Expediente Público
Caminar bajo el sol, atravesar ríos descalzos y escalar caminos de tierra se volvió parte del ritual democrático en las elecciones primarias de 2025 en Honduras. En las comunidades rurales, el voto no es un acto de comodidad sino una travesía que exige resistencia física y convicción ciudadana.
El padrón electoral revela que más de 3.4 millones de votantes viven en el campo, lo que representa el 58.6 % del total. Sin embargo, en esas mismas zonas se concentró la mayor abstención, marcada por la falta de centros educativos cercanos, carreteras pavimentadas y transporte público que facilite el acceso a las urnas.
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En municipios como Cantarranas, miles de pobladores recorrieron kilómetros para sufragar en un solo centro de votación, compartido entre escolares y electores. Ese esfuerzo contrasta con las áreas urbanas, donde las urnas están a la vuelta de la esquina, pero la apatía ciudadana prevalece.
La democracia hondureña tiene así dos rostros: uno urbano, cómodo pero indiferente, y otro rural, sacrificado pero participativo. La geografía del voto muestra que en el campo no se elige con la mano, sino con los pies.