EE. UU. ejecuta en Venezuela las lecciones de Vietman

EE. UU. ejecuta en Venezuela las lecciones de Vietnam 

* En Miraflores refrescan sus conocimientos sobre la “guerra popular prolongada”, al estilo de Vietnam, pero todo indica que EE. UU. ejecuta otra estrategia para este nuevo conflicto.  

** Como pasó en 2020, el gobierno de Donald Trump intenta asustar a la dictadura de Nicolás Maduro con una imponente demostración de fuerza militar. 


Caracas / Expediente Público 

En una estación de la Armada venezolana, militares de todos los componentes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana comienzan a empaparse de los detalles del llamado Plan Independencia, un conjunto de acciones diseñado para contrarrestar la amenaza planteada por el gobierno de Donald Trump. 

Allí, por primera vez, los uniformados supieron que este plan cuenta con seis fases, que pueden ser activadas en forma secuencial o simultáneamente, como las circunstancias lo requieran. Cada una lleva el nombre de un metal: cobre, plomo, mercurio, acero, bronce y titanio. 

Para este momento, en la primera semana de septiembre, el régimen de Miraflores había entendido que Trump está dispuesto a ir más allá que lo visto en 2020, cuando se planteó la campaña de “máxima presión”, que alcanzó su cénit con la autoproclamación del diputado Juan Guaidó como “presidente interino”. Maduro pudo capear ese temporal y ahora afronta este nuevo capítulo del conflicto con Washington. 

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El hecho que detonó las alarmas fue el ataque contra una lancha rápida, el primero de septiembre, la cual había zarpado con once personas a bordo de la población de San Juan de Unare, en el estado Sucre, y presuntamente se dirigía a Trinidad y Tobago junto a otras dos embarcaciones cargadas de drogas. El estallido de la nave go fast, presumiblemente ocasionado por un misil arrojado desde un dron, no dejó sobrevivientes. 

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Los voceros de la dictadura venezolana intentaron restarle impacto a este hecho. El titular de Relaciones Interiores, capitán Diosdado Cabello, y el fiscal del régimen, Tarek William Saab, repitieron la narrativa de que el video divulgado por EE. UU. sobre este ataque fue elaborado con Inteligencia Artificial. 

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Sin embargo, a lo interno del oficialismo llegaron a la conclusión de que el despliegue naval estadounidense en el Caribe no sería una reedición exacta de lo llevado a cabo cinco años atrás. Ese fin de semana, el régimen ordenó un acuartelamiento parcial de las unidades tácticas de la Fuerza Armada e inició una campaña de divulgación interna, con el propósito de mantener en lo posible la cohesión del oficialismo y de las bayonetas que sostienen al régimen. 

Juicio en Estados Unidos 

Desde la llegada al poder, Donald Trump avanza en una espiral ascendente de conflicto contra Maduro y su séquito. El gobernante venezolano es señalado como la cabeza del Cartel de los Soles, una organización de tráfico de drogas conformada mayoritariamente por militares. 

En marzo de 2020, EE. UU. presentó la primera acusación contra esta estructura, en la que también figuran Diosdado Cabello; el ministro de la Defensa, general en jefe Vladimir Padrino López; y el magistrado de la Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia, Maikel Moreno, quien hace un lustro era el presidente del Poder Judicial.  

Otros dos exponentes de esta organización, los generales Hugo Carvajal Barrios y Clíver Alcalá Cordones, ya fueron enjuiciados en EE. UU. por este caso. Ambos admitieron culpabilidad, lo que los obligó a entregar información clave sobre las actividades de Maduro. Este aspecto es clave, en especial si se toma en cuenta que Carvajal llegó a ser el ¨zar¨ del sistema de inteligencia venezolano.  

Terroristas internacionales 

Al tomar en cuenta los datos aportados por la investigación sobre el Cartel de los Soles, el nuevo gobierno de Trump señaló que no se trata solamente de una organización delictiva transnacional, sino que entraría en el plano de los grupos de terrorismo que trascienden a las fronteras de sus países, al mismo nivel de Al Qaeda y el Estado Islámico.  

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Según el analista Antonio de la Cruz, director de Inter American Trends, este cambio obedece en buena medida a la proximidad del régimen madurista con grupos de la guerrilla colombiana, como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP), cuya facción Nueva Marquetalia sigue activa luego de desconocer el acuerdo de paz firmado en La Habana en octubre de 2016, así como también el Ejército de Liberación Nacional (ELN).  

