La última encuesta del Latinobarómetro destaca que los nicaragüenses son los ciudadanos con más temor a expresar públicamente lo que piensan en toda Latinoamérica.

Nicaragua: un país donde la gente tiene miedo de opinar

*La última encuesta del Latinobarómetro destaca que los nicaragüenses son los ciudadanos en toda Latinoamérica con más temor a expresar públicamente lo que piensan.

**Latinobarómetro y su directora Marta Lagos evitan eufemismos y tildan de “dictadura con características de sultanato” al gobierno de Ortega, en un país con una mayoría que aún considera que existe democracia con grandes problemas o que minimiza la crisis.


Expediente Público

A pesar de los datos recopilados por el Latinobarómetro sobre el estado de la democracia en Nicaragua, la directora de dicha corporación, Marta Lagos, explicó a Expediente Público que solo analizaría democracias, y desde 2018 Nicaragua dejó de ser una.

“Es cómo que me pida examinar la democracia en China, pero ahí no hay democracia, no le puedo analizar independiente a lo que los ciudadanos digan de ese régimen, porque tienen derecho a opinar. No me puedo referir a la democracia en Nicaragua como si existiera”, manifestó Lagos.

El Latinobarómetro publicó recientemente los resultados de su encuesta 2020 donde solo el 48% de los nicaragüenses apoya la democracia a cualquier otra forma de gobierno, sin embargo, el país se coloca en la zona media de la región, por debajo de Uruguay (74%), Venezuela (69%), Costa Rica (64%), Chile (60%), Argentina (55%), Bolivia (54%) República Dominicana (50%). Un 53% no está tan satisfecho o muy satisfecho con este sistema actual en Nicaragua.

«Todos los datos que se recogen quedan para la historia, las investigaciones académicas, pero no para lo que pasa en sociedades latinoamericanas que son democráticas, no avalamos el régimen dictatorial de Ortega, como no lo hacemos de Venezuela”, explicó Lagos.

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Nicaragüenses con más miedo a opinar

Entre los ciudadanos de 18 países de América Latina, los nicaragüenses son los que menos están dispuestos a expresar sus opiniones en público e incluso dentro de sus familias. Un 67% de los encuestados por el Latinobarómetro afirmó que no suelen expresar públicamente sus opiniones sobre los problemas del país.

Esta autocensura es mucho mayor que en “otra dictadura” como la venezolana (45%), y supera el silencio de los ecuatorianos (62%), brasileños (61%), hondureños (61%) y guatemaltecos (57%), apunta el informe de la encuesta.

Al respecto, la directora de Latinobarómetro, Marta Lagos, explicó a Expediente Público que “en toda América Latina hay un miedo a la represalia, esto se debe no solo a la falta de educación y empoderamiento, sino, sobre todo a la desigualdad ante la ley, porque la gente sabe que el tipo más rico, con más recursos y conexiones puede tomar represalias y no tienen cómo defenderse, hay una especie de problema estructural en ese miedo que tiene que ver con dónde se ubica la persona socialmente”.

Una gran mayoría de nicaragüenses encuestados por Latinobarómetro, 63% para ser exactos, considera también que expresar sus opiniones libremente sobre los problemas del país podría traerles consecuencias negativas, ocupando la quinta posición en América Latina, después de Bolivia (70%), Ecuador (69%), Colombia (69%) y Honduras (65%).

Del mismo modo, 68% considera que las otras personas no expresan lo que realmente piensan en materia política. Además, un aspecto que indica el nivel de temor al otro, es que solo 2% cree que se puede confiar en la mayoría de las personas; solo en Venezuela y Brasil con 5%, se desconfía más en el otro.

¿Son demócratas los nicaragüenses?

Al inicio del informe del Latinobarómetro que realiza encuestas sobre el estado de la democracia cada dos años, se indica que desde 2018 Nicaragua había dejado de ser una democracia y junto con Venezuela se transformaba en verdadera dictadura.

El presidente Daniel Ortega nombró a su esposa Rosario Murillo como vicepresidenta en 2017, convirtiendo al país “en una especie de sultanato, cooptado por una familia que ocupa lugares centrales en la administración del Estado, controla la economía y la política, no permite la disidencia, apresa a los que quieren ser candidatos, controla la prensa”, reitera Lagos.

“Eso está lejos de ser una democracia, es una dictadura claramente, no le puede comentar ningún número”, agregó.

Según el análisis del Latinobarómetro, en Nicaragua hubo un alto apoyo a la democracia a fines de los años noventa, en 1998 (72%) durante el gobierno de Arnoldo Alemán, pero “en este último período presidencial de Daniel Ortega es donde se ha registrado un deterioro mayor, llegando al 40% en 2017 cuando empieza este mandato actual”.

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El hecho que la reducción del apoyo a la democracia coincida con el autoritarismo, puede significar que el pueblo nicaragüense no apoya “la democracia a la Ortega” más que la democracia en sí isma”, replica el estudio. 

El 21% de los encuestados de Nicaragua sostienen que existe una democracia con grandes problemas y el 22.4% con leves problemas, pero el 54% estaría de acuerdo con un gobierno no democrático, pero que resuelva los problemas nacionales, aunque en este aspecto es superado por los países del triángulo norte como El Salvador (63%), Honduras (62%) y Guatemala (57%).

Sin embargo, es también significativo el número de centroamericanos que indican que no entienden que es democracia.

Para el 19% de los hondureños, el 18% de los nicaragüenses y el 12.7% de los salvadoreños, este concepto es desconocido o difícil de entender. “Este hallazgo es relevante pues permite reconsiderar integralmente las recientes movilizaciones prodemocracia en estos tres países. El concepto y la demanda en favor de la democracia parecen ser abstractas para un número importante de estas poblaciones”, sostiene el análisis de un experto de Expediente Abierto.

