COSEP Nicaragua

Nicaragua: un superministerio llamado Cosep

*Una alianza del régimen de Daniel Ortega con el sector económico privado, bautizada como “modelo de diálogo y consenso», convirtió al consejo de empresarios en un ente poderoso que puso leyes e instituciones a trabajar en beneficio de Ortega y sus nuevos socios. El matrimonio acabó, y muy mal, cuando le pidieron cuentas políticas al dictador.


Expediente Público

La alianza con el sector empresarial bajo la figura de “diálogo y consenso” le permitió a Daniel Ortega construir su régimen dictatorial con relativa tranquilidad. El acuerdo implícito parecía ser: “organicemos juntos la economía y déjenme a mí el manejo político”.

El pacto llegó incluso a la Constitución Política. Los empresarios lograron además enormes ganancias económicas con ventajas en sus negocios, el nombramiento de 43 de sus miembros en las directivas de instituciones del Estado y consiguieron participación determinante en 124 de las 326 leyes aprobadas por la Asamblea Nacional, con mayoría sandinista, entre 2008 y 2018.

La pieza clave de este matrimonio fue un hombre: José Adán Aguerri, y una organización, el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep). De Aguerri se dice que llegó a ser “el tercer hombre más poderoso de Nicaragua”, y del Cosep, que se convirtió en “un superministerio”.

José Adán Aguerri es el “más serio” de una tradicional familia de Managua conocida como “Los Chanos”, que en su mejor época llegó a administrar hasta 20 salas de cines. El apodo les viene del patriarca, don José Adán “Chanito” Aguerri, quien fue bautizado así en honor a una pieza del juego de cartas o naipes, cuando hacía diabluras como niño en la vieja Managua.

José Adán Aguerri (hijo) estudió su secundaria en el Colegio Centroamérica de Managua, donde hizo migas con personajes que luego serían determinantes en su vida profesional, tales como Sucre Frech Zablah, quien lo introdujo en la Cámara de Comercio en 2005, y César Zamora, empresario de la energía, actual presidente del Cosep y, durante algún tiempo, su concuño. Luego estudió en Economía en la Universidad de Luisiana, Estados Unidos.

Al poder

Sin que se le conozca empresa alguna —él siempre ha dicho que sí tiene, pero por seguridad no revela sus nombres— tuvo un meteórico ascenso en el Cosep. A los nueve meses de llegar a la Cámara de Comercio, de la mano de su antiguo amigo de secundaria, se convirtió en su presidente, y un año más tarde estaría siendo elegido presidente del Cosep, un cargo que no abandonaría sino 13 años más tarde.

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La llegada a la presidencia del Cosep de Aguerri se produce el mismo año que Ortega regresa al poder, en 2007. Para un líder empresarial que pide anonimato a Expediente Público, el economista sin empresa conocida llamó la atención por la dedicación que mostró tan pronto llegó al Cosep. “Chano (José Adán Aguerri) se volvía interesante por su gran capacidad de trabajo y su gran capacidad de incidencia. Él podía tener la posibilidad de ofrecerle al gobierno una verdadera interlocución”, dice.

Otra fuente asegura que Aguerri llegó a esas posiciones empujado por los dueños de los grupos empresariales más grandes de Nicaragua, q uienes lo escogieron como su operador ante las cámaras y ante el gobierno sandinista.

“Los líderes del Cosep, muy politizados en los años 80 y 90, se habían desviado hacia los partidos políticos y las campañas electorales, y surgieron nuevos líderes de la asociación. Estos líderes entrantes eran una generación más joven que sus predecesores inmediatos, y se cruzaron de forma diferente con los conflictos de la época anterior”, señala Rose J. Spalding, del Departamento de Ciencias Políticas Universidad DePaul, Chicago, en el estudio “Relaciones empresariales y estatales en la Nicaragua posrevolucionaria: El realineamiento de las élites y la nueva estrategia de colaboración”.

Según Aguerri, la nueva generación pasó a «sustituir nuestra nueva visión por la de nuestros padres»; Spalding afirma que la nueva estrategia organizativa se centró en el cabildeo pragmático en lugar de la confrontación.    

