China Freedom house

China amenaza y extorsiona para imponer su agenda en los medios del mundo

*Informe de Freedom House revela cómo la República Popular China está desplegando una estrategia mediática mundial que incluye amenazas, censura, campañas de desinformación y presiones económicas.

**Sus tácticas se consideran una clara afectación a la libertad de prensa.


Expediente Público

La República Popular China ha desplegado una estrategia global para expandir su influencia mediática, a menudo con amenazas y tácticas coercitivas hacia los medios de comunicación o con prebendas a medios y periodistas. Así lo refleja un informe de Freedom House, presentado este 8 de septiembre, que analiza la situación en 30 países del mundo, incluyendo siete en América Latina.

En el informe “La influencia mediática global de Beijing: la expansión autoritaria y el poder de la resiliencia democrática”, Freedom House examina cómo el gobierno chino, bajo el liderazgo del presidente Xi Jinping, “está acelerando una campaña masiva para influir en los medios de comunicación y los consumidores de noticias de todo el mundo”.

“Un número creciente de países ha demostrado una resistencia considerable en los últimos años, pero las tácticas de Beijing se están volviendo simultáneamente más sofisticadas, más agresivas y más difíciles de detectar”, dice el estudio que se realizó entre enero de 2019 y diciembre de 2021.

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Los siete países latinoamericanos examinados son Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Panamá y Perú.

El informe también revela como el Partido Comunista Chino (PCCh) y sus representantes diplomáticos en el exterior están utilizando tácticas más sofisticadas y coercitivas para dar forma a las narrativas de los medios y suprimir los informes críticos.

Las medidas coercitivas incluyen presiones económicas, intimidación, ciberacoso, manipulación de influencers en redes sociales y campañas de desinformación. 

Entre los 30 países evaluados utilizando la nueva metodología de Freedom House, solo la mitad resultó resistente frente a la influencia de los medios de comunicación de Beijing, y la otra mitad resultó vulnerable. 

Las presiones

El informe de Freedom House establece que el régimen chino y sus representantes han demostrado que no tienen reparos en desplegar presión económica para neutralizar y suprimir la cobertura desfavorable.

“A medida que más gobiernos y propietarios de medios enfrentan problemas financieros, aumenta la probabilidad de que la presión económica de Beijing se utilice, implícita o explícitamente, para reducir el debate y los informes críticos, no solo sobre las preocupaciones internas o geopolíticas de China, sino también sobre su compromiso bilateral con otros países”, explica el reporte.

Las presiones no solo vienen de las embajadas de la República Popular China en esos países sino también de empresas chinas de telefonía e infraestructura. Además, hay sofisticadas formas de censura e intimidación e incluso amenazas de demandas legales.

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Controlar, acosar a periodistas

Freedom House señala que en 15 de los 30 países examinados en este estudio, diplomáticos chinos u otros representantes gubernamentales tomaron medidas para intimidar, acosar o presionar a periodistas, editores o comentaristas en respuesta a su cobertura. El tono de las intervenciones no fue de un educado desacuerdo.

“El castigo público de un periodista o comentarista por parte del embajador en ejercicio del régimen autoritario más poderoso del mundo, como ocurrió en Francia y Perú, inevitablemente intimidará. En Italia, un comportamiento similar de un portavoz de la embajada hizo que un reportero local reconsiderara asistir a un evento de interés periodístico en torno a la firma de un acuerdo bilateral”, ejemplifica el reporte.

Pero también hay formas más privadas de presión que parecen ser más comunes: representantes chinos contactando directamente a reporteros, comentaristas o editores e instándolos a emitir una retractación o disculpa.

“Periodistas en el Reino Unido informaron que sus editores recibieron largas y enojadas llamadas telefónicas de ‘gritos’ de la embajada china después de historias que eran desfavorables para el Partido Comunista Chino”, relata el informe.

Las llamadas, correos electrónicos y cartas de la embajada china a menudo contenían amenazas veladas contra medios y periodistas en Israel, Australia y Ghana. También, amenazas explícitas de daño a las relaciones bilaterales.

“En algunos casos también se reportaron amenazas de represalias legales o económicas contra un medio de comunicación, como demandas por difamación o retiro de publicidad”, advierte Freedom House.

Aunque a veces son rechazados, los esfuerzos de las embajadas han dado resultados, especialmente cuando ejercen presión sobre la alta gerencia de los medios de comunicación en entornos menos democráticos o económicamente más desafiantes.

