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La diáspora nicaragüense que se hizo presente en Perú ante la OEA

*Miles de nicaragüenses huyeron de la represión desde 2018, incluso hasta en Lima, la capital peruana.

**Aunque en Lima viven pocos nicaragüenses, se hicieron sentir con plantones durante la reunión a la que llegaron delegados de todos los países latinoamericanos.

Expediente Público

Lima despidió a centenares de invitados a la 52 Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), realizada entre el 5 y 7 de octubre, pero una familia de nicaragüenses permanece ahí. Son exiliados que encontraron protección en este país sudamericano, cuya capital está a unos tres mil kilómetros de distancia de su patria.

Julio Vaninni, profesor de ciencias, conocido en Nicaragua por su afición a la astronomía, participó como miles en las manifestaciones de 2018 en su ciudad de residencia, Granada, a 45 kilómetros al sureste de la capital Managua, lo cual lo puso en la mira de los sandinistas.

“La razón de mi exilio fue por persecución e intento de secuestro en la ciudad de Granada contra mi persona, así como amenazas con cárcel y persecución contra mi familia, mi esposa y afectaciones a mis hijos, estuvieron a punto de hacernos desaparecer”, explicó Julio Vaninni.

Perú es el segundo destino para los refugiados venezolanos, albergando a 1.3 millones de personas de dicha nacionalidad, según datos de la Agencia para los Refugiados de las Naciones Unidas (Acnur).

“En la búsqueda de un sitio donde se defienda la democracia y encontrar un asilo seguro, lejos del peligro de la dictadura, logramos conseguir apoyo, de amigos y otras personas, para movilizarnos lo más lejos de la garra de la dictadura, por la seguridad de la familia. Encontramos en Perú un estado democrático que ha apoyado abiertamente (cambios democráticos) ante los foros internacionales”, explicó Vaninni.

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Más de 400 mil nicaragüenses migraron o exiliaron desde 2018. La mayoría partió a Estados Unidos y Costa Rica, pero el camino de protección de Julio Vaninni, su esposa y sus dos hijos los llevó a Perú, un país de 32 millones de habitantes, donde se calcula que la comunidad total de nicaragüenses es de apenas 200 personas. Solo Lima tiene más habitantes que Nicaragua entera, 9.6 millones de personas.

Protesta frente a la embajada de Nicaragua en Lima, 2018.

La ruta del cambio

Para este pequeño grupo de la diáspora nicaragüense que alcanza el millón de personas en todo el mundo, tener un importante foro internacional en Lima, como lo fue la Asamblea General de la OEA era una oportunidad para visibilizar su presencia y mostrar a los peruanos la situación de Nicaragua, de la cual se habla escasamente en los medios locales.

“La comunidad de nicaragüenses en el Perú sigue las noticias del país, desde hace dos meses que se dio la notificación, vimos la oportunidad de alzar nuestra voz, nuestra expectativa es llevarles a los cancilleres el mensaje que se sigue la lucha y no se olviden de Nicaragua, más bien, necesitamos un apoyo más firme”, expresó.

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Los nicaragüenses en Perú realizaron un plantón frente al Centro de Convenciones de Lima, sede de la Asamblea General de la OEA, pero la policía les pidió abandonar el lugar, aunque era la cuneta pública.

Alexandra Vaninni expresó que “llegamos al plantón para exigir la liberación de los presos políticos, han pasado cuatro años desde el estallido de 2018 y la situación no puede quedar impune, mi país y su gente sufre, nosotros como exiliados sufrimos”.

En una de las jornadas  realizaron un foro entre nicaragüenses migrantes, periodistas e invitados locales o exiliados.

Las Madres de Abril

El foro de la diáspora tuvo la participación de exiliados nicaragüenses en otras partes, quienes se comunicaron de forma virtual, como el exembajador en la OEA Arturo Mcfields o la Madre de Abril,  Susano López, quien perdió a su hijo Gerald Vásquez  en el ataque a la iglesia Divina Misericordia.

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Desde 2018 algunos miembros de la diáspora se organizan para visibilizar en su país de origen. Tamara Baltodano recuerda que en septiembre de ese año, recibieron a la caravana informativa y aparte de los foros, realizaron un plantón frente a la Embajada de Nicaragua en Lima.

Baltodano recordó que en 2018 estuvo Yader Parajón, actual preso político, hermano del joven asesinado Jimmy Parajón.

Sin embargo, Perú es un país muy grande y no todos los nicaragüenses viven en Lima, por lo cual es más complejo organizar actividades juntos, por otra parte, la mayoría de personas están en el país desde mucho antes de 2018 y son personas mayores que han perdido su conexión con Nicaragua, contó Baltodano.

La nicaragüense tiene once años de vivir en Lima, por razones personales, pues su esposo es peruano y lo conoció trabajando en Managua.

Los confunden con otras nacionalidades

“Los perseguidos no vienen aquí a Perú, ni a hacer una mejor vida, la mayoría vino hace más de 10 años porque se casaron con un peruano o vinieron a estudiar gastronomía, hay personas que tendrán más de 20 años, señoras que ya no se involucran mucho”, relató.

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”A las personas les resulta difícil creer que hay nicaragüenses aquí. Cuando vine hace once años, me decían que era colombiana, chilena, después cuando vino la migración de Venezuela, me confundían, cuando voy a las remesas, ni siquiera me preguntan, me ponen que soy venezolana”, sostuvo.

A pesar del reducido número de nicaragüenses en Perú y las escasas relaciones comerciales, el régimen de Ortega mantiene una delegación diplomática en este país, del cual fue embajador el exfundador del Frente Sandinista, Tomás Borge, fallecido en 2012, pues su esposa era la peruana Marcela Pérez Silva, quien heredó el cargo diplomático cuando enviudó y del cual hasta la fecha es titular.