“Las cámaras, aún las más fuertes, empezaron a perder interlocución propia con el gobierno, y toda la interlocución se hacía través de José Adán. Cuando alguna cámara quería tener esa interlocución, que era natural para temas propios de esas cámaras o sectores, el gobierno mismo —y creo que eso era un acuerdo previo entre el gobierno y Aguerri— decía que toda la interlocución tenía que ser a través de José Adán”, explica la fuente.

Cuellos de botella

El protagonismo de los empresarios coincide también con el esfuerzo del régimen Daniel Ortega por anular a la clase política tradicional como interlocutora, y su decisión de trasladar el debate público de la Asamblea Nacional a la mesa de negociación que luego fue llamada “Modelo de diálogo y consenso”. Dado el desprestigio que habían acumulado los partidos políticos, a la población no le pareció sospechoso este movimiento estratégico.

Por otro lado, los empresarios, incluso los más antisandinistas, aceptaron con resignación este acercamiento, justificado, desde su punto de vista, por la mala experiencia que tuvieron al apostar por Eduardo Montealegre en la campaña electoral del 2006.

La lección que quedaba era “no nos toca meternos en política partidaria y dediquémonos a lo nuestro: los negocios”.

Los conflictos entre las cámaras no eran entonces si debía o no darse el acercamiento con el régimen de Ortega, sino sobre la conveniencia o no de que el nuevo presidente del Cosep, José Adán Aguerri, centralizara toda la interlocución con el gobierno. “Eso causó un cuello de botella y una resistencia en algunas de las cámaras. Hubo una lucha feroz contra esa vaina, de mucha molestia, y comienzan unos conflictos”, relata la fuente.

Para evitar que la correlación de fuerzas internas se volviera en su contra, Aguerri amplía poco a poco la cantidad de cámaras dentro del gremio, que pasa de 12 cámaras cuando asumió la presidencia en septiembre de 2007, a 26 cuando dejó la titularidad en septiembre de 2020. Las grandes decisiones y las elecciones se realizan en el Cosep a través del voto de sus cámaras.

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El acumulador de gestiones ante el poder

Aguerri justificó este crecimiento aduciendo que era una forma de conseguir mayores ingresos, sobre todo para costear el equipo que se formó alrededor de su persona para asumir el enorme frente de trabajo en que se había convertido la gestión ante el gobierno.

Existen “cámaras plenas”, con voz y voto, y con derecho a tres delegados en las asambleas, y “cámaras concurrentes” que eran las menos, tienen derecho a voz, pero no a voto, y solo pueden delegar a un representante en las asambleas. Las cámaras plenas pagan una membresía de mil dólares mensuales, y las concurrentes, 500 dólares.

Todos los conflictos que se encendían, se apagaban, sin embargo, por la misma necesidad de gestión que cada sector tenía.

“Todos sabíamos que habría sido más fácil la gestión si se hiciera con la cámara correspondiente”, dice el líder empresarial.

“Por ejemplo, las empresas que necesitaban renovación de sus permisos de registro, la gestión natural era la Cámara de Comercio con el Ministerio de Fomento. Pero, como no había respuestas por esa vía, todo se hacía a través de José Adán, que se volvió el gran acumulador de todas las cosas”.

El “cuello de botella” llegó a niveles de caricatura. Por ejemplo, cuando el comercio con Venezuela estaba en su mejor momento, José Adán Aguerri era quien daba el visto bueno para las visas de los técnicos y profesionales venezolanos que venían a Nicaragua. O, para que Meteorología diera sus pronósticos del tiempo a los sectores que lo necesitaban, se hacía a través de una enrevesada vía: el sector se lo pedía a Aguerri, este a su vez le escribía a Rosario Murillo, esposa de Daniel Ortega, quien finalmente ordenaba al director del clima la entrega de los pronósticos.

Espacios de encuentro

La gestión entre el Cosep y el gobierno se realizaba a través de varios espacios, en todos los cuales estaba José Adán Aguerri. Los problemas cotidianos se exponían en reuniones directas con ministros o directores de entes autónomos. El presidente del Cosep se hacía acompañar de su equipo técnico, y uno o dos vicepresidentes. Si el tema a tratar era algo puntual de alguna cámara, participaba también alguien del sector.

Temas más amplios se discutían en la llamada “Comisión de Seguimiento” donde la delegación gubernamental estaba encabezada por Bayardo Arce, asesor económico de la Presidencia, y José Adán Aguerri, por los empresarios. Esta comisión se reunía cada tres o cuatro meses.

