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«Las Encuestas pueden ser instrumentos de batalla política”

*El politólogo Javier Osorio, profesor adjunto de la Escuela de Gobernabilidad y Políticas Públicas de la Universidad de Arizona, analiza para Expediente Público el panorama electoral y cómo se asienta el autoritarismo en Centroamérica a la luz de la manipulación de la opinión pública o al menos de sus herramientas de medición.

EXPEDIENTE PÚBLICO

Centroamérica vive un periodo electoral efervescente donde presidentes con giros autoritarios como Nayib Bukele en El Salvador o absolutistas como Daniel Ortega en Nicaragua o empantanados en corrupción como el Partido Nacional y Nasry Asfura en Honduras, lideran encuestas de opinión.

El 28 de febrero el partido Nuevas Ideas de Bukele arrasó en las elecciones legislativas con 66.4% de votos, mientras Nicaragua y Honduras, tendrán votaciones en noviembre con aspiraciones de perpetuidad de Ortega y una pelea a tres bandas en Honduras. Además, la única democracia sólida de la región, Costa Rica irá a las urnas el 6 de febrero de 2022.

Los resultados de la opinión pública hacen dudar no solo de las encuestas, sino también, de la forma en que se está votando en una región que después de treinta años de pacificación ve desmoronarse en estados fallidos.

Con un buen uso metodológico, las encuestas son un instrumento para conocer las tendencias de opinión pública, pero esto no significa que debemos ignorar el contexto nacional, explica el politólogo Javier Osorio.

Osorio es profesor adjunto de la Universidad de Arizona, posee un doctorado en Ciencias Políticas de la Universidad de Notre Dame, sus investigaciones sobre violencia, crimen organizado y gobernabilidad tienen foco en México, Colombia y Centroamérica.

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El experto también tiene en su campo de investigación las dinámicas de represión y disentimiento, derechos humanos, clientelismo político y compra de votos, corrupción política y transparencia, también tiene experiencia como especialista en sociedad civil del Banco Mundial y como funcionario del Instituto Federal Electoral de México.

¿Podemos confiar en las encuestas o están al servicio de quienes las pagan? 

En términos técnicos las encuestas bien hechas deben ser confiables, hay certeza metodológica y estadística para poder confiar en las estimaciones que realizan las diferentes casas encuestadoras, pero eso no significa que vamos a estar ciegos en el contexto que ocurren.

No tengo bases concretas o información que me permita decir que son o no confiables cierta encuesta o casas de encuestas, más que la reputación que tengan y eso es subjetivo, pero podríamos confiar técnicamente y en términos de la independencia que puedan tener las casas encuestadoras serias que tienen trayectoria y profesionalismo durante años, las casas encuestadoras serias valoran mucho su reputación y no van a echar al fuego eso por una encuesta que para ellos es solo un trabajo cuando tienen presencia a nivel de industria.

Hablando principalmente en el contexto nicaragüense de empresas internacionales, algunas están basadas en Centroamérica, otras con base en Estados Unidos, pero con presencia regional, estas suelen tener equipos muy técnicos con tomadores de decisiones que no suelen estar sujetos a las dinámicas locales de la política o de quienes estén en el poder en turno.

Hay muchas cosas que podrían alterar la confianza en las encuestas, por ejemplo, qué pregunta es a la que prestamos atención y si esa pregunta tiene una susceptibilidad política. Si estamos pensando dentro de un contexto electoral relacionado con intensión de votos en comparación con preguntas que nos hablen de la legitimidad del régimen de turno donde si puede haber presión para asegurarse que la pregunta está fraseada de forma favorable al gobierno o donde no se permite si quiera hacer esa pregunta.

Hemos escuchado en Nicaragua que incluso estas casas encuestadoras con metodologías solidas tienen que negociar con el gobierno para decirle, tengo un cliente que me pide hacer este cuestionario, lo revisan, eso les permite ir a la calle, y preguntar puerta por puerta, porque si no tienen el permiso los puede detener la policía, puede haber tensiones. En esos casos hay protocolos de negociación para tener acceso a los territorios, esto es estándar en la industria de encuestas en barrios peligrosos o controlados por un actor político importante, puede que haya un margen de influencia en qué se pregunta, lo cual no significa que esa influencia sea tal al grado de distorsionar totalmente la película que se captura en un ejercicio de opinión pública.

