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Nicaragua, un régimen de viejos aferrados al poder incluso hasta después de la muerte

*Los principales funcionarios que dominan Nicaragua, sobrepasan ya los sesenta y en algunos casos los setenta años.

*Más del 74% de los nicaragüenses, es decir, más de 4 millones de personas, no había nacido cuando algunos de ellos ya estaban gobernando.

*El caso más inverosímil fue el del diputado René Núñez, quien después de muerto siguió detentando el poder legislativo en Nicaragua.


Expediente Público

La población nicaragüense es joven, pero sus gobernantes superan por mucho la edad de jubilación. Según el sitio statista, la edad promedio en Nicaragua es de 26.5 años, pero un análisis de más de 50 cargos de alto nivel realizado por Expediente Público determina que la edad promedio de los principales funcionarios del Estado es de 66 años.

La población del país alcanza los 6.6 millones de personas, el 74% es menor de 40 años, alrededor de 4.8 millones, según la agencia pública de inversiones ProNicaragua.

En Nicaragua existe ya la tendencia que los funcionarios mueran en sus puestos por razones de edad. Expediente Público suma una docena de estos en los últimos años. Desde 2014 con el fallecimiento de la magistrada de la Corte Suprema Ligia Molina a los 69 años y en 2016 cuando falleció el presidente del parlamento René Núñez, también a los 68 años.

El caso de Núñez es sorprendente, anecdótico e inverosímil ya que incluso después de muerto, fue elegido como presidente de la Asamblea Nacional de ese país. Así que hasta después de muerto Núñez no se cansó y desde el más allá siguió detentando el poder legislativo en Nicaragua. Según sus camaradas, Núñez merecía llevarse su poder incluso hasta su oscura tumba, ya que fue la pieza clave para que se aprobaran las reformas constitucionales que permitirían la relección indefinida de Ortega en el año 2014.

Otros magistrados sandinistas del Poder Judicial fallecidos en los últimos dos años son Gerardo Arce (76) y Francisco Rosales (76), asimismo los diputados propietarios del partido gobernante Jacinto Suárez (72), María Sacasa (83) y Rita Fletes.

El alcalde Orlando Noguera (71), el asesor Paul Oquist (78), el ministro de Telecomunicaciones Orlando Castillo (77) y el delegado para el Río San Juan Edén Pastora (83) se encuentran entre los más conocidos que continuaban ejerciendo funciones públicas al llegar su deceso.

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Jóvenes sin poder real en el sandinismo

La falta de relevo generacional se nota desde las figuras principales del régimen. Daniel Ortega tiene 76 años y su esposa la vicepresidenta tiene 71. Tres de cada cuatro nicaragüenses no había nacido cuando Ortega tomó por primera vez el poder en Nicaragua en la década de los ochenta.

A pesar de la puesta en escena de la Juventud Sandinista en actos protocolarios, la realidad del poder, es que este solo se transmite dentro del nepotismo familiar, revela el análisis de Expediente Público.

A pesar que hay funcionarios, desde magistrados, diputados y alcaldes, con poca información biográfica y sin currículo público, Expediente Público recopiló las edades de 47 funcionarios de los cuatro poderes del Estado.

Los funcionarios más jóvenes son Laureano Ortega, director de Pro Nicaragua, de 39 años, su concuña Nahima Díaz, de 33 años, directora de Telecomunicaciones, mientras existe poca información biográfica del ministro de la Juventud y líder de la JS, Milton Ruiz.

Del mismo modo, las elecciones municipales de 2022 revelan el relevo nepótico a niveles locales, teniendo en Masaya y Diriamba, candidatos a alcaldes que son hijos de ediles fallecidos, como es el caso de Janina Noguera, hija de Orlando Noguera, y Harold Baltodano, hijo de Fernando Baltodano.

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Borregos sumisos

En los eventos públicos es constante la presencia masiva de jóvenes sandinistas, uniformados con camisetas alusivas al régimen y Daniel Ortega.

Expediente Público habló con “Alexis”, miembro de la Unidad de Exiliados  Nicaragüense (UEN), de 30 años, exiliado desde 2018 en Costa Rica tras participar en las protestas de 2018, quien a pesar de la distancia mantiene el anhelo de volver a Nicaragua. “Yo he tenido que retomar mis estudios para prepararme el día de mañana en una Nicaragua libre”, manifestó.

El exiliado explicó que el actual papel de los integrantes de la Juventud Sandinista (JS) es el de personas que venden su dignidad por 200 córdobas, un producto de la mala calidad del sistema educativo.

“Son jóvenes manipulados, se han encargado que no tengan criterio, ni autoridad para expresarse y poder decidir por su cuenta, en lo personal cuando veo esos actos de manipulación me impacta ver cómo jóvenes creen en un gobierno totalitario que no les va a dar un futuro, que no tienen visión de crecimiento humano”, agregó.