Bayardo Arce

Otro espacio fue llamado “Consejo de Mesas Sectoriales”, cuyas reuniones se hacían en el Banco Central. La representación gubernamental estaba liderada por Ovidio Reyes, presidente del Banco Central, pero incluía a los ministros de Economía y de Agricultura, directores del Instituto de Protección y Sanidad Agropecuaria (IPSA), director del Instituto Nicaragüense de Tecnología Agropecuaria (INTA), la Policía e Ineter, entre otros.

“La idea”, dice la fuente empresarial, “era solucionar problemas estratégicos, pero se volvía un lugar para solucionar problemas cotidianos porque el cuello de botella que se formaba a través de la gestión centralizada casi nunca era práctico. El Cosep se volvió un superministerio, con todo lo que eso implica, tanto por su poder como por la burocracia que representaba”.

Cada año, las cámaras presentaban su lista de prioridades, que sumadas todas se denominaban Agenda Cosep del Año. “Era como una carta al Niño Dios, donde se ponían temas como permitir el uso de drones para la agricultura, semillas transgénicas, que el gobierno oía, pero generalmente nunca quedaban en nada”, afirma.

Estos espacios no funcionaron simultáneamente. La “Comisión de Seguimiento” funcionó en los últimos años del primer periodo de Ortega (2007-2011) y durante el segundo (2012-2017). El “Consejo de Mesas Sectoriales”, que estaba dirigido al sector productivo, funcionó al final de segundo y durante el tercer período (2018-2021).

Consejeros

Es curioso que el Cosep haya escogido la misma palabra que la mafia italiana para designar al grupo empresarios notables que inciden, generalmente tras bastidores, en el manejo del gremio: Los consejeros. Los “consiglieri” (consejeros) se popularizaron con la novela El Padrino, de Mario Puzo, y, posteriormente, con la saga cinematográfica que, entre otros, protagonizaron Marlon Brandon y Al Pacino.

La idea de Los consejeros nació durante la administración de Ervin Krüger y las razones que se dieron fueron principalmente económicas. A Krüger se le ocurrió hacer un grupo con los grandes empresarios de Nicaragua, para, por un lado, propiciar un acercamiento a la organización y, por el otro, conseguir recursos a través de una cuota de membresía, establecida en 20 mil dólares anuales por cada uno de los consejeros.

Los consejeros eran 10 u 12 grandes empresarios entre los que se contaban, en diferentes tiempos, Carlos Pellas, de Grupo Pellas; Ramiro Ortiz, del grupo Promérica (Banpro), José Ignacio González Holmann, José Antonio Baltodano, del grupo Mercon; Roberto Zamora Llanes, del grupo Lafise; Juan Bautista Sacasa, Jaime Rosales, Alberto Chamorro, César Augusto Lacayo, del grupo Ocal; Miguel Gómez, de Nimac; Ernesto Fernández Holmann, del antiguo Banco Uno; y Miguel Zavala, de Comasa.

“Tradicionalmente, los mayores grupos empresariales del país tenían poca necesidad de organizaciones camerales formales.  Su alto perfil como inversionistas, líderes tecnológicos y empleadores les daba la capacidad de negociar directamente con el gobierno nicaragüense y de obtener acceso a representantes de gobiernos amigos e instituciones financieras internacionales”, explica Spalding.

Los líderes del Cosep advirtieron de esa situación y los costos políticos que significaba. La Junta de consejeros se creó en agosto de 2006, nombrando a once importantes líderes empresariales para su consejo asesor.

“Para que su nombre avanzara, los miembros de la junta de consejeros tenían que aceptar asistir personalmente a las reuniones de la junta, contribuir con una cuota anual y colaborar activamente en las iniciativas de la organización”, añade el estudio. “El proceso mejoró la posición negociadora del Cosep, ya que reforzó el papel de la organización como representante formal de los intereses empresariales”.

Sin embargo, la Junta de Consejeros nunca fue un grupo muy activo. Sus reuniones eran poco frecuentes y solo aparecían en eventos grandes, como el día del empresario o las ocasionales reuniones con Daniel Ortega. No todos mostraban el mismo entusiasmo y le dedicaban la misma cantidad de tiempo a esta actividad. Los más activos siempre fueron el Grupo Pellas y el Grupo Promérica.

