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Estos son los rostros de abril de Nicaragua que exigen justicia y democracia

*Amaru Ruiz, director de Fundación del Río, la estudiante Madelaine Caracas y el periodista Aníbal Toruño cuentan qué ha pasado con sus vidas estos cinco años.

**Lizeth Dávila, madre del estudiante asesinado Alvarito Conrado, espera que inicien los procesos judiciales internacionales contra Daniel Ortega y Rosario Murillo y sus funcionarios por delitos de lesa humanidad.


Expediente Público

La lucha cívica ha marcado un antes y un después en la vida de muchos líderes de oposición: estudiantes universitarios, defensores de derechos humanos así como las madres de los asesinados y todos los sectores involucrados en el compromiso de una Nicaragua libre y democrática.

Hoy casi todos están en el exilio y han tenido que comenzar una vida fuera del país centroamericano que los vio nacer. El régimen sandinista sigue intentando amedrentarlos con el despojo de su nacionalidad, amenazas a familiares, confiscaciones de bienes y propiedades; y congelamiento de cuentas bancarias; sin embargo, no lo han logrado.

Madre de Alvarito Conrado

En la búsqueda de la justicia para las víctimas mortales de las protestas, que, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) son 355 nicaragüenses; y de las víctimas del asedio y la represión, muchos padres y madres de familia han agotado las instancias y fuerzas para demandarla.

Lizbeth Dávila, mamá del estudiante de secundaria Alvarito Conrado, aseguró a Expediente Público que durante estos cinco años han aprovechado todas las puertas para denunciar a Ortega y Murillo y para que la comunidad internacional conozca la “verdadera masacre” que llevó a cabo el régimen.

Conrado, de 15 años, recibió un disparo en el cuello el 20 de abril en las inmediaciones de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) cuando apoyaba las manifestaciones. El responsable de su muerte fue un francotirador de los paramilitares a las órdenes de Ortega y Murillo que disparaba a manifestantes civiles desde el Estadio Nacional en Managua. Al niño también se le negó la atención médica y falleció por las lesiones que le provocó la bala en la tráquea y el esófago.

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“Ya son cinco años, en esta lucha, cinco años de dolor, de tristeza, de memoria porque uno, pues, como madre se recuerda a su hijo, a quien se le fue a arrebatada su vida de una manera cruel. Todos los días, no solamente en la fecha del aniversario del asesinato, si no que todos los días, en el día a día uno se acuerda de él”, señala.

En la lucha por la búsqueda de la justicia, algunos padres de las víctimas murieron esperando la misma para sus familiares, como el caso de don Álvaro Conrado, padre de Alvarito Conrado y esposo de Dávila, quien falleció el pasado 27 de enero. Hasta sus últimos días, el progenitor demandó justicia y cárcel para los responsables del asesinato de su hijo.

Exilio para sobrevivir

Dávila, quien es miembro de la Asociación Madres de Abril (AMA), aseguró que su esposo siempre trabajó con la organización y que, a pesar de su pérdida, continuará en la búsqueda de la justicia y garantizar que Ortega y Murillo paguen por los crímenes cometidos.

Ella junto a su familia se exiliaron para resguardar su vida. “No les bastó asesinar a mi hijo, sino que también fueron contra nosotros los familiares por simplemente poner la denuncia, por simplemente tener la verdad en nuestras manos, por simplemente buscar la justicia por el asesinato de mi hijo”, agregó.

Amaru Ruiz, director de Fundación del Río, asegura a Expediente Público que la mejor decisión de su vida fue haberse exiliado, porque es consciente, que, de lo contrario, hubiera formado parte de la lista de presos políticos y duda si hubiera podido resistir las condiciones carcelarias.

“Yo quisiera regresar mi país, es mi país en el que viví, me formé, me crie, y eso genera un evidente impacto psicoemocional que me ha tocado en algún momento tratarme y que evidentemente está ahí, que no se repara fácilmente”, dice el defensor de derechos humanos.

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La represión de Ortega

Ruiz denunció, a través de la fundación ambientalista, la respuesta negligente del gobierno de Ortega frente al incendio de la Reserva Biológica Indio Maíz, que a su juicio pudo ser evitado. Este fue uno de los detonantes del inicio de las protestas en Nicaragua.

