Eduardo Núñez: elecciones de Guatemala muestran la deuda histórica de la democracia en Latinoamérica

Eduardo Núñez: elecciones de Guatemala muestran la deuda histórica de la democracia en Latinoamérica

*El director del Instituto Nacional Demócrata (NDI) en Guatemala, en entrevista con Expediente Público analiza las oportunidades y debilidades de las elecciones en el país centroamericano.

**Varias candidaturas presidenciales fueron rechazadas en Guatemala generando polémica y desconfianza en el proceso electoral.

 ***De acuerdo a Eduardo Núñez, la destrucción democrática abre el camino a dirigentes populistas con personalidad dominante que buscan captar, a partir del rechazo de la política tradicional, la intención de voto.


Luisa Laguardia / Expediente Público

La incertidumbre y polarización del proceso electoral en Guatemala aumenta conforme se acerca el día de las elecciones generales del país centroamericano que será el próximo 25 de junio.

La lucha de poderes, las acciones incongruentes y la falta de reglas claras, por parte de las autoridades para este proceso, confunden al electorado y lo deja frente a un “tribunal que no genera confianza”, advierte Eduardo Núñez, director para Guatemala y del programa de Seguridad Pública para Centroamérica del Instituto Nacional Demócrata (NDI, por sus siglas en inglés).

Entre la ciudadanía persisten serias dudas derivadas de las graves inconsistencias de la elección general de 2019, cuando se sugirió que había anomalías que podían conducir a un fraude, lo que crea incertidumbre sobre el papel que pueda jugar para esta elección el Tribunal Supremo Electoral (TSE) en Guatemala.

Esto aumenta la desconfianza de la población sobre la capacidad de las autoridades de liderar unas elecciones limpias y democráticas, debido a la percepción de fraude y polarización en el padrón electoral.

“Hubo un problema con la tabulación final de los resultados electorales la noche de las elecciones, en la elección general de junio (2019), y eso que al final se descartó la posibilidad de un fraude, genera una percepción de dudas que se instaló desde hace cuatro años”, afirmó Núñez en entrevista con Expediente Público.

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Elecciones de Guatemala son desafío clave

Existen varias causas que han llevado a Guatemala y a la región a poner en negociación la democracia, mientras que la falta de transparencia y credibilidad por parte de las autoridades competentes forman parte del problema.

Un “desafío clave” que enfrenta esta elección tiene que ver con el hecho de que el organismo electoral encargado del proceso enfrenta una “múltiple vulnerabilidad” por su diseño institucional, señaló Núñez.

“Aunque su nombre es un Tribunal Supremo, en la práctica no actúa como un órgano Tribunal Supremo, pues no tiene mandato constitucional para hacerlo (…) Todas las decisiones del Tribunal son impugnables jurisdiccionalmente ante la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y ante la CC (Corte de Constitucionalidad), o sea, hay un problema de diseño institucional”, manifestó el director del NDI.

Según Núñez, en Guatemala existe la percepción de que hay un “alineamiento institucional”, que ha generado una especie de “adelgazamiento de los sistemas de frenos y contrapesos” en las instituciones.

“La independencia entre poderes y de los órganos de control, se podría haber diluido y generaría entonces un grado de alineamiento que limita la acción autónoma de órganos estratégicos”. expresó.

Núñez apuntó que “ahí hay dos lecturas: actores y partidos que consideran que el Tribunal es parte de ese bloque institucional y otros que no lo consideran parte, pero lo ven vulnerable o susceptible de verse sometido a presión por parte de actores del bloque institucional”.

Elecciones con partidos “muy fragmentados”

Además, Guatemala tiene el sistema de partidos más fragmentado de Centroamérica y constituye un “desafío muy importante” para que los partidos políticos “puedan implantarse en el imaginario colectivo de la sociedad”, y que esto conlleve a un volumen de votos significativo.

Pero, más allá de todo eso, “si algo amenaza realmente a la democracia es que la misma democracia no está dando resultados a la gente”, explicó Núñez.