El tema de los consejeros siempre fue motivo de discusión entre las cámaras del Cosep que no sabían cuál era la función que tenían y cuán grande era la influencia de ellos en las decisiones que se tomaban. “La relación con los consejeros la manejaba José Adán y la relación con las cámaras la manejaba José Adán, de tal forma que José Adán representaba a las cámaras ante los consejeros y a los consejeros ante las cámaras. Él era la única vía de comunicación de ida y de venida”, explica la fuente empresarial.

El quinto poder

El poder de José Adán Aguerri devenía, principalmente, del monopolio de la relación con el régimen y del poderoso superministerio en que se había convertido el Cosep ya para el segundo periodo de Ortega. Era una especie de quinto poder en el país centroamericano. Aunque el resto de líderes empresariales resentían que Aguerri acaparara la interlocución con el gobierno, evitaban confrontarlo porque, por un lado, había logrado establecer una correlación de fuerzas favorables a él dentro del Cosep con la integración de nuevas cámaras afines a su administración, y, por el otro, el gremio estaba siendo beneficiado por el matrimonio con el régimen, a través de negocios, leyes y gestiones.

Mueva la flecha para ver más. Desde que Daniel Ortega llegó al poder tuvo un acercamiento con los empresarios en su afán de fortalecer el modelo de la alianza público privado. En esta foto aparece con el empresario Carlos Pellas y el ahora preso político, José Adán Aguerri.
Mueva la flecha para ver más. En esas reuniones entre el Cosep y el presidente Daniel Ortega participan empresarios del gran capital como Carlos Pellas, de Grupo Pellas y Ramiro Ortiz, del grupo Promérica (Banpro) que en aquél entonces destacaban como un milagro ese diálogo privado con el gobierno.
Mueva la flecha para ver más. En septiembre de 2019, el empresario José Adán Aguerri sufrió un atentado cuando fue atacado por paramilitares, tras ser detenido por la Policía, al momento de regresar de la ciudad de León, al occidente de Nicaragua. 
Mueva la flecha para ver más. En 2018, el sector privado nicaragüense se unió a la demanda del pueblo que pedía la salida de Daniel Ortega. En esta foto José Adán Aguerri junto a Michael Healy durante una conferencia en la que anunciaban que convocarían a una manifestación pacífica. 
Mueva la flecha para ver más. El presidente Daniel Ortega junto al empresario José Adán Aguerri cuando se reunían con frecuencia. En la actualidad el régimen mantiene encarcelado al expresidente del Cosep quien se ha convertido en blanco del régimen al igual que otros empresarios.
Mueva la flecha para ver más. José Adán Aguerri (segundo de izquierda a derecha) proviene de una tradicional familia de Managua conocida como “Los Chanos que administraban 20 salas de cines. En esta foto aparece junto a su progenitora Hilda Chamorro Hurtado, quien falleció el 11 de octubre de 2021. 

“A Ortega la interesaba cultivar esa relación porque le era útil”, sostiene el economista Enrique Sáenz. “Tuvo para repartir desde el punto de vista fiscal, exoneraciones, las relaciones comerciales con Venezuela más otro tipo de generosidades desde el poder. Si exportabas azúcar a Venezuela, si exportabas carne, tenías que pasar por el embudo de Albalinisa, y eso te aseguraba unos precios rentables, un mercado remunerador. Fue creando confianza”.

En un artículo de Connectas titulado El idilio de Ortega con el gran capital, el experto tributario Julio Francisco Báez, afirma que entre 2010 y 2014 se produjeron exoneraciones por el orden de los 1,100 millones de dólares en Nicaragua, equivalentes al 9.3 por ciento de toda la riqueza que generó el país en ese mismo período.

Los bancos, agrega el mismo artículo, consiguieron índices de rentabilidad superiores al resto de países de la región. “Cuando Ortega llegó al poder en 2007, los índices de rentabilidad anuales eran del 15.4 por ciento, mientras que, en 2016, en pleno funcionamiento del diálogo de consenso con los empresarios, este porcentaje llegó hasta 27.8 por ciento. Ninguno de los países de la región ha tenido este tipo de rendimiento en los últimos 13 años”, dice.

