La dictadura Ortega-Murillo adapta la vigilancia barrial de Cuba en Nicaragua

La dictadura Ortega-Murillo adapta la vigilancia barrial de Cuba en Nicaragua

* En Cuba, la dictadura de Fidel Castro dio vida a los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) desde los años sesenta para vigilar a la disidencia.

** En Nicaragua, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo creó los Consejos del Poder Ciudadano (CPC), para implementar el control político en cada barrio.


Expediente Público

El modelo de vigilancia y represión, casa por casa, ejecutado por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, no es inédito. El experto en derechos humanos Yaxys Cires y el politólogo Armando Chaguaceda, ambos cubanos, señalan que el orteguismo adoptó el sistema aplicado por la dictadura de Fidel Castro desde los años sesenta en Cuba.

Una investigación de Expediente Público, que salió a la luz el pasado primero de agosto, reveló que la copresidenta nicaragüense, Rosario Murillo, dirige junto con la procuradora general de la República, Wendy Morales, un sofisticado sistema de vigilancia contra la población, a través de visitas recurrentes a hogares de ciudadanos para espiar y hostigar. El pretexto de esas visitas son supuestos censos y la promoción de servicios sociales.

Chaguaceda afirmó a Expediente Público que el “modelo cubano de vigilancia”, además de ser históricamente el primero en implementarse en la región, “es una innovación nefasta del totalitarismo” que ha incluido en su sistema no solo a policías, sino también a la propia sociedad, que también vigila junto con el Estado.

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“En la Unión Soviética, que es el modelo original, la vigilancia era a partir de las estructuras de la KGB, las estructuras del partido, las oficinas del Estado, la Policía; pero aquí —en Cuba— se trata de implicar a la población de manera organizada en su propia vigilancia y relación, y eso empezó desde que fueron aprobados los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) en los sesenta”, explicó Chaguaceda.

En Nicaragua, Daniel Ortega creó los Consejos de Poder Ciudadano (CPC) vía decreto, luego de que tomó el poder en 2007. Desde entonces, estos consejos siguieron la misma línea de los comités de la dictadura castrista, encargados de hacer control político en cada barrio. En el caso nicaragüense, los comités se integran con miembros del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), policías y trabajadores públicos.

Chaguaceda también comparó a los CPC nicaragüenses y los CDR cubanos con los Consejos Comunales, también llamados “estructuras bolivarianas de batallas en los barrios”, que operan bajo la dirección del régimen venezolano. “En todos estos casos, la esencia del problema es la misma: es un control en la comunidad, en el barrio de un Estado-partido autoritario”, afirmó el experto.

La dictadura Ortega-Murillo adapta la vigilancia barrial de Cuba en Nicaragua

¿Cómo vigilan en Cuba y en Nicaragua?

Yaxys Cires, director de estrategias del Observatorio Cubano de Derechos Humanos, en entrevista con Expediente Público, aseguró que el modelo de vigilancia de la disidencia de la dictadura Ortega-Murillo en Nicaragua “se inspira en el modelo de vigilancia y control cubano, caracterizado por su capilaridad y pormenorización, que tiene como objetivo principal una respuesta represiva rápida ante cualquier conducta catalogada como contrarrevolucionaria”.

En Cuba —explicó Cires— la dictadura castrista utiliza una red de organizaciones controladas por el Partido Comunista para su estructura de vigilancia y represión. Estas organizaciones —detalló— “operan en cada barrio, centro de trabajo y escuela, y a través de ellas se busca persuadir o disuadir a los ciudadanos según los intereses de la policía política”.

Dicha vigilancia, apuntó el defensor cubano, “no solo afecta a los individuos y a sus familias, sino que también busca infundir miedo, incluso a familiares que residen en el extranjero”.

De igual manera, en Nicaragua, el Grupo de Expertos en Derechos Humanos sobre Nicaragua (GHREN), de las Naciones Unidas, ha señalado que el régimen Ortega-Murillo ha consolidado —sobre todo tras las protestas de 2018— una estructura de “vigilancia y obtención de información, aviso, detención y represión contra las personas opositoras o percibidas como tales y sus familiares”.

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“Es un sistema de control y represión omnipresente, basado en la recopilación y el uso de datos personales para identificar, acosar y suprimir cualquier forma de oposición, y para identificar a personas opositoras y detenerlas arbitrariamente”, afirmó el GHREN en el informe Instituciones y personas responsables de los principales patrones de violaciones y abusos de los derechos humanos y crímenes perpetrados en Nicaragua desde abril de 2018, el cual fue presentado en abril de este año.