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“Esa fragmentación nos ha llevado de 28 partidos en el 2015 a 29 en el 2019, a 30 en el 2023; 22 candidaturas presidenciales avaladas de 25 originalmente presentadas. Esa fragmentación tiene múltiples efectos de generar una saturación del espacio político y una dificultad extraordinaria para que los ciudadanos y ciudadanas puedan seleccionar apropiadamente”, manifestó Núñez.

Para el director de NDI tener más partidos en un país en una comptenecia electoral, no significa “per se, más pluralidad, y por ende, más pluralidad no significa per se, más democracia”.

El problema profundo de esto es que, se negocia la democracia y sus pilares a personas con ideales autoritarios y en busca de resultados a corto plazo, implantando una idea errónea de que los regímenes totalitarios son más efectivos.

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Guatemala presenta signos de vulnerabilidad democrática como procesos de concentración y de debilitamiento en los sistemas de pesos y contrapesos políticos, creciente malestar social históricamente instalado y crisis de resultados sociales.

Llamado a no caer en promesas populistas

Para evitar caer en esto, Núñez hace un llamado a la población guatemalteca a que sean ellos los que analicen la situación, que no se dejen engañar por promesas populistas y que decidan en las urnas bien informados y pensando en que sí es posible crear sistemas robustos y eficientes, hacer políticas públicas y construir una Guatemala plena de la mano de la democracia.

“Aunque el pluralismo político es un valor fundamental de la democracia y es importantísimo conservar y proteger ecosistemas de partidos suficientemente plurales para que la democracia funcione (…) En el caso de un número extraordinario de partidos, eso no necesariamente garantiza ni pluralidad política ni contenido efectivamente democrático”, añadió el director del NDI en Guatemala.

En el caso específico, según Núñez, los guatemaltecos han tenido una “fragmentación paulatina y creciente del sistema de partidos” que refleja una “falla en el sistema institucional”. Pese a las tres últimas reformas electorales no se ha podido “generar incentivos para que los partidos se estabilicen”.

“Lo que no tenemos en Guatemala es estabilidad. Excepto tres partidos que tienen alrededor de 20 años, el resto de los partidos nacen y mueren con relativa frecuencia. Guatemala ha producido más de 100 partidos políticos en 40 años y el promedio de vida es de menos de 10 años”, explicó.

Falta voluntad política

Los gobiernos totalitarios han aumentado en Latinoamérica y la democracia se desvanece en esta región del mundo. Sin embargo, ¿qué está provocando que los guatemaltecos se vuelquen a candidatos que repiten el patrón de los populistas que tienen cooptados países vecinos?

En el caso de Guatemala y según su experiencia, la Ley Electoral y de Partidos Políticos, reformada en 2016, había demostrado varios aspectos de mejora en las elecciones del 2019, sin embargo, no hubo consensos ni voluntad política para reformarlos.

El primero de los aspectos de mejora, para Núñez, es establecer y especificar las condiciones para las contribuciones privadas y fuentes de financiamiento para garantizar el acceso efectivo a los medios de comunicación.

Financiamiento electoral

Este tema ha sido polémico desde sus reformas ya que, lo que se ha buscado, es que los partidos tengan una exposición más equilibrada y justa durante la contienda electoral y así el voto sea informado, además de garantizar que los fondos para la realización de la campaña sean lícitos.

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El segundo punto ha sido el más polémico en lo que va de este proceso electoral y es el de especificar la forma de calificar los requisitos para el registro de candidaturas de forma más precisa, para perfilar qué candidatos son idóneos y cuáles no.

Un tercer aspecto es la mejora en la forma de categorizar, también de forma precisa, las diferencias entre propaganda y proselitismo, un tema que ha sido causa múltiples debates.

Núñez enfatizó en la importancia de la corrección de estos aspectos ya que, el no tener las reglas claras en un proceso electoral democrático, da como resultado la percepción de polarización que se vive en el país y que, estas normas ambiguas, se apliquen discrecionalmente como se ha hecho hasta el momento.

Casos concretos de la discrecionalidad

Al inicio de la contienda las autoridades pertinentes dejaron afuera dos candidaturas de binomios presidenciales las cuales en el proceso anterior, habían obtenido un número considerable de votos.

