La militarización de la educación silencia los reclamos por carencias en El Salvador

La militarización de la educación silencia los reclamos por carencias en El Salvador 

* Una militar conduce la educación pública del país centroamericano al ser nombrada ministra del ramo. 

** La decisión llega cuando sigue incumplida la promesa de la reconstrucción de cientos de escuelas públicas. 

*** La medida impone cortes de cabello militar y un riguroso manual de conducta mientras los escolares carecen de instalaciones y mobiliario básico.


Eric Lemus / Expediente Público 

Los videos que circulan en las redes sociales muestran a estudiantes salvadoreños levantando asientos y mesas destartalados, que no están adheridos a la estructura metálica del pupitre. Otros apuntan hacia los techos deteriorados sin mantenimiento.  

En otras imágenes se ven líneas de niños caminando con uniforme blanco impoluto, cuidando de no ensuciar los zapatos, mientras avanzan sobre sobre el lodazal de una calle rural repleta de charcos, donde no circula el transporte público. 

Los protagonistas evitan mostrar sus rostros debido al miedo de que los sancionen con una boleta de conducta en su centro educativo o, en el peor de los casos, que les apliquen el temido “régimen de excepción” y acaben capturados por el Ejército o la Policía. 

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Esos videos son la única forma de protesta donde los jóvenes exhiben con ironía la vida diaria ante las imposiciones que desde ahora condicionan su ingreso a los centros escolares. 

Las imágenes muestran la cotidianeidad de los alumnos en medio de las nuevas normas que ordenó la capitán Karla Trigueros, la ministra de Educación, en funciones desde el 18 de agosto. Ella exige limpieza y disciplina para estudiar en las escuelas en El Salvador. 

Es una mañana de inicios de septiembre. Los estudiantes del emblemático Instituto Nacional Técnico Industrial (INTI), ubicado en la periferia de San Salvador, marchan alineados en estricto silencio hasta que llegan a la puerta principal donde las autoridades escolares les inspeccionan de pies a cabeza, palmo a palmo.   

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Cuando llega el turno de un joven ante la entrada, la primera mirada está en el corte de cabello de los estudiantes masculinos que deben seguir el estilo militar, que es conocido como “francesa clara u oscura”, pantalón con cinturón y hebilla pequeña, o cabellera sin tintes entre las mujeres, zapatos escolares relucientes, y seguir los comandos de saludo respetuoso. 

El presidente Nayib Bukele anunció el 14 de agosto que delegaría a una oficial militar la conducción del Ministerio de Educación para llevar disciplina a donde antes las pandillas ejercían influencia o de donde reclutaron miembros. 

El nombramiento se dio casi tres meses después del lanzamiento del programa “Dos escuelas por días” con el que el gobierno planea remozar instalaciones, después de que no cumplió la promesa que hizo en 2022 de reconstruir mil centros educativos al año.  

Además, la delegación de la capitán Trigueros ocurrió en una coyuntura particular, pues El Salvador celebra en septiembre sus fiestas independentistas, que es cuando las escuelas organizan festejos cívicos que conmemoran la ruptura con la colonia española hace cinco siglos. 

De la pandemia a educación 

Trigueros ingresó a la Escuela Militar de El Salvador en 2007 y estudió Medicina General en una universidad privada entre 2008 y 2016.  

Por eso trabajó como asesora médica en el Comando de Sanidad Militar en 2019 y, un año más tarde, coordinó la logística de la distribución de vacunas contra la pandemia del Covid-19.  

La llegada de la militar a la institución rectora de la educación pública en este país centroamericano sucede en un momento donde, según los sondeos de opinión, la población saluda la estrategia represiva que utilizó Bukele para frenar el control territorial de las pandillas Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18. 

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Sin embargo, la militarización de la educación permite disuadir no solo el reclamo de los estudiantes, sino también de las organizaciones magisteriales. Estas protestan contra el recorte de US$30 millones al presupuesto en Educación. En 2024 este fue de US$1,570 millones mientras que este 2025 es de US$1,539.  

La profesora Idalia Zúñiga, que representa al Frente Magisterial Salvadoreño (FMS), dijo a Expediente Público que el nombramiento de Trigueros y el anuncio de la reconstrucción de las instalaciones “contrasta con los despidos de personal docente que sirvió toda su vida y no les permiten un retiro digno”. La docente sostiene que la educación no puede mejorar sin respetar los derechos de los más de dos mil profesores despedidos. 

