China central america Matt Schrader

China es una amenaza a las instituciones, a la democracia y la transparencia, asegura analista del Instituto Republicano Internacional

*Matt Schrader, asesor sobre asuntos chinos del Instituto Republicano Internacional, asegura que China “está feliz” de hacer tratos con dictadores y de ayudarlos a mantener su poder.

** Las empresas chinas rompen las reglas de transparencia en los países con los que se asocian, y así empeoran los problemas que ya existen, a través del uso de sobornos y otras formas de corrupción. 


Expediente Público

La presencia de la República Popular China en América Latina es sumamente peligrosa para la institucionalidad democrática y la transparencia en los países de la región debido a su afinidad con dictadores y su disposición para hacer tratos corruptos con políticos en la región, aseguró Matt Schrader, asesor sobre asuntos chinos del Instituto Republicano Internacional (IRI), en una entrevista con Expediente Público

Schrader fue uno de los expertos temáticos de un foro sobre la influencia e intereses chinos en el mundo, realizado en Washington D.C., bajo la coordinación del Centro para el Impacto Global, del Instituto Republicano Internacional.

“Yo creo que la razón sobre la que necesitas preocuparte es que China está totalmente contenta trabajando con dictadores que quieren comprar tecnología para monitorear disidentes. Está totalmente feliz de hacer tratos corruptos con políticos que quieren el dinero para poder hacer sus propios proyectos”, explicó Schrader, cuya especialidad es explicar cómo China está afectando al sistema político de los países y asesorar en contenerla.

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Según Schrader, China está apareciendo en todo el mundo y “no todo el mundo entiende lo que está sucediendo o por qué”. Pero advierte que la presencia china implica amenazas a la institucionalidad, a la transparencia, a la seguridad nacional y a la seguridad regional.  

Indicó que muchos ciudadanos están preocupados porque piensan que China es un peligro para instituciones importantes, como la democracia, la prensa libre y la responsabilidad gubernamental.

“Cuando entidades importantes de China van al extranjero, están felices de trabajar con la gente en otros países a los que tampoco les importa la democracia y están felices de ayudarlos a mantener su poder”, advierte el asesor del IRI.

Reconoció que “no todo trato con China o todo comercio con China es corrupto” y “hay muchas buenas maneras de comercializar con China que beneficie a ambos lados, pero simplemente es un hecho que China se guía por un diferente conjunto de reglas”.

“Si te preocupa la transparencia, la responsabilidad, y el Estado de derecho en tu país, entonces la gente que está a cargo de China no son tus aliados realmente, porque eso no es importante para ellos”, advierte Schrader.

Bajo las reglas de la corrupción

Schrader dijo a Expediente Público que las prácticas corruptas de China Popular pueden percibirse en casi cada negocio en el que se han involucrado en la región.

El analista señala que cuando una empresa china o un millonario de ese país incursiona en otra nación no se ven obligados a jugar con las mismas reglas que lo hacen las empresas de los Estados Unidos, o una agencia gubernamental de la Unión Europea.

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“Saben que no se van a meter en problemas en Pekín si están sobornando a un funcionario local, o si están rompiendo reglas locales de alguna manera, rompiendo las reglas ambientales o normas de transparencia o normas de contratación pública”, agrega.

Según Schrader, la gente ya está frustrada por la corrupción y el amiguismo, así como por las formas en que los políticos están haciéndose ricos y sin beneficiar a otras personas. “Cuando aparece una empresa estatal china, no tienen ningún problema en jugar de acuerdo a estas reglas, y así pueden empeorar los problemas que ya existen”. 

A su criterio, ya se ha “visto muchas veces”, que cuando se presenta una creciente participación de China en un país, se empeoran muchos de los problemas por los que la gente ya está frustrada. 

En muchos países de Centroamérica la inversión china ha potenciado situaciones de vulnerabilidad social, política y ambiental. El respaldo de los derechos humanos, laborales, de las prácticas de rendición de cuentas no son una prioridad de las relaciones del Gigante Asiático con sus socios.

Seguridad nacional 

Schrader señala que el debate sobre si China es una amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos, es uno de los más complicados dentro de ese país.

“Hay gente que lo ve como una cuestión de seguridad nacional, quien mira lo militar, o miran la tecnología militar, o piensan sobre Taiwán”, señala. 

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Sin embargo, considera que es más preocupante la influencia China sobre la democracia que el impacto que pueda tener en la seguridad nacional. 