Es una respuesta de grados en términos de confianza, no es solo sí o no.

¿Cuánto pueden distorsionar los resultados de una encuesta el temor a las maras en Honduras o al control de los Consejos del Poder Ciudadano en Nicaragua?

Bastante, sobre todo por preguntas que pueden ser sensibles en el contexto social. La gente no vive en un vacío, sobre todo en las encuestas de opinión pública, la persona abre la puerta de su casa y la entrevista se realiza en el umbral, difícilmente invitas a un extraño a tu casa. La persona que responde puede ser observada por gente del entorno, hay estudios en México con territorios muy controlados por el crimen organizado, este ni permite entrar a los encuestadores, ahí tienes una distorsión porque tienes un vacío en zonas que pueden ser importantes.

Cuando se logra negociar el acceso a estos territorios, hay muchas veces halcones que están observando cómo se comporta la gente. En esos casos quien responde suele tener un sesgo de conformidad con el actor que está ejerciendo el poder en ese territorio, puede ser a favor o en contra, dependiendo de la pregunta que se haga, por ejemplo, en el caso de Nicaragua donde se sabe que hay una presión política a nivel de barrio, si haces preguntas del presidente del régimen, simplemente por seguridad dirá sí, puede ser verdad o una distorsión deliberada de las preferencias del individuo sabiendo que puede estar siendo observado y sus respuestas pueden tener repercusiones. Este es un ejemplo de cómo un entorno controlado por un poder político muy intrusivo puede afectar las respuestas de forma sistemática que al final parezca que la gente está muy a favor del régimen, pero lo que pasa es que tienen mucho miedo y prefieren proyectar una opinión positiva, esto es lo mismo con la presencia del crimen organizado.

Esto no solo afecta las respuestas que uno recolecte cara a cara, sino también las entrevistas telefónicas. Algunas veces es un entorno más privado, pero en el caso nicaragüense el estado tiene mayor control y miedo que estén escuchando las conversaciones telefónicas, la gente se cuida casi igual que en interacciones abiertas.

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¿Por eso se han hecho encuestas telefónicas en Nicaragua por seguridad durante la pandemia y las tendencias al régimen resultan positivas?

La pandemia afecta todo, ya no era seguro por protocolos de seguridad exponer al equipo ni a la gente que está en su casa. La ventaja es que la cobertura (en telecomunicaciones) es buena, está en el 70 a 80 por ciento de la población, la mayoría de las opiniones se pueden toman, con algo de distorsión porque la gente más pobre no tiene celular, pero cuando el cuestionario toca temas sensibles puede que haya ciertos sesgos por esta percepción de poder ser monitoreado o escuchado por las autoridades,

Esto puede ser con preguntas inocuas como: usted votó en las elecciones pasadas. Alguna persona no votó, y hay estudios que indican que la gente suele presentarse como un buen ciudadano y suele mentir diciendo que votó, en un contexto como el nicaragüense donde la presión política está en movilizar a la gente masivamente a favor del régimen, una pregunta tan inocua genera distorsiones, la consecuencia es parte del juego político detrás del análisis e interpretación de las encuestas.

Si nos concentramos en preguntas de si votó y por quién, digamos a favor del régimen, eso puede dar una falsa impresión al régimen que tiene mucho apoyo cuando en realidad no lo tiene.

Puede que muchos ejercicios de opinión pública puedan crear una perspectiva falsa del grado de apoyo producto de la misma presión que se genera en la población y quizá algunas decisiones las toma el régimen creyendo que tiene un alto apoyo popular.