Eso provocó que el régimen de Ortega emprendiera una cacería en su contra: el 13 de diciembre de 2018 canceló la personalidad jurídica a Fundación del Río y el 7 de septiembre de 2021, fue acusado por la “propagación de noticias falsas” por señalar denunciar el asesinato de varios indígenas en el caribe de este país centroamericano. En febrero pasado, fue despojado de su nacionalidad.

“El régimen confiscó mis propiedades y congeló las cuentas bancarias en Banpro. El régimen ha tratado de amedrentar a personas que colaboran y trabajan; y siguen confiando en la organización y mi persona», sostiene.

El defensor ambiental y de derechos humanos asegura sin embargo, que el régimen de Ortega, no ha podido detener el trabajo de la organización, que sigue dando acompañamiento de las comunidades indígenas, afrodescendientes y grupos campesinos forzados al exilio, ni de otras organizaciones que buscan “mostrarle al mundo lo que está sucediendo en Nicaragua” y monitorear las violaciones a los derechos humanos.

“Esta condición de exilio también es una forma de resistencia frente a este régimen que nos ha tratado de quitar todo lo que nos hace feliz”, agrega.

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La memoria histórica

Ruiz dice, que como organización y como individuo, apuestan por una transformación socioambiental y política en Nicaragua, y no solo en el cambio de un poder político. Para ello es necesario incluir una democracia donde participen todos y todas; y que se tome en cuenta el tema ambiental y las comunidades indígenas y afrodescendientes.

Además, el defensor afirma que para hablar de justicia o de la reconstrucción de un país, se debe contar con una memoria histórica sobre la vulneración a los derechos humanos; y en este momento, es lo que se está haciendo en compañía de los organismos internacionales.

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“Nadie tiene un tiempo definido de cuáles son, de cuándo, en cuánto tiempo cambia la situación en Nicaragua, lo que sí sabemos es que (Daniel Ortega) no va a poder resistir como lo han hecho otros regímenes en América Latina porque las condiciones del país, porque la población nicaragüense es sumamente diferente”, dice.

Madelaine Caracas

Madelaine Caracas tenía 20 años cuando su nombre y su rostro se volvió conocido dentro de las protestas cívicas. La joven aprovechó una de las sesiones del fracasado Diálogo Nacional, en el que participó Daniel Ortega y Rosario Murillo, para leer los nombres de las víctimas mortales mientras el resto de los jóvenes coreaban la consigna: “presente”.

“Ese momento vino realmente desde el corazón, desde la rabia, y desde como decimos los nicaragüenses, desde el hígado. Fue un momento no planeado, fue un momento muy espontaneo”, cuenta Caracas, quien formó parte de la primera caravana de denuncia internacional sobre las violaciones de Ortega a los derechos humanos.

Recordar esa experiencia, con la que asegura creció, maduró y se hizo más fuerte, aún le provoca sudor en las manos y que le tiemble el cuerpo. “No soy solo la chavala de la lista, también (soy) una chavala más con esperanzas, con ganas de ser otras cosas. Soy alguien más compleja que eso”, dice.

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El impacto de su hazaña también tuvo resultados negativos en su integridad física y amenazas para ella y su familia; así como insultos y acoso de todo tipo desde la oposición.

Caracas tomó la decisión de exiliarse y, después de permanecer en diferentes países, hoy se encuentra en México. Es la única integrante de su familia que salió del país, aunque comenta que sus padres han tenido que desplazarse por seguridad en Nicaragua.

Sanar heridas

“Es a partir de la pandemia que yo decido, un poco, alejarme de las organizaciones políticas de oposición y decido también retomar la salud propia, verdad, tratar de cuidarme, tratar de encontrarme, tratar de encontrar un centro, tratar de buscar un propósito”, agrega. Trató de continuar sus estudios universitarios, retomó su pasión por el arte y ahora forma parte del colectivo mujeres Digna Rabia.

La joven activista confiesa a Expediente Público que retornó a Nicaragua en 2021 y estuvo en la clandestinidad, sin embargo, tuvo que salir cuando el régimen sandinista emprendió la cacería contra los opositores.

“Ha sido un proceso bastante doloroso, pero también un proceso de crecimiento y de reconocimiento también, y de agradecimiento de la vida y de las posiciones en las que estamos para seguir buscando justicia, para seguir buscando verdad, para seguir empujando por los derechos humanos, pero también al mismo tiempo reconociendo el valor de tu propia vida”, dice.

