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Derechos electorales de las mujeres en Honduras, un siglo de historia

Pasaron poco más de cien años desde que unos incipientes diputados del Congreso de Honduras debatían sobre la conveniencia de otorgar el voto a las mujeres, a finales del siglo XIX, hasta que una mujer llegó a ostentar una candidatura como aspirante presidencial, y perdió, en 1997. 

Marvin Barahona, doctor en Ciencias Sociales e historiador, comenta que en 1894 algunos diputados propusieron que las mujeres adquirieran el derecho a votar. En ese entonces, fue un pequeño grupo de legisladores, en su mayoría pertenecientes al Partido Liberal, quienes plantearon “algunos debates interesantes que quedan consignados en las actas en ese tiempo y no se aprobó”.

Influencia de las intelectuales

A comienzos del siglo XX surge el movimiento de las Sufragistas en diversas partes del mundo, lo que marcó el camino para la aprobación del voto de las mujeres en Honduras. “El sufragismo fue un paraguas muy amplio a nivel internacional, pero también en Honduras, donde aparecen mujeres que ya toman la palabra, por sí mismas, crean organizaciones, se pronuncian a favor de los derechos de la mujer. Con la reforma liberal las escuelas de niños y los institutos de educación media que se crearon, se ayudó a las mujeres para que tuvieran acceso a la educación. Luego, comenzaron a escribir en algunas publicaciones. No eran muchas, pero estaban presentes”, indicó Barahona.

Sobre el tema, la historiadora y feminista, Anarella Vélez, explicó a Expediente Público que “a finales del siglo XIX la lucha de las Sufragistas toma auge en Estados Unidos y en otros países. En Honduras, en los primeros 20 años del siglo XX algunas mujeres, como Visitación Padilla y Graciela García ven , la necesidad particular de tener mejorar e incrementar la educación de mujeres, Para entonces la reforma liberal había permitido crear escuelas normales, donde las mujeres podían formarse para ser maestras. Entonces ellas, como Visitación Padilla y Graciela García, fueron reflexionando y haciendo actividades y acciones diversas para el reconocimiento de los derechos de las mujeres y su participación en los espacios públicos”.

Anarella Vélez explica que durante la década de los años 40s, surgieron mujeres que organizaron importantes grupos. Por ejemplo, la periodista y escritora María Trinidad Delcid, fundó el Comité Femenino Hondureño y la poeta Olimpia Varela, fue la responsable de darle vida al grupo Ideas. “En todas estas luchas estuvo Lucila Gamero de Medina, Clementina Suárez, Argentina Díaz Lozano, todas grandes escritoras hondureñas”.

El doctor Marvin Barahona también enfatiza el papel que jugó Graciela García: “Vivió en Tegucigalpa y era de origen salvadoreño. Ella se vincula con los derechos de ciudadanía de la mujer, con el sufragismo político y con la educación, lo hace desde una organización propia. En ese sentido, ya hablamos del empoderamiento de la mujer a través de la creación de organizaciones propias. Se llamó Cultura Femenina”.

No se puede hablar de la incursión de la mujer en política sin mencionar su creciente participación en el ámbito académico e intelectual. “Las mujeres no estaban autorizadas para ir a la universidad. En principio, la educación superior era para los hombres. En aquel entonces, asistían la clase acomodada y alta, ni siquiera las mujeres de élite estaban autorizadas para ir a la universidad”, recordó Barahona.

A pesar de esa prohibición cultural, las mujeres se inscribieron en la universidad y lograron obtener diplomas, de tal manera que en los años 30s y 40s aparecen las primeras mujeres con educación superior en Honduras. Precisamente en 1931, Corina Barahona rompe todos los paradigmas de la época y se gradúa como doctora en Química y Farmacia, carrera adscrita a la Facultad de Ciencias Médicas.

“Eso fue un paso muy importante entre los años 20s y 50s, en los cuales las mujeres hablan con voz propia, tienen revistas, organizaciones. Muchas de ellas en los años 50s escriben en los periódicos nacionales de ese tiempo, especialmente en el Diario El Cronista”, detalla Barahona.

El ensayo “Movimiento de mujeres en Honduras en las décadas de 1950 y 1960: cambios jurídicos y tradiciones culturales”, de Karla Milla, expone que “los grupos de mujeres que se organizaron en Honduras hacia la década de 1920 adquirieron un cierto nivel de experiencia organizativa; en su mayoría, estas mujeres poseían una instrucción magisterial y provenían de espacios de trabajo comunitario-laborales ya fuese en instituciones de enseñanza, iglesias o catequesis, entre otros. Allí se habían familiarizado con las relaciones grupales democráticas y con una mayor comprensión sobre su entorno social, especialmente el urbano”.

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El primer paso en política

Pese a los avances en el ámbito intelectual, aún los partidos políticos no brindaban ninguna apertura a las mujeres, explica el historiador Barahona. Esta tendencia se consolidó en los años 30s, durante el gobierno del dictador Tiburcios Carías Andino, quien se mantuvo en Casa Presidencial durante 16 años.