Los depósitos bancarios crecieron entre el 26 y el 167 por ciento, y en algunos casos, hasta en 300 por ciento.

El periódico digital Confidencial reveló que en 2010, cuando el Grupo Aval del colombiano Luis Carlos Sarmiento compró en 1,900 millones de dólares el Banco de América Central (BAC), el empresario Carlos Pellas “pretendía quedarse con el 10 por ciento de las acciones, ofreciendo a Sarmiento a cambio su acceso directo al despacho presidencial de Daniel Ortega, pero el magnate colombiano abrió una línea directa de contacto con Ortega, y al final compró la totalidad de las acciones, evidenciando que Pellas era prescindible en su operación”.

Venezuela llegó a ser el socio comercial número dos de Nicaragua. Según datos del Centro de Trámites de las Exportaciones (Cetrex) para el 2012 se alcanzó el “punto máximo” de esta relación cuando Nicaragua envió productos por el orden de 444 millones de dólares. A partir de ese año, sin embargo, las exportaciones hacia Venezuela comenzaron a caer, y ya para el 2018, ese país petrolero solo facturó 21 millones de dólares, pasando de esta forma a ser el socio comercial número 20 de Nicaragua. Se había terminado el tiempo de las vacas gordas.

Fricciones

La expansión de las exportaciones a Venezuela estuvo determinada principalmente por la caída de los precios internacionales del petróleo que enflaquecieron la cartera venezolana con la que pagaban precios preferenciales por los productos nicaragüenses.

El economista Enrique Sáenz explica a Expediente Público que la práctica extinción del canal venezolano, a través del cual se hacían grandes negocios, trajo fricciones en el modelo corporativista que sostenían empresarios y Ortega. Pero no era esa la única fuente de fricciones. En la medida que el mismo Ortega amplía sus negocios, va jugando con ventaja en detrimento de otros empresarios tal como lo hizo Anastasio Somoza en su momento. De igual forma, al favorecer a algunos sectores, terminaba perjudicando a otros.

Pone de ejemplo al sector energía, uno de los mimados del régimen, cuyos beneficios perjudican a otros empresarios. Relata que en una ocasión fue invitado sorpresivamente a una reunión de empresarios en un hotel en Managua, la capital nicaragüense. Los empresarios le expusieron cómo el kilowatt/hora había pasado de seis centavos a 11 para favorecer a las empresas de energía, y cómo los afectaba a ellos ese aumento de la tarifa.

“A estos grupos rentistas de la energía no les importaba cómo les fuera a los comerciantes, a los industriales pequeños o medianos con las tarifas eléctricas. Igual pasa con las tasas de interés, o los precios del combustible que son los más altos de Centroamérica”, dice Sáenz. “Los empresarios querían que yo hiciera la denuncia porque ellos no podían”.

El empresario que pidió anonimato reconoce que durante esos años se “hicieron buenos negocios” principalmente en carne procesada, leche, energía y minas, pero considera que es un error atribuir esa bonanza solo a la alianza entre empresarios y gobierno. “Había cierta bonanza económica que no sólo era por el gobierno, sino por buenos precios y por las inversiones que se hicieron”, dijo.

Sáenz, por su parte, dice que “no se puede meter a todos los empresarios en el mismo saco. Hay sectores empresariales que pagan impuestos, que pagan aduanas, que los persigue el INSS (seguridad social) y no participan en las licitaciones amañadas, pero asimismo hay grupos rentistas, que se han beneficiado de esa relación con Ortega y que no son capital de riesgo”.

Modelo a exportar

Daniel Ortega presumía de la alianza con los empresarios. “Aquí somos un solo gobierno, trabajadores, empresarios y el Estado, dándole su lugar y dándole su espacio a la empresa privada, desde la más grande hasta la más pequeña”, dijo Ortega el 25 de abril de 2017, poco después de empezar su tercer periodo consecutivo de Gobierno en 2017.

Explicó cómo funcionaba el modelo de diálogo y consenso, que a esas alturas ya había llegado hasta la Constitución Política: “El Gobierno negocia las leyes con el sector privado y los representantes del Cosep, y después los acuerdos de consenso se mandan a la Asamblea Nacional para su aprobación”.

