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Ecuador aprobó el TLC con China pese a la alerta de ambientalistas y empresarios 

* Expediente Público contrapone las posiciones de los ambientalistas de Ecuador que denuncian que con el TLC con China incentivará la pesca y explotación de especies amenazadas, y se abrirán las puertas a desechos y semillas transgénicas. 

**Representantes de la industria ecuatoriana sostienen que las protecciones incluidas en el TLC no son suficientes y prevén que sus actividades económicas se contraerán. 


Expediente Público

Ecuador, que apenas superó el déficit comercial y un préstamo que acabó monopolizando su petróleo por parte de China, aprobó un Tratado de Libre Comercio (TLC) con el régimen de Xi Jinping.

Los debates fueron intensos en la Asamblea Nacional ecuatoriana. Los legisladores que se oponían al TLC con China pidieron que la votación fuera inmediata, pues pensaban que no había las voluntades suficientes para aprobarlo.

Mientras tanto, el presidente de la Legislatura, Henry Kronfle, que apoyaba el acuerdo, recorrió los curules pidiendo los votos favorables. Se necesitaban al menos 70.

Las estrategias de Pekín se profundizan en el informe «China en Ecuador: recursos naturales, infraestructura y seguridad» del centro de pensamiento, Expediente Abierto.

Al final, en ese ambiente de incertidumbre, 76 asambleístas dieron paso al tratado, este 7 de febrero. 

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Pésimos antecedentes  

La aprobación del TLC llegó con pesar para un grupo de ambientalistas, que se manifestaba en los exteriores de la Legislatura luego de haber difundido durante varias semanas los posibles perjuicios del TLC.

Cecilia Cherres, integrante de Acción Ecológica, una de las organizaciones ecologistas más importantes de Ecuador, estaba entre ellos. Ella no encuentra justificación para blindar las inversiones chinas, que ya han tenido malos antecedentes en el país.  

“Ecuador viene de una experiencia podríamos decir nefasta con las inversiones chinas”, dijo Cherres a Expediente Público

La ambientalista citó como ejemplo la falta de consulta previa a las comunidades afectadas por proyectos petroleros, mineros y de construcción de infraestructuras; también casos de contaminación de agua, de violación de derechos laborales y de sobrecostos en contratos. 

TLC permite ecocidio 

“Hay artículos (del tratado) en donde se menciona que, si bien las medidas ambientales son importantes para precautelar la salud y la vida humana, animal y vegetal, estas no pueden constituirse en una restricción al comercio”, se queja Cherres. 

El colectivo afirma que el TLC flexibiliza de la responsabilidad social de las empresas chinas, incentiva la pesca y explotación de especies amenazadas, y abre la posibilidad de que China exporte desechos e introduzca semillas transgénicas a Ecuador.

A esto, Cherres agrega incentivos para hacer minería en el subsuelo marino.

“Es una actividad de altísimo impacto que provoca preocupación a nivel internacional”, advierte. 

Sectores en desventaja

La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador publicó un comunicado a vísperas del debate rechazando el tratado, argumentando que ponía en riesgo la soberanía alimentaria al abrir las puertas a productos chinos.

También grupos de empresarios mostraron preocupación por la entrada en vigor del TLC, que consideran que sus actividades quedaron desprotegidas en el acuerdo.

David Molina, director ejecutivo de la Cámara de Industria Automotriz del Ecuador (Cinae), hizo llegar su preocupación a los legisladores, previa a la aprobación del tratado.

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Manifestó que los vehículos chinos ya ocupan el 32% del mercado ecuatoriano, seguidos por los producidos en ensambladoras locales, que copan el 17%. China ha logrado dominar este sector, pese a que paga, por el momento, un arancel de entre el 35% y el 40%, subrayó el empresario.

El acuerdo establece que ese arancel se reducirá 2.6% cada año, durante los siguientes 15 años, refirió Molina y, por ello, su temor. Según sus proyecciones, China copará la mitad del mercado en el corto plazo.

Lo mismo sucedería en otros sectores.

Diva Durán, representante de Zaimella, una fabricante y comercializadora ecuatoriana de productos de higiene afirmó en la Legislatura que ha puesto decenas de denuncias, porque las empresas chinas han subvalorado los productos que ingresan a Ecuador, han violado derechos de propiedad intelectual y han incumplido con normativas sanitarias.

Agregó que con ello China pasado de copar el 19% al 39% del mercado en los tres últimos años.

La Asociación de Industriales Textiles del Ecuador (AITE) también se opuso. Resumió la posición de este gremio en una publicación en sus redes sociales: “Apoyamos las oportunidades de otros sectores con China, pero pedimos que la sensibilidad de la industria textil y confección sea considerada en esa negociación excluyendo a nuestro sector de la misma”. 