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En Nigeria, la embajada china supuestamente contactó a los editores de los principales medios de comunicación y pagó a los periodistas para que no cubrieran las historias negativas sobre China.

El editor de comisiones de una importante publicación en línea informó en una entrevista: “Sé que les dan dinero a los periodistas para que no hagan historias críticas y luego organizan reuniones de desayuno con los editores temprano en la mañana. Construyen relaciones con editores en todas las organizaciones de medios”.

Censura y autocensura

El informe de Freedom House relata episodios de censura impulsados por representantes diplomáticos chinos o empresas de ese país en varios países del mundo.

Por ejemplo, en 2017, Panamá retiró el reconocimiento diplomático a Taiwán y  estableció relaciones con la República Popular China. Antes de la visita al país del presidente chino Xi Jinping, en 2018, los editores alentaron a los periodistas de algunos medios panameños a evitar cubrir temas que podrían molestar a anunciantes, como Huawei, o empresas locales que parecían beneficiarse de la inversión china.

Un periodista dijo: “En ese momento me dijeron que fuera menos duro al informar -sobre China- porque existe el peligro de que retiren la publicidad. Esto vino de la alta gerencia”. 

En otro caso, las autoridades de Hong Kong y la empresa china de telecomunicaciones Huawei se han unido a funcionarios y diplomáticos chinos para solicitar censura o participar en acoso legal en países como Francia y el Reino Unido.

En Israel, las autoridades de Hong Kong pidieron a una empresa de alojamiento de sitios web que cerrara un sitio web a favor de la democracia. Advirtieron que la negativa podría dar lugar a multas o tiempo en prisión para los empleados en virtud de la Ley de Seguridad Nacional del territorio.

El informe revela que, en 17 países se registró la “intervinieron por iniciativa propia o a pedido de la embajada china” de funcionarios locales, propietarios de medios, altos funcionarios y ejecutivos “para suprimir la cobertura de noticias que no fue favorable para Beijing”. 

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Para Freedom House, el comportamiento agresivo hacia los periodistas en todo el mundo por parte de diplomáticos chinos, empresas como Huawei y trols de Internet pro-Beijing, lleva la realidad autoritaria de China a las costas extranjeras, con el temor asociado a represalias y autocensura.

Violaciones a derechos humanos, proyectos y escándalos

El informe describe que en 17 de los 30 países de este estudio, hubo pruebas, descubiertas a través de análisis de contenido o entrevistas con periodistas, de que los medios de comunicación suprimieron, evitaron o reformularon la cobertura de noticias de China. Esto es cierto particularmente en violaciones a derechos humanos, proyectos de inversión chinos y escándalos políticos relacionados en sus países de origen.

“La mayoría de los medios que se autocensuraron tenían propietarios con intereses financieros en China u otros vínculos con entidades chinas. Los incidentes ocurrieron en países tan variados como Argentina, Brasil, Perú, Sudáfrica, Malasia y Taiwán”, señala el reporte.

Según los entrevistados en Nigeria, los medios cuyos editores tenían una relación con la embajada china tendían a “suavizar” la escritura de los reporteros cuando producían artículos desfavorables.

En Taiwán, los editores y ejecutivos de los medios propiedad de empresarios con inversiones en China suprimieron las historias sobre derechos humanos u otros temas que desfavorecían al gobierno chino.

El informe cita una encuesta de 2019 de 149 periodistas taiwaneses. Describe que casi el 50 por ciento de los encuestados habían recibido órdenes de sus compañía o supervisor para reducir los informes sobre temas delicados relacionados con China.

La autocensura empresarial en el sector de los medios no se limitó a las páginas de noticias, sino que también afectó a los contenidos deportivos, de moda y publicitarios en los países de estudio durante el periodo de cobertura.

En los Estados Unidos, los informes noticiosos describieron un memorándum filtrado de un alto directivo de la red deportiva ESPN, que tiene una asociación digital con el conglomerado chino de redes sociales Tencent y su popular plataforma QQSports46. Allí se desalentaba explícitamente la discusión política sobre China y Hong Kong a fines de 2019, luego de que el gerente general Daryl Morey, de los Houston Rockets, de la Asociación Nacional de Baloncesto, expresara públicamente su apoyo a las protestas a favor de la democracia en el territorio.

