* El 2025 fue el año más violento de la historia reciente de Guatemala.
** Se registraron 3512 homicidios, alcanzando una tasa de 42 por cada cien mil habitantes.
*** El Ministerio de Gobernación reconoce el aumento de la violencia, pero sostiene que la percepción ciudadana con respecto a la inseguridad ha mejorado.
Marysabel Aldana / Expediente Público
Guatemala vuelve a colocarse en el mapa de las naciones con los índices de violencia más altos de la región, según el Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), una organización civil que analiza la seguridad ciudadana. Su último informe, presentado este 18 de diciembre, concluye que el país centroamericano atravesó un año de extrema crudeza, ya que alrededor de 10 personas murieron cada día por hechos violentos.
Mario Polanco, director del GAM, advirtió a Expediente Público que los patrones de violencia se están volviendo parte de la cotidianidad y que no hay respuestas estatales eficaces.
Las cifras recopiladas entre el 1 de enero y el 7 de diciembre de 2025 revelan 3,512 muertes violentas, lo que equivale al 42 por cada cien mil habitantes Es un récord en la historia reciente de Guatemala.
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Guatemala se desangra
En el 2020, hubo 1,332 muertes violentas, un número bajo, consecuencia del aislamiento de la pandemia del Covid-19.
Para el 2021, la cifra subió a 1,809. En 2022, se mantuvo el mismo nivel con 1,815. En 2023 se reportaron 1,908 víctimas y en 2024, hubo 2,814. Por esto, el 2025 es el año más violento.
Los cuerpos de socorro confirman esa realidad. De acuerdo con los Bomberos Municipales y Voluntarios, los ataques armados se han convertido en parte rutinaria de sus turnos.
En promedio, atienden once hechos armados cada día y en algunos incidentes llegan a trasladar hasta ocho personas heridas por arma de fuego, informó Hans Lemuz, portavoz de los Bomberos Voluntarios, a Expediente Público.
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“Ya no nos damos abasto. (…) Los fines de semana suelen ser los días más pesados y, aun así, entre semana los llamados no se detienen”, señaló Lemuz.

Un país que sangra todos los días
El informe del GAM resalta que la violencia no está concentrada únicamente en áreas urbanas, sino que se ha dispersado hacia zonas rurales donde, históricamente, los índices eran más bajos.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) señala que el 60% de las víctimas son hombres, una tendencia que se sostiene desde hace más de dos décadas.
Los meses con mayor número de homicidios en 2025 destacan con claridad. Julio, con 400 asesinatos, fue el mes más violento del año, seguido de agosto con 346 y junio con 345.
La ausencia del Estado
Analistas consultados por Expediente Público, coincidieron en que los homicidios y ataques armados reflejan fallas profundas en las instituciones responsables de garantizar la seguridad ciudadana.
Para el especialista en seguridad Manuel de León, Guatemala experimenta una paradoja peligrosa: mientras las cifras de homicidios se mantienen altas, la población “se ha acostumbrado a vivir rodeada de violencia”.
“Cuando la violencia se vuelve parte del paisaje, el ciudadano deja de reaccionar con la misma intensidad. Esto crea la falsa impresión de que la inseguridad disminuyó, cuando la realidad es que sigue siendo igual de dura”, sostuvo De León a Expediente Público.
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La investigadora Claudia López afirmó que los datos presentados por el GAM confirman una tendencia de larga data que ha incrementado en los últimos años.
¿Qué se necesita para frenar la violencia?
“Los picos de violencia no son nuevos, pero sí muestran un comportamiento cíclico que responde a disputas territoriales entre estructuras criminales. El Estado no ha logrado establecer una estrategia sostenida que garantice un descenso real de los homicidios”, manifestó a Expediente Público.
Agregó que, aunque cada administración promete una reestructuración del Ministerio de Gobernación o de la Policía Nacional Civil (PNC), pocas logran cambios significativos.
“La debilidad institucional no se corrige en un año ni en un período de gobierno; requiere voluntad, inversión y resultados medibles”, puntualizó.
De su parte, el experto en seguridad Rodolfo Vargas afirmó a Expediente Público: “Si un país mantiene cifras por encima de los 3,000 homicidios anuales, lo que tenemos es un Estado que ha perdido control territorial”.
Para Vargas, los cuerpos de socorro se han convertido en “la evidencia más clara del colapso preventivo”. “Son los primeros en llegar cuando todo ya pasó; la prevención se perdió hace mucho tiempo”, señaló.
Añadió que el aumento de ataques armados confirma que las armas ilegales siguen circulando sin control. “(Este) es el combustible principal que alimenta la violencia”, puntualizó.
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Mejoría en la percepción ciudadana
El Ministerio de Gobernación, por medio de su portavoz, Pablo Castillo, reconoció en entrevista con Expediente Público que las cifras “son alarmantes”, pero afirmó que la percepción ciudadana ha mejorado.
Según él, las encuestas internas muestran que parte de la población siente “cierta mejora” en comparación con años previos.
“La población se equivoca porque piensa que no estamos haciendo nada, pero este año graduamos más policías para que cuiden a la población y cambie la percepción”, comentó Castillo.
Falta estrategia del Estado
En la primera semana de diciembre, se registraron 108 homicidios. Los cuerpos de socorro han reportado noches especialmente violentas en distintas zonas de la capital y en municipios como Mixco, Villa Nueva, Escuintla y Chiquimula.
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El GAM subrayó que la violencia en Guatemala no disminuirá por sí sola y que requiere una estrategia de Estado a largo plazo, entre ellas, mejorar los salarios de los policías, darles capacitaciones para detener la violencia de calle, otorgarles armas que sepan utilizar. Mientras tanto, los números continúan subiendo y la vida cotidiana se adapta a esta realidad.
Guatemala, otra vez, enfrenta un cierre de año teñido de sangre y sin señales claras de que la violencia esté cerca de disminuir.