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Beneficio sólo para sector primario 

El economista e investigador Sebastián Burgos afirmó a Expediente Público que todo tratado comercial supone ganadores y perdedores. Con el de China, afirma, los primeros serán los exportadores de materias primas como el camarón y el banano; y los segundos serán los productores, especialmente de la pequeña y mediana empresa. 

“El costo de producción de cualquier bien chino es infinitamente menor en comparación con el mismo de Ecuador. Entonces, esto puede provocar que la industria nacional empiece a tambalear”, manifestó. 

A él le preocupa que, en medio del debate, no se haya difundido un estudio confiable de cuáles serán “los efectos netos”, es decir, el impacto real. Por ejemplo, apunta que no se sabe qué consecuencias tendrá el tratado en el empleo.  

No se conoce si las plazas que creen los agroexportadores podrán equilibrar a las que cierren los industriales. “No puedes decidir política pública si no tienes información”, lamenta el especialista. 

Voz optimista 

Daniel Legarda, exministro de Producción que estuvo al frente de las negociaciones con China durante el gobierno del expresidente Guillermo Lasso, aseveró a Expediente Público que el impacto será positivo.  

Él destaca que China, al tener 1,400 millones de habitantes, es el mayor comprador de alimentos del mundo. Esto permitirá potenciar los productos que ya se exportan a ese mercado e introducir nuevos.  

A su vez, generará empleo y la posibilidad de adquirir materiales y maquinaria en mejores condiciones para abaratar los costos de producción, refirió Legarda. 

Él estima que las exportaciones a China crecerán un 19% en el corto plazo, mientras que las importaciones, un 16%. Según él, el efecto del Producto Interno Bruto ecuatoriano será de un crecimiento del 0.5%.  

Con respecto a las industrias nacionales, Legarda manifiesta que sí están protegidas. 

“Ecuador se reservó un espacio de 10% de líneas arancelarias (alrededor de 800 productos) para que no tengan ningún tipo de desgravación en la importación desde China y eso es suficiente para cubrir nuestros productos más sensibles”, afirmó. 

Se han planteado periodos largos de desgravación de importaciones, que van de los 10 a los 20 años, agregó. 

China: del rescate a monopolizar el crudo 

Las relaciones entre China y Ecuador se estrecharon a partir de 2006, con el gobierno del izquierdista Rafael Correa.  

China rescató las arcas fiscales ecuatorianas otorgando créditos, la mayoría garantizados con petróleo, que sirvieron para costear obras públicas edificadas por constructoras chinas.  

Correa había declarado ilegítima gran parte de la deuda externa y llevó al país al default, Ecuador quedó excluido del mercado internacional financiero y China fue el rescate. 

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Con esta estrategia, Pekín llegó a monopolizar la producción del crudo de Ecuador, a la vez que se convirtió en su principal acreedor.  

¿Por qué hasta ahora un TLC? 

Aunque Ecuador mantenía una relación fuerte y su economía llegó a depender de China, nunca se planteó un posible acuerdo comercial, esto se debe al déficit comercial. La cifra negativa de intercambio tocó fondo en 2014, con -2.891 millones de dólares.  

Las cosas cambiaron con Lenín Moreno, que llegó a la Presidencia en 2017. El país renegoció su deuda con China, principalmente con el objetivo de liberar la ingente cantidad petróleo que se había comprometido en el gobierno anterior y mejorar ciertas condiciones que perjudicaban al país sudamericano.  

En medio de esos diálogos, el gobierno puso sobre la mesa el tema comercial. De entrada, propuso la firma de un acuerdo de alcance parcial.  

Como consecuencia de estos diálogos, el comercio entre China y Ecuador se disparó desde 2018, volteando la balanza negativa que golpeaba a Ecuador. Para el 2020 se registró una balanza positiva de 375 millones de dólares. 

Esta tendencia se mantuvo en el gobierno de Guillermo Lasso, que tomó la batuta en 2021. En 2022, último año del que hay cifras oficiales, la balanza comercial cerró en 237 millones de dólares. Han sido cinco años de intensas relaciones comerciales. 

Las exportaciones a China crecieron tanto en esos años que, en 2022, este país desplazó a Estados Unidos como el principal destino de las exportaciones no petroleras. Ese año, la venta de estos productos a China llegó a los USD5,706 millones, mientras que, a Estados Unidos, a USD4,357 millones. 

La perspectiva para el 2023 es la misma. Las cifras más actualizadas del Banco Central del Ecuador muestran que las exportaciones no petroleras hacia China alcanzaron los USD5,290 millones hasta noviembre y hacia Estados Unidos, los USD3,932 millones. 