Se trata de Roberto Arzú, del partido Podemos, quien quedó fuera del proceso por no ser considerado “idóneo, capaz y honrado” por el órgano colegiado al ser reincidente con la campaña anticipada. Sin embargo, hubo otras llamadas de atención por parte del Tribunal Supremo Electoral, a otras agrupaciones por la misma acción pero solo a uno le negó la participación.

El segundo caso es el de Thelma Cabrera, del partido Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP), que buscaba la presidencia del país de la mano del exprocurador de los Derechos Humanos, Jordán Rodas, quien carecía de la Constancia Transitoria de Inexistencia de Reclamación de Cargos al momento de la revisión de su expediente.

Cabrera, hubiera podido seguir en la contienda de haber tomado la decisión de proclamar a otro candidato a la vicepresidencia para el partido, pero no lo hizo.

Aldo Dávila, otro candidato descartado

Existen casos para otros cargos públicos como el actual diputado del Congreso de la República, Aldo Dávila, quien se ha encargado de fiscalizar al Gobierno actual de Alejandro Giammattei y su gabinete. Tras las múltiples denuncias del congresista e interpelaciones a los ministros del actual oficialismo, se le han interpuesto varias quejas en su contra y lo están dejando afuera de los comicios por “falta de idoneidad”.

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Otros casos polémicos fueron el del expresidente, Alfonso Portillo, quien se declaró culpable de conspirar para el blanqueo de dinero y fue condenado a 70 meses de prisión en Estados Unidos.

También está el caso del excandidato a la presidencia, Manuel Baldizón, quién también se declaró culpable del delito de lavado de dinero del narcotráfico y fue sentenciado a 50 meses de cárcel en el país norteamericano.

Ambos políticos buscaban una curul en el Congreso de la República, sin embargo, las autoridades les negaron su participación, pese a que, al inicio, les habían dicho que sí.

Pineda, el candidato con más aceptación quedó fuera

El caso más reciente es el del candidato a la presidencia por el Partido Prosperidad Ciudadana, Carlos Pineda. Este empresario fue suspendido el 19 de mayo por una denuncia hecha por Manuel Baldizón.

“Para que un presidente pueda participar y gane las elecciones en Guatemala tiene que unirse a todos los corruptores del Estado, empresariado monopólico, o sea, monopolios elitistas, crímenes organizados, gobierno central, cortes del Congreso y todo el narcotráfico, todo se tiene que unir y todos tienen que estar de acuerdo con el presidente y como yo andaba solo solo con el pueblo, entonces no me dejaron”, dijo Pineda en entrevista con Expediente Público.

Ambos empresarios del norte del país, habían fundado el partido Cambio, agrupación que al inicio del proceso llevaba a Pineda a buscar la presidencia y después de unos desacuerdos se salió. El ahora excandidato tenía una alta intención de votos según varias encuestas realizadas para estas elecciones.

Su prohibición es similar a la del expresidente Jimmy Morales, quien también utilizó un discurso en contra de la “vieja política” y la corrupción. Además, ambos se presentaron ante la población guatemalteca como candidatos revolucionarios, exentos de la política tradicional y de las mafias.

El viernes 26 de mayo de 2023 la Corte de Constitucionalidad, CC, anuló las credenciales de Carlos Pineda y también de todos los candidatos del partido Prosperidad Ciudadana. Ahora el excandidato y sus simpatizantes realizan una fuerte campaña haciendo un llamado al voto nulo.

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Populismo

“Este fenómeno se está dando en la región porque no hemos conseguido en América Latina, en general, una buena transición de sistemas de partidos, con excepción de Uruguay”, expuso Núñez.

Esto significa que la desinstitucionalización partidaria trae como consecuencia un campo fértil para un fenómeno actual que es la personalización de la política. Esta a su vez, abre el camino a dirigentes populistas con personalidad dominante que se presentan como no políticos y buscan captar, a partir del rechazo de la política tradicional, la intención de voto, asegura.

A estos rasgos se le suma la centralización comunicacional como la que llevó a Nayib Bukele a la presidencia de El Salvador y a Rodrigo Chaves a la presidencia de Costa Rica, y el descontento generalizado colectivo obteniendo una democracia vulnerable a caer en regímenes totalitarios a cambio de pocos resultados.