Policía política ejerce vigilancia más directa en Cuba

Cires afirma que, en el caso de Cuba, los CDR, con estructuras en cada barrio y cuadra, “han sido clave en el sistema de control del régimen cubano”, ya que estos durante décadas “han estado en la primera línea de la ‘chivatería’ (delación) contra cualquier conducta disidente”.

“Históricamente, esto no solo ha incluido persecución a opositores, sino también a quienes escuchaban música extranjera, seguían modas diferentes a la horrorosa estética comunista o profesaban una fe”, apuntó Cires.

Además, aseguró que, más allá de vigilar, los CDR de Cuba también ejecutan “una respuesta inmediata a estos actos, en coordinación con la policía política”.

Algunas de las acciones de esos grupos de vigilancia incluyen, según Cires, los llamados «actos de repudio», un método de linchamiento social en el que los operadores de la dictadura “se congregan frente a la casa de la víctima para avergonzarla e intimidarla con agresiones verbales, ofensas, gestos obscenos y amenazas. En muchos casos, esta violencia verbal escala a la física, resultando en lesiones para las víctimas”, detalló el experto.

Y agregó: “La naturaleza represiva del régimen cubano sigue intacta hasta la fecha, pero su incapacidad para cubrir las necesidades básicas de la población, junto con el deterioro administrativo y la pérdida de apoyo social, han provocado una fatiga en las llamadas ‘organizaciones políticas y de masas’, lo cual ha traído como consecuencia que la policía política ejerza la vigilancia y represión de forma más directa”.

La dictadura Ortega-Murillo adapta la vigilancia barrial de Cuba en Nicaragua

En el Observatorio Cubano de Derechos Humanos —indicó Cires— se registran al menos diez acciones represivas al día por motivos políticos en Cuba.

Estas actividades represivas han estado bajo la lupa de Human Rights Watch (HRW) desde hace décadas. En su informe “La maquinaria represiva de Cuba; Los derechos humanos cuarenta años después de la revolución”, presentado en 1999, la organización señaló que “el Ministerio del Interior de Cuba es el principal responsable de vigilar las muestras de disidencia en la población cubana”.

Además, apuntó que la misma disidencia cubana es consciente de que “la policía y las fuerzas de seguridad del Estado vigilan sus movimientos, contactos, teléfonos y correspondencia”.

Los CDR, explica HRW, “constituyen la organización más grande de Cuba”, que, según la misma dictadura castrista, “comprenden al 91 por ciento de la población cubana”.

El informe refiere que a través de estos grupos en la isla se han cometido una serie de violaciones a derechos humanos, adicionales a la vigilancia y hostigamiento, incluyendo detenciones, amenazas, destierros, confiscaciones, imposición arbitraria de multas y exilio forzado.

En Nicaragua, el método de vigilancia aplicado por la dictadura sandinista —comprobaron los expertos del GHREN— incluye visitas casa a casa con el fin de vigilar, controlar y reprimir a los nicaragüenses a quienes considera una amenaza. Tras dichas visitas, según la documentación del Grupo, las víctimas pueden ser detenidas o sus bienes, confiscados.

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Los expertos del GHREN explican que los visitantes enviados por el régimen están conformados por empleados de instituciones públicas, miembros de la Juventud Sandinista y secretarios políticos del Frente Sandinista, que, además, llevan consigo listas de las denominadas «personas de interés», creadas con el apoyo de las municipalidades, en las que se incluye a ciudadanos vinculados a las manifestaciones sociales de 2018, disidentes, opositores, familiares de víctimas de represión o de exiliados, así como miembros de organizaciones sociales y religiosas.

La dictadura Ortega-Murillo adapta la vigilancia barrial de Cuba en Nicaragua

Dictador Daniel Ortega intensifica “vigilancia revolucionaria”

El dictador Daniel Ortega, durante el acto del 46 aniversario de la Revolución Sandinista, celebrado el pasado 19 de julio en Managua, calificó a los críticos de su dictadura como “terroristas, conspiradores y vendepatria”, y reconoció la vigilancia que sostienen desde cada barrio del país a través de los CPC.

“Tenemos que mantenernos siempre con todas las tareas que tenemos que cumplir (…) sin descuidar ahí, en el lugar donde estemos trabajando, en el barrio donde estemos trabajando, sin descuidar la vigilancia revolucionaria”, afirmó Ortega en un discurso que prolongó por más de una hora en Plaza La Fe, en Managua.

La persecución de la disidencia en Nicaragua, ejecutada por la dictadura sandinista, según informes de organismos internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) o de la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos (Oacnudh) ha causado la detención y el exilio miles de nicaragüenses, en los últimos siete años.

Al igual que en la isla, concuerdan los expertos, la intención de la dictadura Ortega-Murillo es mantener a la población controlada y con la permanente sensación de temor de ser vigilados desde sus propias comunidades.