Por otra parte, la condición senil de muchos funcionarios, lo hace sentirse “desilusionado porque con la edad que tienen no quieren soltar el poder, ni darle la oportunidad a los jóvenes con un relevo generacional”.

Así como actúa el régimen nicaragüense, Alexander cree que el cambio generacional no sería positivo, porque “lo que siguen son jóvenes adoctrinados, van a hacer lo que les enseñaron, ve más inmigración, incluso entre los mismos miembros de la JS, y una generación que repetirá lo de Cuba o Venezuela, la inmigración es una escapatoria porque no habrá oportunidad en Nicaragua”.

“Muchos jóvenes en el exilio hemos abandonado la lucha porque no vemos algo concreto, en lo personal se me ha apagado la llama que traía en el 2018, aunque participo”, afirmó.

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Generación perdida

El abogado estadounidense de origen nicaragüense, Harold Rocha, agrega que en Nicaragua hay una generación perdida, aparte de aquella que fue desplazada por los que entraron al poder en los 80, están los que como él migraron por la falta de oportunidades.

“Hay un liderazgo efectivamente envejecido y es un liderazgo no solamente envejecido, es el mismo de hace 40 años. Como los muchachos del 2018 eran demasiado jóvenes como para poder asumir la Jefatura del Estado y llegaron al poder en 1979, pero no tenían formación ni preparación y por tanto su proceso revolucionario se perdió como dice Ernesto Cardenal, fue una revolución perdida”, sostuvo el  jurista.

El sandinismo en los 80 volvió rápidamente a los antiguos vicios que nos aquejan no solamente desde 1821, sino, de antes. Simplemente se dio un cambio de titularidad y no hubo cambio de cultura política, agregó.

A pesar de que la retórica en ese entonces cambió y se habló de solidaridad y de hermandad, en el fondo el quehacer político continuaron con los mismos vicios, “ahora yo creo que ese es el primero de los retos, que los dirigentes que vayan surgiendo tengan primero capacidad o algún tipo de trayectoria y si no la tienen, que estén dispuestos a formarse para poder ejercer ese a ese liderazgo responsablemente”, precisó.

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Cultura política y hábitos democráticos

Alexander explicó que nunca ha sido miembro de un partido político, pero de democratizarse el país cree que podría participar “por un cambio verdadero”, pero consideró que, por ahora, los jóvenes requieren pasar un proceso que no es de la noche en la mañana, por ejemplo, para crear una estructura política.

“Necesitamos que los organismos internacionales de países democráticos nos den herramientas para iniciar una estructura democrática sólida en la que los jóvenes puedan creer, ver cómo trabajan para poder implementarlas en Nicaragua, no es imposible, lo imposible lo hicimos en 2018 al decir basta ya”, aseguró.

El motivo planteado por el activista juvenil, es que en 2018 “ni Lesther Alemán (dirigente estudiante preso político) tenían experiencia, ni ninguno de los muchachos, simplemente nos tocó. Yo era un simple estudiante y de la noche a la mañana tuve que asumir el rol y tuve que decidir por muchos, nadie estaba preparado para esto, pero nos cansamos de tanta injusticia”.

Rocha estimó que la falta de cultura política democrática puede solventarse por la experiencia de los exiliados en los países democráticos receptores, pero también a través de la promoción de los valores democráticos que se pueden transmitir por una serie de vías y de programas, porque hay que efectivamente renovar el liderazgo político en Nicaragua, donde se aprecia más su envejecimiento que en otros países de la región.

Por ahora, lo que se tiene es una cultura política sumamente violenta, con una retórica populista demagoga violenta, donde se autodesignan liderazgos y se espera que los demás estén en deuda con el actor social.

En 2018 hubo ejemplos positivos de cambio, expresó Rocha, por lo cual, “si vamos adoptando ese tipo de valores formando escuelas democráticas, centrándonos en los jóvenes y en nuestra realidad, ellos van a tomar las riendas futuras del país, creo que esa es la forma de ir a venciendo todo esto, superando los obstáculos que implica esta esa cultura en la actualidad”.

Ministerio de la Juventud y clientelismo

Desde 2013 se creó el Ministerio de la Juventud (Minjuve), dirigido por el coordinador nacional de las JS, Milton Ruiz, quien este año recibió un presupuesto de 131 millones de córdobas, unos 3.6 millones de dólares, la mayor parte de este gasto se otorga en becas y subsidios para capacitaciones, según el Presupuesto General de la República (PGR).

La JS es uno de los principales grupos de choque contra los opositores y críticos al régimen en Nicaragua.

El año pasado, se ofrecieron supuestamente 16,235 becas de estudio universitario total o parcial (50% o 65%), entre los requisitos referidos por el ministro Ruiz estaban las copias de cédula, del diploma de bachillerato, notas de cuarto y quinto año, y una carta de solicitud dirigida al comandante Ortega.