Cuando se trata de preguntas más sensibles como: usted votaría por el presidente Ortega, la gente va a decir sí, por esta presión, tanto en encuestas cara a cara como en modalidad telefónica, puede que haya presión y la gente distorsione sistemáticamente sus respuestas a favor del régimen por temor a represión  a que le quiten beneficios públicos o el empleo. y esto va a genera un espejismo de mayor apoyo al gobierno cuando no es así, eso en elecciones cerradas puede tener consecuencias institucionales importantes.

Cuando tenés una población atemorizada y no sabés que pasa en la opinión pública, ¿cómo se puede medir lo que quiere realmente la población?

Afortunadamente la metodología para el levantamiento de encuesta es consciente de estos sesgos, de la presión y los incentivos a mentir y distorsionar las respuestas, esto no es un problema nuevo.

Hay técnicas para hacer preguntas de manera indirecta o no intrusiva que permitan revelar con mayor eficacia la verdad detrás de estas distorsiones, se utilizan diseños experimentales, preguntas con un elemento aleatorio o indirectas que suelen ser más sofisticadas, no todas las casas encuestadoras tienen la capacidad de implementarlas, pero existen para hacer hacer preguntas sensibles.

Estas técnicas se han derivado de entornos mucho más sensibles, análisis sicológicos o comportamientos antisociales, comportamiento sexual o racismo o comportamiento delictivos, cosas donde la gente tendría seguramente una predisposición a mentir.

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¿Es una ilusión pensar que los partidos de la región pueden buscar mensajes particulares para públicos específicos como lo han hecho partidos en Estados Unidos, Europa o se usaron en la campaña del brexit?

La opinión pública se forma con la información que consume la gente, de la misma forma que se han refinado las metodologías para capturar esa opinión pública, medirla y representarla de forma fidedigna, también se han sofisticado los esfuerzos para manipularla, orientar o distorsionar la información que consume la gente y modifica sus preferencias y comportamientos.

Los ejemplos de muchas partes del mundo de las campañas electoras y políticas que funcionan con equipos de ingeniería de relaciones públicas y de manejo de opinión permite segmentar mercados para bombardearlos con mensajes que saben que son efectivos y para esto hay una sofisticación metodológica muy importante, para saber qué tipo de imagen, mensaje y emociones despiertan estas y generan las reacciones que esperan los políticos.

Vivimos en una era de hipersaturación de mensajes que, además, apelan generalmente a sentimientos muy primarios como miedo, enojo y en algunos casos alegría.

Después de dos periodos de Juan Orlando Hernández el candidato Asfura de su Partido Nacional encabeza las encuestas, pese a las acusaciones de corrupción. ¿Cómo es posible?

Es parte de la cruda realidad, el lema dividir y vencerás sigue siendo una carta política fuerte y efectiva que permite mantenerse en el poder, manteniendo a las élties divididas y a los votantes que están a favor de ellos, pero que fragmentados no generan una oposición fuerte, un reto creíble al poder.

El caso de Nicaragua es más extremo, donde había una pluralidad de candidatos que entre todos estaban haciendo la competencia unos a otros como carrera de caballos, pero en realidad, el trecho que tenían recorrido en términos de preferencia electoral era muy bajo. Ninguno de ellos en lo particular y difícilmente en el agregado eran un contendiente serio para la hegemonía que tenía el partido en el poder.

Según las encuestas Ortega podía ganar limpiamente, ¿por qué eliminar entonces candidatos?

En el contexto de México, en las siete décadas de hegemonía del Partido Revolucionario Institucional, parte de la pregunta era por qué compran votos, si van a ganar, por qué eliminan a la oposición si de por sí van a ganar, esto es un movimiento de postura política, el músculo que muestra el gobierno al decir fuera del partido y la institución que represento no hay opción política viable aunque sea pequeña.

Hablamos de sistemas muy autoritarios con una efervescencia hegemónica que no permite ni toleran la oposición ni la disidencia por más pequeña que sea.