Los empresarios también presumían. José Adán Aguerri celebró la “cosecha de leyes consensuadas” que benefician el clima de negocios en Nicaragua.

Carlos Pellas, uno de los más grandes empresarios nicaragüense, afirmó que era un modelo a imitar por otros países. “A mí me parece sumamente revolucionario y al mismo tiempo sumamente positivo para el futuro de este país, buscar como institucionalizar este modelo porque está dando frutos extraordinarios”, dijo el 4 de septiembre de 2013, durante una reunión con Ortega.

El exdirector ejecutivo de la Cámara de Comercio de El Salvador, Federico Hernández, relata Expediente Público aquellos días cuando la alianza entre empresarios y régimen se presentaba como un modelo a copiar en otros países.

“En aquel momento yo fui testigo de todo el proceso y los conocí de cerca en la medida en que tenía y tengo amistad con muchos empresarios nicaragüenses y en efecto se vendía en aquel momento sobre todo por la cúpula del Cosep como una especie de panacea, algo que era replicable en toda Centroamérica porque conseguía que, a pesar que se tenía un régimen con cierta proclividad al autoritarismo en Nicaragua, se mantuviera de alguna manera intacta la relación productiva y eso hacía que no se arriesgara el desarrollo económico nicaragüense”.

“Recuerdo que tuvimos discusiones muy fuertes con la gente del Cosep, al menos en el caso de la Cámara de Industria y Comercio de El Salvador, porque nosotros decíamos que eso, aunque puede durar un tiempo, es imposible mantenerlo a largo plazo”, añade.

“La razón es muy sencilla: porque cuando se caen los pilares que sostienen las democracias y la institucionalidad, eventualmente esto tiene un impacto muy negativo en la economía. Esto que aparentemente les está funcionando, eventualmente va a terminar comiéndoselos”, afirma.

Dice Hernández que personeros de Cosep los alentaban a mantener una relación similar con el gobierno del FMLN. “Nosotros les decíamos que no, que desde la las gremiales empresariales salvadoreñas, nuestra actitud era no acostarnos con el régimen”.

Aguerri: de la cumbre del poder al sótano del abuso

El economista Enrique Sáenz considera un error afirmar que los empresarios no se metieran en política en virtud de su pacto con Ortega. “Las declaraciones de Pellas que este era un modelo para exportar, no eran declaraciones económicas, eran un gesto político y no hay acción más política que la legislación, las políticas públicas y la promoción internacional del régimen, y las tres las hicieron ellos”, dice. “Que se quedaron callados alrededor de los abusos, eso es otra cosa”.

Ortega usó su alianza con los empresarios para instaurar su dictadura. En enero de 2014 se aprobaron las reformas constitucionales que le otorgaron más poder, establecieron la reelección indefinida y la posibilidad de elegir al presidente en primera vuelta con mayoría simple.

Esas mismas reformas formalizaban la alianza gobierno-empresarios al establecer en el artículo 98 de la Constitución Política que el desarrollo económico se “impulsará a través de un modelo de alianza del gobierno con el sector empresarial pequeño, mediano y grande, y los trabajadores, bajo el diálogo permanente en la búsqueda de consensos”. Era una de cal y otra de arena.

José Adán Aguerri llegó incluso, en diciembre de 2011, a solicitar una oficina para el Cosep en el parlamento. “Lo que estamos solicitando de manera concreta es no seguir siendo puentes de diputados, como hemos sido en el pasado, sino que nuestros abogados que tienen presencia ahí, tengan las facilidades de tener las condiciones que permitan que su trabajo pueda ser más fluido”, dijo.

“Con la reforma constitucional y la concentración del poder, Chano (José Adán Aguerri) se volvió más soberbio. Para mí, el poder lo endiosó”, considera la fuente empresarial.

El Cosep se había vuelto un superministerio en este matrimonio. Entre 2008 y 2018, bajo este modelo, los empresarios lograron el nombramiento de 43 de sus miembros en las directivas de instituciones del Estado y participaron en la elaboración en 124 de las 326 leyes aprobadas por la Asamblea Nacional.

Nada parecía indicar entonces que esta pareja de aliados estaba cerca de tirarse los platos, en un divorcio tan grande que, hasta sus más notables líderes, incluyendo a José Adán Aguerri, terminarían presos del mismo poder autoritario que ayudaron a construir.