Petróleo, Juan Fernández, uno de los factores que ha incidido en la poca efectividad de los asiáticos es la escasa experiencia de Concord en el mundo de los hidrocarburos.

“Este grupo Concord es privado y sin experiencia relacionada con el petróleo. Tiene alguna en minería y trading, pero no es una petrolera per se. Eso no priva a las compañías de trabajar. Pero hay que considerarlo. en las zonas donde hicieron contratos se requiere de cierta experiencia en el negocio”, advirtió.

Fernández (un exejecutivo de Pdvsa, la estatal petrolera venezolana) advirtió que tras Concord no solo hay capitales de Asia, sino también del Medio Oriente.

Fernández afirmó que, de ocurrir un cambio político en Venezuela, sería necesario revisar la legalidad de estos contratos. Aclaró, sin embargo, que para los chinos el mercado venezolano resulta “marginal”, pues el principal suplidor de crudo para ese país es Rusia.

La idea de que Venezuela tiene escasa significación para los intereses actuales del gobierno chino es compartida por el internacionalista Carlos Romero.

Según este experto y docente en Relaciones Internacionales, de ocurrir un conflicto armado en Venezuela los asiáticos no asumirían un rol activo.

En conversación con Expediente Público, indicó que Pekín ha entendido que Venezuela forma parte del área de influencia estadounidense.

“En este contexto, no hay que esperar una intervención directa de China a favor de Venezuela”, sostuvo.

Romero indicó que los rusos tendrían una actitud similar. Aunque Moscú se ha declarado “socio estratégico” de Maduro, de acuerdo con el internacionalista esto no pasa de ser una declaración de intenciones, que no se traduciría en respaldo activo, de llegar a producirse una intervención militar de EE. UU.