Lagos considera que a pesar de las dictaduras en la región es poco probable que se extiendan, aunque sí puede haber un repunte de populismo autoritario: “Dejaría el caso de Cuba afuera, es disímil de lo que pasa en Venezuela y Nicaragua, el caso más grave es de Venezuela con Nicolás Maduro, que está en un colapso sanitario y alimentario, en una crisis integral y no se ve una salida del gobierno actual, ni una salida internacional, el de Nicaragua es un caso distinto al de Maduro, si bien en ambos países está una persona que se apodera del país”.

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Desinterés en la política

Los centroamericanos también reportan elevados niveles de desinterés en la política. Las tonalidades rojas en el gráfico 3 indican el porcentaje de encuestados que se mostraron nada o poco interesados en la política de su país. En este sentido, los hondureños destacan en este indicador, con más del 82% de los entrevistados manifestando esta actitud.

Le siguen los nicaragüenses con un poco más del 71% poco o nada interesados en su vida política, y finalmente El Salvador, con 69% de los encuestados manifestando este desinterés.

Lagos señala que desde hace 30 años la gente aparentemente no está interesada en política, hasta el 70% dice no estarlo, “pero preguntemos por educación o salarios y por Dios que sí están interesados, en la pensión o si tienen acceso al hospital, en el menudeo, en el detalle, el ciudadano si tiene opinión, pero en lo global, en la política entre comillas no tiene opinión o no está interesado, ahí hay una contradicción o hipocresía, es decir, ‘no me meta con esos políticos’”.

Es importante señalar que, en Nicaragua, el 5.1% de los encuestados no contestaron o no sabían que contestar en esta pregunta. El valor es casi el doble que el salvadoreño (2.7%) y cuatro veces más alto que el hondureño (1.1%). Este valor, además del desinterés, puede atribuirse, entre otros factores, al incrementado autoritarismo en Nicaragua que, desde la oleada de protestas de 2018, se ha consolidado y ha generado mayor aversión al riesgo asociado a la participación e interés político explícito de la población.

Gobierno para la militancia

La cantidad de encuestados que dice vivir en una democracia plena (12.1%) o en una con pequeños problemas (22.4%), suman 34.5%, cifra que ronda el voto duro del Frente Sandinista y Daniel Ortega.

Un 38% confía en Ortega, aunque un poco menos confían en su gobierno (35%) y calza más o menos con opiniones como el 35% que afirman que existen completa o alguna garantía para ejercer libremente la política y el 39% que dice que existe completa o alguna libertad de expresión.

Por otro lado, aunque la aprobación del gobierno subió de 23% en 2018 a 42% en 2020, otras instituciones plegadas al sandinismo como el poder electoral (30%), el ejército (30%) o el parlamento (26%) tienen menos opinión favorable.

“Como describe (el escritor) Sergio Ramírez en Adiós muchachos el proceso revolucionario se corrompió y hoy el régimen de Daniel Ortega es una suerte de sultanato formado por sus familiares, quienes controlan los centros de poder del Estado. Nicaragua pasa de la dictadura de derecha con Somoza a una dictadura de izquierda de quien lo derroca, con un breve período democrático entre ambos”, reporta el Latinobarómetro.

“El “sultanato” de los Ortega comenzó a construirse en 2017, cuando nombró vicepresidenta a su esposa Rosario Murillo. Ortega gobernó de 1979 a 1990 y luego desde 2007 hasta hoy. En su cuarta y última elección, en 2017, de dudosa legitimidad, al igual que Morales en Bolivia, no se quería ir. La elección fue definitivamente la farsa de una dictadura familiar. En total, Ortega lleva más de 30 años en el poder, y es el gobernante latinoamericano que más tiempo ha permanecido como ‘presidente’. Varias generaciones nicaragüenses no conocen a otro presidente de su país”, continúa el reporte.

“Como diría (el sociólogo) Juan Linz, Nicaragua pasa con ello a ser un ‘sultanato’ más que una democracia. El país dejó de ser democracia y en esta seudo elección se está comportando como una dictadura al apresar a los candidatos opositores. Los hechos impiden del todo llamar las elecciones de noviembre ‘una elección’; se trata, más bien, del uso del mecanismo electoral, por un dictador, para vestirse de legitimidad”, concluye.

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Crisis y pandemia

La encuesta del Latinobarómetro fue efectuada en 17 países de América Latina y el Caribe, entre octubre y diciembre de 2020, contó con mil entrevistados de Nicaragua; en Argentina por las restricciones se hizo la encuesta en línea entre abril y mayo de 2021.

“El estudio midió el ánimo de los ciudadanos de la región después de la primera ola de la pandemia, en los albores de la llegada de la segunda ola y con la promesa de la llegada de la vacuna”, indica el documento.

La próxima medición será en el 2022, pero el año pasado fue difícil hacer un estudio cara a cara con las mismas características metodológicas, “fue una medición en medio de la pandemia, en eso momentos en octubre del año 2020, no pudimos hacerlo en Argentina, por eso recién ahora pudimos sacar el informe, no es la película de hoy de América Latina, pero sí la película de la pandemia, hoy día estamos saliendo y veremos las consecuencias que tendrá, la encuesta entrega una información valiosísima porque los latinoamericanos no culparon a la democracia por la pandemia, por el contrario se detiene la caída que se venía desde el 2010”.

“Latinobarómetro es una Corporación de Derecho privado sin fines de lucro con sede en Santiago de Chile, financiada con fondos de múltiples organismos internacionales, países y fondos privados”, sostiene la empresa en su reporte de encuesta.