Según el analista, a la gente que le preocupa la seguridad nacional, están enfocadas en la posibilidad de que esa nación instale, por ejemplo, estaciones de escucha satelital en países del hemisferio occidental.

“Esto ya ha ocurrido en Argentina. Hay rumores que lo quieren hacer en países de Centroamérica, básicamente China quiere cooperar con los países en el hemisferio occidental sobre una base militar, porque podría darle a China una ventaja en una potencial guerra con Estados Unidos sobre algún lugar, como Taiwán”, explica. 

Según Schrader, por eso ha habido casos de empresarios chinos que muestran insólitas ofertas para comprar islas en algunos países centroamericanos “que no está muy claro cuál es el uso de esto, excepto como saben, posibles estaciones satelitales de escucha, así que, si te preocupa la seguridad nacional, eso probablemente es lo que te preocupe”.

El caso que menciona Schrader es el de la isla Perico, en el lado salvadoreño del Golfo de Fonseca. Un empresario chino, Bo Yang, con nexos con el gobierno de su país, adquirió el islote en 2019, generando preocupación nacional y de Estados Unidos.

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China y el espionaje político   

Schrader cita dos casos concretos en América Latina donde China Popular colaboró con regímenes autoritarios para espiar a sus ciudadanos y, en especial, a opositores.

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“En Venezuela una compañía de tecnología china ayudó a implementar un sistema de identificación nacional que, de hecho, se usó para ayudar a señalar disidentes, y así negarles beneficios sociales”, relató Schrader.  

Esto en referencia a un contrato con la empresa china ZTE, que desarrolló el sistema conocido como el “Carné de la Patria”, cuestionado como un mecanismo para ejercer “control ciudadano”.

China aportó tecnología y asistencia técnica para ayudar a procesar grandes cantidades de datos y monitorear a personas que el gobierno consideraba “enemigos”. El equipamiento incluía sistemas de cámaras de televisión, aparatos para la toma de huellas dactilares, reconocimiento facial, sistemas de algoritmo de palabras para el internet y para las conversaciones.

El asesor del IRI también mencionó el caso de otra compañía china que ayudó a implementar una red nacional de vigilancia en Ecuador, “que se usó por la policía para ayudar a perseguir disidentes”.

El sistema chino se instaló en Ecuador en 2011, mientras gobernaba Rafael Correa, quien también adquirió un enorme endeudamiento con el Gigante Asiático.  

China y la institucionalidad

Schrader señala que muchas investigaciones realizadas en Latinoamérica, el sudeste de Asia, África y las Islas del Pacífico, advierten que las instituciones de los países se ven comprometidas con China, afectando su natural desenvolvimiento.

“Si tu país tiene muy buenas instituciones periodísticas, una prensa fuerte, una rama judicial fuerte, si tienen fuertes leyes de transparencia, divulgación y de responsabilización, entonces tienen mucha menos probabilidad de ver estos efectos preocupantes”, señala Schrader.

El analista señala que no se trata de decir que no hagan negocios con China, pero advierte que “tiene que ser dentro de una lógica que asegure que este país, que no valora la democracia, no debilite la suya”.

Schrader ejemplifica las diferencias significativas en la relación entre Chile (un país con instituciones democráticas sólidas) y China; versus lugares como Venezuela y China.

El papel de Estados Unidos

Para Schrader, Estados Unidos “no es tan poderoso como la gente piensa que somos”.

Desde su experiencia, apunta que donde hay presencia estadounidense, la gente quiere saber qué puede hacer Estados Unidos por ellos. “Y nosotros podemos hacer mucho”, pero la capacidad real para influir en los acontecimientos sobre el terreno es mucho más limitada de lo que la gente usualmente piensa, dice el analista.

Rememoró cómo gobiernos autoritarios alrededor del mundo acusan a Estados Unidos de ser quien está “detrás de todo” lo que a ellos no les gusta. “Yo desearía que fuéramos así de influyentes, pero no lo somos. No tenemos ese poder”.

Insiste en que Estados Unidos puede ayudar, “pero nuestra habilidad de ayuda puede no ser la que tú esperas”. Manifestó su esperanza porque su país haga más por ofrecer asistencia técnica a los países que están negociando los acuerdos de la Ruta de la Seda con China.

“Y creo que también la gente en América Latina debe estar diciendo a otros países democráticos importantes, como el Reino Unido, Alemania, Francia, Australia, Dinamarca, Noruega, Finlandia, Suecia, como todos los grandes donantes, es necesario que realmente se lo digan: necesitamos más asistencia técnica para trabajar en cosas como el efecto de China en la democracia”, concluyó.