Caracas está segura de que Ortega y Murillo pagarán por los crímenes y torturas que ha cometido y por cada uno de los exiliados que tuvieron que abandonar su vida. Además, insta a los ciudadanos a continuar organizándose y lograr una unidad real y consciente para lograr tener un “norte” de hacia dónde van o quién será el relevo político.

Aníbal Toruño

El despojo de la nacionalidad, la confiscación de bienes y el congelamiento de cuentas bancarias, son las últimas armas que ha utilizado el régimen de Nicaragua en contra del periodista Aníbal Toruño, director de Radio Darío.

El 20 de abril de 2018 paramilitares y grupos de choque quemaron el edificio en el que funcionaba Radio Darío. Recientemente su casa fue confiscada y le bloquearon sus cuentas bancarias.

Hoy también vive en el exilio, y asegura que ha sido difícil enfrentar los retos. Ha tenido que reinventarse tal como lo han hecho el resto de los nicaragüenses que también huyeron del país y seguir adelante denunciando las atrocidades que se cometen a diario en Nicaragua.

“Yo no he dejado de ser el hombre que nació en un hogar que respirábamos, que nos inspirábamos con la radiodifusión, en ese sentido he seguido tratando de seguir generando contenidos. Radio Darío estuvo hasta agosto del año pasado al aire”, cuenta Toruño, quien se ha enfrentado en tres ocasiones al exilio: 1984, agosto de 2018 y enero de 2021.

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Radio Darío es uno de los medios de comunicación independientes en Nicaragua al que el régimen de Ortega y Murillo ordenó quemar sus instalaciones en León, asediar y amenazar a sus periodistas y cancelarle la licencia de operación.

Van contra todos

La represión contra Toruño alcanzó a su familia y dice que también carga con esas consecuencias. “El régimen de Daniel Ortega tiene ahora una estrategia: no termina contigo, va contra tus hermanos, contra tus hijos, va contra tu esposa, con todo lo que tiene que ver con familia. Esa es una de las cosas tan dolorosas que hay”, señala.

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Agrega que sus hijos se sienten orgullosos de la persona que es y que lo animan a seguir adelante.

Sobre el despojo de su nacionalidad, Toruño asegura que el régimen obliga a los 317 nicaragüenses apátridas, a buscar y crear identidades. “Es sencillamente desgarrador, definitivamente que hay un desequilibrio, como dice el Papa Francisco, porque desnacionalizar a alguien que lleva el ADN, que nació, que fue registrado, eso no lo podés arrancar, eso no está como un sello. Podés arrancarme la piel y todo lo que vos querrás”, pero siempre seguirá siendo nicaragüense, dice.

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Ortega está solo y con miedo

El periodista espera del pueblo nicaragüense que levanten el espíritu, continúen la batalla y la lucha; y que haya unidad para “encontrar esa fórmula que tanto los nicaragüenses estamos buscando”.

“Daniel Ortega está solo y hace todo lo que se pueda para permanecer” en el poder, agrega esperanzado a que pronto haya un cambio en Nicaragua. Sobre el papel de los medios de comunicación, asegura que “hay una llama, hay una antorcha; hay una energía” para seguir informando a la población. “Yo diría que van a pasar a la historia y la humidad debería de brindarle un homenaje especial a todos estos hombres y mujeres de prensa”, señala.

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Toruño dice que Ortega no tiene una razón, en este momento, para sentarse a conversar en un dialogo nacional que permita el regreso de la democracia. “Lo único a lo que él le tiene temor son a los crímenes de lesa humanidad y terminar en un tribunal internacional rindiendo cuenta de todo lo que hizo”.

Gonzalo Carrión

El defensor de derechos humanos, Gonzalo Carrión, asegura que no hay señales de que el régimen vaya a cesar su campaña de odio contra la oposición nicaragüense en un tiempo próximo; y por el contrario se siguen registrando secuestros, torturas y persecución.

En Nicaragua Carrión era miembro del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH) pero en 2018 debió exiliarse debido a la persecución, acoso y amenazas en su contra por denunciar las reiteradas violaciones de derechos humanos que se cometían en esos días contra la población civil.

Sin embargo, señala que debe existir un cambio y una transformación profunda para que la situación en Nicaragua sea diferente. “El momento para rendir cuentas va a llegar y las víctimas van a tener la oportunidad exactamente de conocer todo lo sucedido, por qué sucedió y particularmente los responsables, para que los perpetradores paguen”, dice.