De igual forma, porque en el expediente del Cartel de los Soles se documentan operaciones de tráfico de armas y drogas con el propósito de subvertir el orden constitucional estadounidense. 

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El Tren de Aragua 

Al ser entrevistado por Expediente Público, De la Cruz advirtió que Maduro y sus seguidores se convirtieron “en una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos” no solo porque encabezan el Cartel de los Soles, sino también porque dominan al llamado Tren de Aragua, una banda criminal surgida en la cárcel de Tocorón (Aragua, al oeste de la capital Caracas). Según el tanque de pensamiento InSight Crime, durante los últimos años, esta organización se ha expandido por todas las américas y el Caribe. 

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“Esto justifica lograr la seguridad a través de la fuerza militar. (…) Eso dispara todos los mecanismos que hemos visto ahorita con respecto a Venezuela. Aplica al Cartel de los Soles y aplica al Tren de Aragua, en términos de que van a actuar directamente contra ellos”, afirmó el analista. 

En julio, Washington también elevó al Tren de Aragua, liderado por Héctor Guerrero Flores (Niño Guerrero), al nivel de las organizaciones terroristas internacionales. Tanto Guerrero como otras cinco personas fueron señaladas en la lista negra de la Oficina de Control de Activos en el Extranjero (Ofac, por sus siglas en inglés). 

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Al elevar el conflicto, EE. UU. también incrementó su apuesta por la cabeza de Maduro, de US$25 millones a US$50 millones. Con los demás oficialistas que pertenecerían a la cúpula del Cartel de los Soles, sumarían en total US$95 millones. Una cifra sin precedentes en la historia de las recompensas por fugitivos. 

Militarización del Caribe 

A partir del 19 de agosto, el gobierno estadounidense inició el traslado al Caribe de una fuerza conformada por ocho mil marines. De ellos, 2000 van a bordo del USS Iwo Jima, un buque de asalto anfibio, que además traslada jets de despegue vertical, helicópteros y embarcaciones tipo hovercraft. 

En el Iwo Jima van el correspondiente Grupo de Preparación Anfibia (IWO ARG) y una parte de la 22 Unidad Expedicionaria de Infantería de Marina.  

Tres de los buques restantes son destructores (USS Sampson, USS Gravely y USS Jason Dunham) y también va el buque de combate litoral USS Minneapolis-Saint Paul. Hay además un submarino de propulsión nuclear y dos aeronaves de vigilancia P8. 

Para el general de brigada retirado Rodolfo Camacho, de Venezuela, aunque este contingente puede llevar a cabo labores de interdicción contra el tráfico de drogas, pareciera que apunta hacia objetivos mucho más ambiciosos. 

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Según este oficial, exdirector de Doctrina del Comando Estratégico Operacional de la FANB, el ataque certero a la lancha en las costas entre el Golfo de Paria y Trinidad demostró que EE. UU., está en capacidad de controlar tanto los espacios marítimos como aéreos, a lo interno de Venezuela. 

Las lecciones de Vietnam 

Según Camacho, a partir de la guerra en Vietnam comenzó un cambio en la doctrina militar norteamericana, aparejado con un mayor nivel tecnológico. Por lo tanto, ya no es necesario aplicar tácticas de “tierra arrasada”, que consiste en destruir todo lo que se tenga por delante, aunque conservan la capacidad de ejecutarlas.  

Ahora, se aplica la presión multidimensional, sostiene Camacho, con acciones puntuales que generen efectos psicológicos en el oponente. 

 En esta estrategia se enmarca el ataque a la lancha, pues con ello E. UU. le envió al régimen madurista un mensaje claro: “Sabemos dónde están, y adónde van”, sostiene el general retirado a Expediente Público

Pero la presión multidimensional va más allá, agrega, pues también abarca aspectos políticos, diplomáticos, judiciales y financieros, que intentan privar al régimen venezolano del soporte de sus aliados internacionales e imposibilitar que obtenga los recursos para perpetuarse en el poder. 

“En estos momentos, el foco pareciera ser más político que militar. EE. UU. pareciera haber aguantado la ejecución de su plan, pero no por lo militar, sino para dar tiempo a que Maduro tome una decisión”, manifestó Camacho. 