La necesidad de enfrentar y sacar del poder a Carías, quien dirigió el país con mano de hierro, brindó a las mujeres la oportunidad de adquirir un papel protagónico y muy amplio, especialmente en las marchas de 1944 en San Pedro Sula. Por ejemplo, en la jornada histórica del 6 de julio de aquel año varias mujeres fueron asesinadas por agentes del régimen, que dispararon a una multitud desarmada mientras marchaba por la Calle del Comercio, en ese entonces la más amplia de la ciudad.

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Bajo la presión de los Estados Unidos, Tiburcios Carías Andino fue obligado a convocar a elecciones en 1949. Tras un proceso considerado como fraudulento, fue electo presidente Juan Manuel Gálvez, quien había sido su ministro de Guerra.

Durante la administración de Gálvez, de 1949 a 1954, se genera una huelga bananera que cambió la historia de los derechos laborales del país y al mismo tiempo sentó las bases para nuevas reformas sociales. Las exigencias de esa huelga originaron en los años subsiguientes los conceptos de salario mínimo, horarios de trabajo, vacaciones, seguridad social, compensación por despidos y jubilaciones, entre otros, teniendo como punto culminante la aprobación del Código de Trabajo en 1959. En ese contexto se desarrolló un terreno fértil para debatir sobre una mayor participación de la mujer.

En el mismo año de la huelga, 1954, renuncia Juan Manuel Gálvez y asume quien hasta entonces era su vicepresidente, Julio Lozano Díaz. Durante su administración, de apenas dos años, fueron aprobadas algunas de las reformas que favorecían a los trabajadores, como la Carta Fundamental de Garantías del Trabajo, pero también el 25 de enero de 1955 fue ratificado el decreto 30 (aprobado un año antes) para que las mujeres pudieran votar. El 25 de enero es el Día de la Mujer en Honduras, en conmemoración de ese hito histórico.

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En 1956 Lozano Díaz fue víctima de un golpe de Estado militar que instaló al frente del gobierno a un triunvirato de altos oficiales, quienes convocaron a elecciones en 1957. Estos fueron los primeros comicios en los que votaron las mujeres, proceso en el cual resultó electo Ramón Villeda Morales.

La lucha feminista

Pero todo ese proceso de apertura política no fue impulsado exclusivamente por hombres. Hacia 1951, las agrupaciones de mujeres concentradas en su mayoría en Tegucigalpa formaron una alianza con el propósito de lograr el reconocimiento de los derechos civiles, quedando constituida la Federación de Asociaciones Femeninas de Honduras (FAFH)”.

El ya citado ensayo “Movimiento de mujeres en Honduras en las décadas de 1950 y 1960: cambios jurídicos y tradiciones culturales”, apunta que la FAFH, en la década de 1950, surgió como la principal organización de mujeres cuyas protagonistas buscaron formas de vincularse con las nuevas instancias internacionales, como la CIM (Comisión Interamericana de Mujeres), para así promover cambios jurídicos que afectaban la condición de las mujeres de Honduras. Los objetivos especiales de la FAFH fueron el sufragio y también cambios al Código Penal de 1906, el cual registraba importantes estipulaciones legales en torno a la vida conyugal en el país”.

“A finales de la dictadura de Carías en 1948 hicieron una solicitud para la aprobación del sufragio femenino, pero no fue escuchada, luego en el Gobierno de Lozano Díaz, debido a las consecuencias de la huelga de 1954, les tocó hacer muchas concesiones a nivel interno”, recuerda Anarella Vélez.

La historiadora explica que la existencia de organizaciones internacionales importantes y la declaración de los derechos humanos, fomentaron un clima favorable para que las demandas de las mujeres fueran escuchadas.

“En 1955 modifican el decreto 30, que modificaba otro decreto, que era el 24, y según el cual se nos reconocía el derecho a votar, pero todavía no era un derecho universal, ya que solo era para las mujeres que sabían leer, escribir y casadas. Por esa situación, hasta las mujeres profesionales no podían ejercer su profesión legalmente”, enfatizó.

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Pasaron 42 años desde la aprobación del sufragio femenino, para que una mujer aspirara a la presidencia de la República, la primera fue en 1997, Nora de Melgar por el Partido Nacional, luego en el 2013, la esposa del expresidente Manuel Zelaya, Xiomara Castro, con el Partido Libertad y Refundación; y en las elecciones del 2017, participó Marlene Alvarenga en las planillas del Partido Anticorrupción (PAC).

A la fecha, todavía no se sabe la cantidad de candidatos que participarán en las elecciones internas de marzo del 2021. Los diputados del Congreso Nacional solicitaron al Consejo Nacional Electoral (CNE), alargar el plazo para la presentación de las planillas para las elecciones internas, previamente establecido para el 13 de noviembre. El plazo se extendió hasta el 6 de diciembre.