Es enigmático que teniendo una pluralidad de competidores que en realidad no representan una amenaza para el poder en lo individual o en lo agregado, ¿qué necesidad hay de ponerlos en prisión, generarles juicios y neutralizarlos totalmente de la contienda electoral?, se explica por la ambición hegemónica del poder que no tolera que exista espacio para la oposición o contendientes, aunque no sean serios.

En El Salvador tenemos el caso de Bukele que pese a su carácter autoritario tiene una enorme simpatía. ¿Nos gustan los regímenes autoritarios o es falta de cultura política o democrática?

Hay una percepción generalizada de los riesgos de regresión autoritaria en Centroamérica, sus países dan señales claras que no hay progreso democrático. En el caso de El Salvador no es extraordinario que surja un líder carismático, en primer lugar, que se haya presentado como una alternativa a un sistema político y partidario que no ha dado resultados desde el fin de la guerra civil, había un régimen bipartidista que no dio el resultado esperado, ante la frustración de la población por sus opciones políticas, surge un actor antisístémico carismático que suele capturar la preferencia, no es inusual. Lo hemos visto en muchos casos, el riesgo es que la concentración de poder erosiona los mecanismos institucionales que permite los pesos y contrapesos de un sistema democrático, vemos las amenazas contra la corte, el congreso y empuja la concentración de poder, pero cuenta con altos estándares de aprobación.

En El Salvador lo más peligroso es tener un régimen popular, que lo tiene, que genera afrontas a la división de poderes. Está desmantelando esas salvaguardas constitucionales.

Tenemos por otra parte a un Ortega que es lo opuesto a Bukele. ¿Qué tipo de personalidad es para tener una base fuerte que lo apoya?

Contrastando la juventud, el carisma, el apoyo que tiene Bukele, versus un político añejo como Ortega en Nicaragua, la diferencia es la trayectoria de haber desarrollado todo un culto de poder alrededor de él, y toda la institucionalidad que lo mantiene después de tantos años con todos los incentivos, beneficios y relaciones políticas que le permite un poder casi absoluto. Nicaragua es un Estado muy autoritario, pero ya no es producto de carisma, quizá eso fue hace 30 años, lo que hay es una estructura institucionalizada construida alrededor suyo a lo largo de décadas  que sigue operando de manera tan funcional, siendo él la única opción política. A lo mejor, lo que vemos ahorita después de tantos años de experiencia en el poder y toda la institucionalidad que generó alrededor suyo Ortega, es como se quiere ver Bukele en 15 años, si se quiere mantener gobernando tanto tiempo.

Y la lección está ahí, ¿quieres ser un político exitoso en un régimen autoritario?, construye instituciones alrededor tuyo como centro de poder. Y ya tiene varias personas que le están mostrando el camino. y hoy por hoy no veo algo claro que pare a Bukele de seguir esa ruta.

¿Hay algo que se nos escapa de lo que podemos esperar en estas elecciones en la región?

Justo antes de la elección, en todos los contextos los candidatos van a salir diciendo que son victoriosos, que la última encuesta, su encuesta, muestra que tiene una ventaja de tantos puntos, esto puede ser falso en muchos casos, sobre todo cuando no hay un control de esas encuestas, quién las levanta y cómo, y no se informa de manera clara.

Se prevé que los políticos usen estas herramientas como instrumentos de manipulación política, los candidatos se van a autoproclamar ganadores, lo cual es una afronta al procedimiento electoral en sí mismo, lo que cuenta son los votos, no la opinión de la gente.

Lo más peligros es que dependiendo de los resultados, que no espero sean tan cerrados en Nicaragua, puede que tengamos sorpresas en Honduras. Los candidatos sin terminar la jornada van a estar declarándose ganadores y van a generar una avalancha de encuestas asumiendo que eso les va a dar legitimidad, eso significa que las encuestas pueden ser un instrumento de batalla política para inclinar la balanza de la votación en último minuto o después de la votación, incluso las encuestas más serías pueden ser sujetas a la manipulación política en los momentos críticos y decisivos que son días antes de la elección y después de esta, sobre todo si el escenario es muy cerrado, si no se puede declarar un resultado porque toma tiempo.