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El silencio de los evangélicos ante la represión del régimen de Daniel Ortega

La Iglesia evangélica no juega ningún rol frente a la represión en Nicaragua. Individualmente son como observadores con miedo a sufrir represalias, como colectivo temen ser ilegalizados y confiscados. Por otro lado, a pesar del intento de algunos pastores de capitalizar políticamente su influencia, la mayoría predica una doctrina que interpreta su papel al margen de la política y ajenos a los problemas seculares del mundo, explican expertos a Expediente Público.

Con esta posición, los evangélicos en Nicaragua parecen más discípulos del papa que los mismos obispos, por su silencio formal y estilo apolítico o renuente al conflicto. De Lutero, quien protestó contra el poder político-religioso de su época, de Luther King Jr., quien luchó por los derechos civiles o la iglesia confesante durante el nazismo alemán, no hay mucho.

A pesar de esta alienación de las realidades de la sociedad y la complicidad con el régimen de un grupo de pastores prominentes, la iglesia evangélica también sufre directa e indirectamente la represión. El régimen Ortega-Murillo no quiere dejar la posibilidad de una rebelión, ni siquiera entre corderos sumisos o temerosos, pero que representan unos dos millones de personas, especialmente en el Caribe nicaragüense, donde tienen un rol cultural y de arraigo.

Expediente Público conversó con pastores y miembros de las iglesias evangélicas sobre libertad religiosa y sus puntos de vista sobre su papel en un contexto de represión y acoso a la Iglesia católica.