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Política de Estado insuficiente para prevenir el consumo de drogas

El Instituto Hondureño para la Prevención del Alcoholismo, Drogadicción y Farmacodependencia (Ihadfa) es la única entidad del estado hondureño (pública) que tiene entre sus funciones alejar a los jóvenes de las drogas. En 2019 tenían la meta de  a 30,000 de los más de 2 millones de estudiantes de secundaria de todo el país. Según la ley de la institución su objetivo es la investigación y la prevención del alcoholismo, drogadicción y farmacodependencia, y el tratamiento y la rehabilitación de los afectados por estas enfermedades. Sus mensajes y campañas a través de los medios de comunicación, en escuelas y colegios, etiquetas en cajetillas de cigarrillos y botellas de alcohol son en base a esos objetivos.

El Ihadfa, con 31 años de servicio, recibió un presupuesto de 18.9 millones de lempiras (771,000 dólares) en 2019, muy distante de los más de 400 millones de dólares que recibió el ejército para reforzar en enfoque de militarización de la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado.

Según la misma ley del Ihadfa la prevención constituye su objetivo fundamental con la finalidad de promover “la salud con la participación efectiva de la comunidad hondureña en general, la juventud y la niñez en particular, como fuente de alternativa gratificantes de la vida y de trabajo ante el consumo del alcohol y otras drogas”.

Indican que para la ejecución de este objetivo el Ihadfa implementará programas educativos por todos los medios disponibles a su alcance y ejercerá acciones y medidas de control de la publicidad y propaganda, venta y consumo de tales productos.

Sin embargo, muchos jóvenes nunca escucharon mensajes de prevención en sus colegios. Por ejemplo, Dennis es un joven de 23 años de edad que consume marihuana desde hace cinco años, y nunca ha participado en un programa que le ayude a luchar contra su adicción.

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En algún momento de su adolescencia se graduó en la escuela secundaria como técnico en computación, pero ya olvidó cómo reparar computadoras. De su primer empleo en una tienda de tecnología donde ganaba 10,700 lempiras mensuales, unos 435 dólares, lo despidieron por bajo rendimiento y por llegar tarde. Ahora trabaja en una carnicería en el mercado Concepción de la San Pedro Sula, al norte de Honduras. De los 4,800 lempiras que ahora gana al mes (195 dólares), aparta 900 Lempiras (37 dólares) para el consumo de marihuana.

Dennis es consciente de su adicción, pero expresa que no quiere ni puede dejar de consumir, aunque esto le impide posicionarse en otro puesto de trabajo con mejor salario, porque en Honduras muchas empresas exigen examen antidopaje, situación que no está contemplada en las leyes laborales pero sí es socialmente aceptada.

Su madre, Lourdes, una señora de pocos recursos económicos, sabe que su hijo tiene problemas por el consumo de marihuana, por eso dispuso llevarlo al centro de rehabilitación Emanuel, en Santa Rosa de Copán, a 157 kilómetros de San Pedro Sula.

Lourdes es un ama de casa por lo que no puede pagar mucho. En el centro Emanuel, después de hacer una evaluación económica, las personas se comprometen a pagar entre 1,500 (unos 61 dólares) y 3,000 lempiras (122 dólares) mensuales. Sin embargo, en otros centros los costos se pueden elevar hasta 400 y 500 dólares mensuales.

Dennis es parte de los 271 millones de personas que en algún momento consumieron drogas en el mundo, según el reciente Informe Mundial de Drogas de 2019. Ese informe señala, entre otras cosas, a México y Centroamérica en su conjunto como rutas para el tráfico de cocaína y heroína hacia Estados Unidos.

MARIHUANA, MÁS ACCESIBLE

La marihuana es la droga de mayor consumo en el país por ser la más barata y, sobre todo, accesible para personas de pocos recursos. Así se comprobó en una encuesta sobre la prevalencia del consumo de alcohol, tabaco y otras drogas, hecha por Ihadfa en 2016 a 999 estudiantes de ambos sexos, en edades de 9 a 24 años, pertenecientes a 21 institutos públicos de los departamentos de Copán, Colón, Choluteca, El Paraíso, Francisco Morazán, Intibucá y Olancho.

La droga de mayor prevalencia era la marihuana con 5.9%, seguida de la cocaína con 2.8%, consumida por los sectores de mayor poder adquisitivo, según la encuesta. Los centros educativos públicos y privados, barrios y colonias, discotecas y bares, son escenarios cotidianos del tráfico minorista de narcóticos.