Según este oficial, la idea de los estadounidenses es generar condiciones para que Maduro abandone el poder, sin necesitad de una intervención directa. Sin embargo, descartó que el autócrata venezolano abandone el poder por cuenta propia o que haya las condiciones para un golpe de Estado al interior del país. 

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Las milicias “del pueblo” 

Ahora, tanto Padrino como Diosdado Cabello se han colocado al frente de la campaña de reclutamiento, destinada a fortalecer los llamados “cuerpos combatientes” de la Milicia Nacional Bolivariana, una entidad creada en 2009 por el entonces presidente Hugo Chávez, quien la describió como “pueblo en armas”. En 2020, la Milicia fue incorporada como quinto componente de la FANB. 

Maduro aseguró que, tras las dos jornadas nacionales de reclutamiento, llevadas a cabo en agosto bajo el lema “Yo me alisto”, la Milicia cuenta con más de ocho millones de soldados. 

Pero la información manejada por Camacho apunta hacia otra realidad. Con base en información interna de Venezuela, afirma que la cifra disponible hasta agosto, que eran 4,2 millones de combatientes registrados. De ellos, 3,1 millones fueron puestos en nóminas a través de “firmas planas”, es decir, forjadas y sin documentación que las sustente.  

Del millón 100 mil restantes, solo 350 mil han participado en alguna actividad promovida por ese cuerpo, señaló Camacho. 

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Agregó que, de los 350 mil hombres y mujeres, solo 150 mil han participado en actividades oficiales, y 60 mil han recibido algún tipo de adiestramiento, no solo en cuanto al quehacer militar. Por lo tanto, según este oficial, el pie de fuerza real de la Milicia debe estar en unos 15 mil hombres. 

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Otras dificultades de la Milicia venezolana 

Asimismo, Camacho reveló que el 68% de los efectivos de la comandancia general del Ejército han tenido que adquirir sus uniformes aportando recursos propios. 

Otra dificultad es que la munición para el fusil reglamentario AK 103, calibre 7.62 x 39 mm, todavía no es fabricada en el país. La planta erigida en Aragua mediante contrato con la empresa rusa Robosonoroexport todavía no ha entrado en funcionamiento. De manera que los cartuchos para el armamento deben ser importados desde países como China y la propia federación. 

De allí la dificultad de cumplir con las órdenes de movilización impartidas por Maduro en los últimos días. Las dudas sobre la capacidad del Alto Mando Militar para afrontar una situación de conflicto armado contra una fuerza extranjera son crecientes.  

El día después 

Pocos en Venezuela dudan que una incursión de tropas estadounidenses finalizaría con la captura o la muerte de Nicolás Maduro y su círculo más cercano.   

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El vicepresidente estadounidense, James David Vance, afirmó que “matar a miembros de carteles que envenenan a nuestros ciudadanos es el mayor y mejor uso de nuestras fuerzas armadas”, en referencia al ataque contra los tripulantes de la lancha. 

Sin embargo, de acuerdo con el coronel retirado del Ejército venezolano Antonio Guevara, la pregunta que deben hacerse en Washington no es cómo sacar a Maduro del juego, sino qué hacer al día siguiente. 

Guevara sostuvo que, según una encuesta de la firma Meganálisis, más del 87% de los entrevistados desconfía de Maduro. 

En entrevista con Expediente Público, el oficial en retiro dijo que el problema se presentaría cuando fuese necesario generar un gobierno de transición, pues las fuerzas del oficialismo se reagruparían junto a guerrilleros y miembros de la izquierda internacional. 

“Todos ellos están preparados para ejercer violencia contra un interinato”, afirmó.  

Desde el gobierno de Hugo Chávez, los militares acogieron el concepto de la “guerra popular prolongada”, según el cual las fuerzas invasoras, transformadas en fuerzas de ocupación, tendrían que asumir los costos políticos de su permanencia, como sucedió durante la guerra de Vietnam. 

Para Guevara, bastaría un puñado de combatientes motivados para desestabilizar la ocupación estadounidense y a un gobierno encabezado por Edmundo González Urrutia y María Corina Machado. 

“Estados Unidos tiene que evaluar muy bien si quiere que su fuerza de intervención se transforme en una fuerza de ocupación”, advirtió.