Además, Zúñiga sostiene que la tasa de matrícula descendió este año lectivo 2025 en 113 de las 212 escuelas incluidas en el programa “Dos escuelas por día”. 

Zúñiga dijo a Expediente Público que hubo 1,818 estudiantes menos del promedio de 2,000 que acuden generalmente al Complejo Educativo Profesor Martín Romeo Monterrosa, ubicado en el departamento Santa Ana, 85 kilómetros al oeste de la capital. 

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“Destitución inmediata” 

Uno de los primeros anuncios hechos por la capitán Trigueros en calidad de ministra de Educación fue el cese inmediato del director y subdirector del Instituto Nacional Técnico Industrial (INTI), los profesores Óscar Melara Rubio y Eliezer Otoniel Delgado.  

La ministra publicó el memorándum de despido en su cuenta personal de X, un día después que el presidente Bukele difundiera el video de un telediario de los años noventa, donde se ve a estudiantes protestando en defensa del profesor Melara, y haciendo ademanes utilizados por los primeros miembros de la Mara Salvatrucha (MS-13).  

“Así eran antes los centros educativos en nuestro país: lugares de reclutamiento de pandilleros”, escribió Bukele junto al despacho informativo. 

Melara es uno de los pocos docentes con educación normalista que todavía fungía dirigiendo un centro escolar. Tras su destitución, cientos de exalumnos del INTI subieron mensajes de solidaridad diciendo que gracias a él se convirtieron en profesionales tanto en El Salvador como fuera del país.  

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Fiestas cívicas verde olivo 

Las medidas obligatorias que ordenó la nueva ministra de Educación fueron acatadas por el sector público e, incluso, la Asociación de Colegios Privados de El Salvador (ACPES) anunció que todos sus afiliados seguirían las normas.  

Javier Hernández, presidente de ACPES, dijo a Expediente Público que “(la orden de la ministra) ayudará a que haya reglas claras para todos y que los docentes no pierdan autoridad frente a los estudiantes”. 

En El Salvador, las instituciones escolares privadas se caracterizan por disponer de reglamentos y manuales de conducta más severos pues pueden expulsar a un alumno o reservar su matrícula por mala conducta. 

Hernández dijo que, sumado a la ficha de conducta personal que hacen de cada estudiante, añadieron una para padres con el objetivo de reportarlos si consideran que faltan el respeto al personal docente o administrativo. 

Un padre de familia, que pidió a Expediente Público reservar su nombre, que esa decisión «envía un mensaje peligroso a la sociedad en tiempos de ‘régimen de excepción’ porque ahora te capturan por una llamada anónima o una mala mirada».

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Dentro de la lista de nuevas medidas, el gobierno ordenó que todos los lunes empezará con una jornada cívica que incluye un saludo y desfile ante el pabellón nacional.  

El académico Carlos Cañas observa a Expediente Público que el culto a los símbolos patrios junto a desfiles militares surgió en el siglo pasado bajo el régimen del presidente Alfonso Quiñónez, que inauguró una dinastía familiar que controló El Salvador entre 1913 y 1927. 

“Estamos ante lo que considero es una falsa estrategia de devolver los valores a una sociedad que jamás los ha tenido”, opinó Cañas. 

Sin embargo, la orden de la jornada cívica ha tenido acogida. En redes sociales, algunos centros educativos aprovecharon para mostrar fotografías de niños disfrazados como militares, policías o imitando a la ministra de Educación, pero en uniforme castrense. 

Las niñas modelan el atuendo de gala que usa la funcionaria y que consiste en un traje sastre color verde olivo de dos piezas con un sombrero femenino o utilizan el atuendo camuflajeado clásico con el que la funcionaria acude al trabajo regularmente. 

Antes, los niños desfilaban vestidos como médicos, arquitectos, profesores o astronautas, pero en este 2025 las fotografías que destacan en las redes son de infantes disfrazados como Nayib Bukele o simulando capturas de pandilleros, poniendo de rodillas a sus compañeros mientras les apuntan con armas de juguete. Viendo esas imágenes, Cañas insiste: “Retrocedimos más de cien años”.