En sus últimas investigaciones, otro informe del Ihadfa de 2018 encontró que el consumo de alcohol y drogas se incrementó en los centros educativos, con mayor incidencia en la población de entre 11 a 17 años. Para el 2012 los datos oficiales mostraban que un 14 por ciento de los estudiantes hondureños consumían drogas, mientras que para el 2018 la cifra alcanzó el 29 por ciento.

PREVENCIÓN Y EDUCACIÓN

En junio de 2015, el Gobierno echó a andar el Programa Nacional de Prevención y por ello, a través de la primera dama Ana García, firmó un acuerdo con las organizaciones no gubernamentales “Mente Sana, Cuerpo Sano” y “Mundo Libre de Drogas” para dictar conferencias en escuelas y colegios, además de la distribución de folletos y materiales audiovisuales.

Esas organizaciones han estado promoviendo la campaña “La verdad sobre las drogas”, dirigida a jóvenes entre 12 a 25 años. En 2018 la Secretaría de Educación informó que hasta ese momento se había capacitado a unos 200,000 jóvenes en temas de prevención.

Otro de los proyectos orientados a los jóvenes es The Gang Resistance Education And Training (GREAT: Programa de Educación y Entrenamiento en Resistencia a las Pandillas), financiado por el Gobierno de Estados Unidos a través de la Sección de Asuntos Internacionales Contra el Narcotráfico y Aplicación de la Ley.

Sin embargo, como su nombre lo indica, su objetivo principal es prevenir el acceso a las pandillas, aunque dentro del ciclo de charlas y otros recursos utilizados está la temática sobre prevención de drogas. GREAT nació en 1991 en Phoenix, Arizona, y comenzó su expansión a todo Estados Unidos. En el 2009 la metodología se amplió a Centroamérica y en 2012 comenzó a implementarse en Honduras a través de la Policía Nacional. “Nos sentimos muy satisfechos. Ha sido muy productivo a nivel nacional con una capacitación de no menos de 400,000 jóvenes que van a ser el futuro, que van a tomar las mejores decisiones”, refirió José Rolando Casco, comisionado de la Policía Comunitaria en Honduras.

El profesor José Humberto Rodríguez, de la escuela Norberto Guillén, en el municipio de Cedros, del Departamento de Francisco Morazán, (94 kilómetros al norte de Tegucigalpa) indica que el programa GREAT estuvo al menos durante seis meses trabajando con niños de educación primaria que abarca del primero al sexto grado.

“Nos han estado apoyando en capacitaciones, a los grados cuarto, quinto, sexto más que todo va dirigido en capacitarlos y hacerles conciencia en los valores que debe tener un ciudadano para desarrollarse e incrustarse como una persona útil en la sociedad. De esa manera se pueden apartar de las malas organizaciones que hay en nuestra nación y lograr que el niño sea un ciudadano de excelente comportamiento”, indicó el profesor. Por “malas organizaciones” hace referencia a las maras y pandillas.

La policía clase 3 Dania Corrales señala que el objetivo de GREAT es “inmunizar” a los niños y jóvenes para evitar que ingresen a las pandillas. Indicó que la policía cuenta con 197 instructores a nivel nacional. “Cuando entramos a trabajar en centros educativos y llegamos a un niño, sabemos que estamos llegando a una familia y si llegamos a una familia llegamos a una comunidad”, indicó Corrales.

Enfatizó que el objetivo es enseñarles mediante la educación y la diversión, a tomar buenas decisiones, fortalecer sus valores y así alejarse de organizaciones criminales como las maras y pandillas.

CENTROS DE ALCANCE 

Otra iniciativa cuyo propósito es alejar a los jóvenes de las maras y drogas, son los Centros de Alcance, de los cuales ya hay al menos 68 instalaciones en siete ciudades de Honduras: Tegucigalpa, San Pedro Sula, Choloma, La Lima, Tela, La Ceiba y Puerto Lempira.

Por lo general, los edificios de los Centros de Alcance están equipados con salas de cómputo, áreas de juegos, algunos tienen gimnasios y áreas para dictar charlas. En algunos de estos sitios suelen gestionarse cursos a través de voluntarios que llegan a impartirlos.

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Según sus promotores los Centros de Alcance benefician a unos 40,000 jóvenes a nivel nacional. Hasta ahora las organizaciones involucradas en su administración no han hecho estudios sobre el impacto en la juventud hondureña. Además, como ya se apuntó, no es dirigido específicamente a evitar la drogodependencia, sino que su objetivo es más amplio: sacar a los jóvenes de las calles y que en su lugar se concentren en tareas enriquecedoras para su vida.

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