* Tras años de represión en Nicaragua, Cuba y Venezuela, exiliados alzan la voz para fortalecer la solidaridad y resistir en el exilio.
** Activistas advierten que tiranías se aprovechan de la polarización en EE.UU. para aferrarse al poder.
Eric Lemus / Expediente Público
Obligados a huir, pero pendientes de la realidad política que dejaron atrás, los exiliados de Nicaragua, Cuba y Venezuela sobrellevan la tragedia del destierro junto con el reto de adaptarse a una nueva realidad incierta que los acoge o los rechaza.
La abogada nicaragüense María Laura Alvarado, en el exilio desde agosto de 2021, coincide en que una de sus mayores preocupaciones de los exiliados ahora es “justamente el aumento de la polarización que ha traído la entrada de la nueva administración” gubernamental en Estados Unidos.
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Alvarado, así como otros exiliados entrevistados por Expediente Público, teme que “esta polarización que se está ocasionando ahorita termine desencadenando un retroceso a los derechos ya obtenidos”.
La abogada nicaragüense, que vive exiliada en Costa Rica, observa que ese retroceso carga particularmente contra las mujeres, dado que los discursos de odio que hay en las redes sociales están apuntando justamente al debilitamiento de esos derechos”.
Una “nueva” realidad para exiliados
“El exilio es un purgatorio porque nunca terminas de llegar ni al cielo ni al infierno. Solo alcanzas a salvar ‘el alma’ mientras alguien decide qué pasará con vos. Tenés que tener muchas vidas para disfrutar la nueva, y por lo general la vida se te acaba antes”, dice a Expediente Público una periodista que exiliado que prefiere reservar su nombre.
La periodista venezolana y cofundadora del medio digital Efecto Cocuyo, Luz Mely Reyes, “considera que el destierro puede reconfigurar tu identidad mientras tratas de adaptarte a la nueva realidad” en el país de acogida.
Reyes, que tiene a cargo la iniciativa Venezuela Migrante, que es una plataforma periodística dirigida a la población refugiada de su país natal, estudió las complejidades que afronta la población migrante y refugiada que huye de los regímenes autoritarios.
Además, en opinión de Reyes a Expediente Público, 503,261 venezolanos que entre 2021 y 2024 ingresaron por la frontera sur estadounidense ahora temen que sean obligados a regresar al lugar del que huyen.

Adriana Gómez, periodista venezolana también en el exilio, explica a Expediente Público que “enfrenta el desafío de mantenerse como una voz legítima frente a gobiernos democráticos que, por motivos ideológicos o pragmáticos, han optado por normalizar relaciones con regímenes autoritarios, debilitando así los espacios de denuncia y cooperación”.
Para Gómez “se digiere con una mezcla de dolor, frustración y resistencia persistente. El exilio no solo implica una pérdida física del territorio, sino también la ruptura emocional con una patria que se transforma bajo el control del opresor”.
Presos políticos, el secuestro de la conciencia
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) demandó en marzo de 2025 la liberación de 903 presos políticos en Venezuela.
El organismo hemisférico exhortó a que “el Estado debe adoptar medidas urgentes para liberar a estas personas de forma incondicional y garantizar su contacto inmediato con familiares”.
La CIDH objeta que hay 64 familias sin información acerca del paradero de los detenidos, como es el caso de Freddy Superlano, Perkins Rocha y Américo de Grazia.
Una de las contribuciones más importante de Reyes sobre el exilio es la investigación “Te tienes que ir” que retrata la vida de diez periodistas venezolanos que buscaron refugio en Estados Unidos desde 2015.
Por otra parte, en Cuba, a marzo de 2025 había 1,152 personas encarceladas por razones de conciencia, según la organización Prisoners Defenders, mientras en Nicaragua se reportan 52, con datos del Mecanismo para el Reconocimiento de Personas Presas Políticas.
Por eso es por lo que la activista María Laura Alvarado alberga la esperanza que EE. UU. mantenga el consenso bipartidista respecto a Nicaragua.
“Esperaría realmente que esta nueva administración pueda seguir también apoyando en la lucha nicaragüense, por el retorno a la democracia, dado que ha sido un consenso bipartidista desde hace años y que esperamos que con esta nueva administración también se mantenga”, opina.

La desmemoria: el arma contra los exiliados
Por su parte, la disidente cubana Carolina Barrero recuerda a Expediente Público que “una de las armas que tienen los dictadores en contra de la sociedad civil es la desmemoria, el borrado de las experiencias anteriores, de las experiencias vividas”.
Barrero, que es activista en derechos humanos, destaca que la eliminación de la memoria es un arma muy utilizada contra los exiliados por los sistemas autoritarios sea Nicaragua, Venezuela o Cuba porque eso obliga “que cada generación de activistas tenga que comenzar de cero”.
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“Cuando yo converso con activistas de Venezuela y me cuentan lo que han pasado en estos 20 años, cuando somos capaces incluso de intercambiar la influencia que ha tenido el régimen de La Habana en el desarrollo del autoritarismo, tanto en Venezuela como en Nicaragua, hay muchos aprendizajes comunes que se derivan”, añade la activista cubana.
Cuba y su rol de entrenar dictaduras
Barrero, que también es historiadora, trae a cuenta el rol que desempeñó Cuba sea como lugar de entrenamiento de las guerrillas sandinistas en el siglo pasado o como asesor del temible Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) en Venezuela.

“Si los regímenes se valen unos de otros para sostener su poderío, nosotros, los activistas también deberíamos de tendernos la mano con información, con experiencias compartidas y con solidaridad porque eso es parte de la solución”, exhorta la activista.
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