El producto estrella de venta a China entre 2018 y 2022 fue el camarón, que acaparó el 61% de las exportaciones. Seguido muy de lejos por el cobre (13%), el petróleo (9%), el banano (4%), la madera (3%) y los metales preciosos (3%). 

Los TLC regionales con China 

Los países latinoamericanos que han firmado un TLC con China han tenido suertes distintas. Costa Rica lo hizo en 2011, y su situación no ha sido favorable, pues su balanza comercial negativa se ha profundizado con el pasar del tiempo.  

Desde que el acuerdo entró en vigor, las exportaciones chinas se dispararon, pero no así las costarricenses. En 2022, la balanza comercial llegó al récord histórico de –2,842 millones de dólares, según las cifras de las Naciones Unidas. 

Perú firmó el TLC un año antes, en 2010, y su suerte ha sido distinta. Con el paso del tiempo, logró voltear una balanza comercial negativa a una positiva. En 2021, llegó a un pico de 3,383 millones de dólares. 

La situación de Chile es parecida. Su TLC entró en vigor en 2006. Desde entonces, ha logrado consolidar una balanza comercial positiva que en 2022 se ubicó en los 12,034 millones de dólares. 

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El TLC, una promesa de campaña

Una de las promesas de campaña de Guillermo Lasso fue “más Ecuador en el mundo y más mundo en el Ecuador”. Desde el inicio de su mandato, trabajó en lograr acuerdos comerciales.  

El Comité de Comercio Exterior, un cuerpo colegiado formado por varios ministerios que dirige la política comercial del país, estableció los mecanismos para la negociación de este tipo de acuerdos, en noviembre de 2021. 

Dos meses después, el Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca de Ecuador (MPCEIP) y el Ministerio de Comercio de la República Popular China (Mofcom) firmaron un memorando de entendimiento para el lanzamiento de las negociaciones del TLC.  

Lasso y su homólogo chino, Xi Jinping, hicieron público el proceso en febrero de 2022. 

El entonces titular del MPCEIP, Julio Prado, emitió un acuerdo ministerial declarando como reservada la información generada dentro de la negociación de todos los acuerdos comerciales, en mayo de 2022. Esto ha sido cuestionado por organizaciones civiles que se oponen al TLC, principalmente los ambientalistas. 

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Los diálogos terminaron en marzo de 2023 y dos meses después, el 10 de mayo, se firmó el acuerdo. 

El documento pasó a manos de la Corte Constitucional, cuyo dictamen favorable era obligatorio en la legislación ecuatoriana. Los jueces recibieron trece demandas (amici curiae) a favor y en contra del TLC. Finalmente, la aprobación se emitió en octubre del año pasado. 

Ese mes hubo cambio de gobierno. Una crisis política desató que Guillermo Lasso hiciera uso del recurso constitucional conocido como “muerte cruzada”, disolviendo la Asamblea y llamando a elecciones anticipadas.  

Como nuevo presidente se posesionó Daniel Noboa Azín, un joven político proveniente de una familia que controla la mayor cantidad de exportaciones de banano. Desde el primer día, él apoyó el tratado. 

El empuje del presidente Noboa 

Para su aprobación del TLC, solo quedaba la decisión de la Asamblea Nacional. El Pleno sesionó el 11 de enero, pero el oficialismo no logró conseguir los votos suficientes, pues la mayor fuerza política, liderada por el expresidente Correa, se oponía.  

Frente a ello, el presidente de la Legislatura, Henry Kronfle, principal aliado del Gobierno, suspendió la sesión.  

A la par, estalló una crisis comercial entre Ecuador y Rusia, el principal destino del banano ecuatoriano. 

El presidente Noboa había hecho pública su intención de enviar armamento ruso a Estados Unidos considerándolo chatarra, a cambio de equipamiento militar nuevo, algo imprescindible para seguir con lo que llama “la guerra contra el terrorismo”, la punta de lanza de su gobierno.  

El Kremlin fustigó esta decisión. La sorpresa llegó el 2 de febrero, cuando Rusia suspendió las importaciones de las cinco mayores productoras de banano ecuatoriano, alegando cuestiones fitosanitarias. El sector entró en crisis. 

Esto aceleró el trámite del TLC con China en la Asamblea. Kronfle reanudó el debate el 7 de febrero, pese a que aún no tenía los votos confirmados. Por ello, se lo veía convenciendo a los asambleístas minutos antes de la sesión.  

“Este no es un tema técnico, no político, no ideológico, no partidista”, argumentaba. Tras el conteo, no pudo esconder su emoción. Desde su escritorio agitaba los puños en señal de victoria.