Intimidación

Dentro de sus propias fronteras, el Partido Comunista Chino (PCCh) preside el aparato de control de información más sofisticado y multifacético del mundo. El régimen utiliza la censura directa de los medios tradicionales, controles legales y técnicos sobre las redes sociales y enjuiciamientos politizados para sofocar los informes y comentarios independientes.

Al tratar de influir en los medios extranjeros, Beijing debe trabajar con un conjunto de herramientas mucho más limitado.

El informe de Freedom House señala que China ha ensombrecido la cobertura de noticias en el extranjero a través de una combinación de acciones que incluyen presiones aplicadas contra periodistas y editores extranjeros en países seleccionados. También mediante incentivos que alientan a los propietarios de medios y gobiernos extranjeros a obstruir preventivamente la información sobre temas relacionados con China.

“A pesar de que muchos periodistas y medios retroceden, la intimidación, las amenazas y el apalancamiento económico que emanan de Beijing han cobrado un precio”, señala el reporte.

Según Freedom House, hace diez años, la censura de los medios extranjeros por parte del PCCh parecía centrarse en los medios internacionales que operan dentro de China. También los medios en idioma chino con sede en el extranjero, incluidos los de Hong Kong y Taiwán. Hoy en día, algunas de las mismas tácticas se aplican a los principales medios de comunicación en un número creciente de países.

“El lado restrictivo y censurador de los esfuerzos de influencia de Beijing sigue siendo mucho menos visible que el aluvión diario de propaganda estatal china que se difunde a nivel mundial. Sin embargo, ha afectado no solo qué noticias se informan en muchos países, sino también cómo y por quién”, señalan.

Campañas de desinformación y amplificación falsa

Freedom House advierte que las campañas de desinformación vinculadas a China son claramente una táctica recurrente y persistente.

El estudio encontró que en 15 de los 30 países examinados hubo evidencia de comportamiento y amplificación no auténticos, asociados con cuentas y publicaciones claramente afiliadas a Beijing y ostensiblemente no afiliadas.

Se encontraron ejemplos de cuentas diplomáticas amplificadas artificialmente en varios de los países de este estudio, incluidos Estados Unidos, el Reino Unido, India y Sudáfrica, según una investigación realizada por Associated Press y el Instituto de Internet de Oxford.

En estos casos, las redes de cuentas falsas impulsaron las publicaciones de los diplomáticos chinos con acciones y “likes”.

El estudio revela que en los 30 países, se descubrió que los funcionarios chinos o los medios estatales promovieron falsedades, a menudo a través de sus cuentas de redes sociales.

“Este fenómeno se ha intensificado desde 2019, ya que muchas cuentas compartieron narrativas descaradamente engañosas para contrarrestar la atención global negativa sobre el gobierno chino en relación con las protestas a favor de la democracia en Hong Kong, los abusos de derechos en Xinjiang, la pandemia de COVID-19 y la invasión rusa de Ucrania”, dice el reporte.

El informe dice que el primer caso conocido fue de una campaña electoral vinculada a China que utilizaba redes de cuentas falsas para difundir desinformación apareció a fines de 2018 en Taiwán. Desde entonces, la práctica se ha convertido en una herramienta estándar en la caja de herramientas de influencia de los medios de Beijing.

Freedom House detectó esas campañas con alcance global, y en 13 países examinados en este estudio, se descubrió que los medios de comunicación locales o las cuentas de personas influyentes compartieron, a sabiendas o sin saberlo, una publicación de dicha campaña.

Aparecieron campañas más específicas en un subconjunto más pequeño de nueve países: Estados Unidos, Reino Unido, Taiwán, Italia, Rumania, Australia, Malasia, Sri Lanka y Filipinas. Se documentaron múltiples campañas en los Estados Unidos, y en Taiwán hubo un bombardeo casi constante.

Según Freedom House, las campañas documentadas en Estados Unidos parecieron tener poco impacto, pero reflejan un grado de inversión en esta táctica por parte de actores vinculados a Beijing que no era evidente antes de 2019.

“Casi cuatro años después de que se detectara la primera campaña, las campañas de desinformación vinculadas a China son claramente una táctica recurrente y persistente, aunque su impacto hasta la fecha no debe exagerarse”, dice el informe.

Freedom House ve altamente probable que este patrón continúe, lo que refuerza la necesidad de esfuerzos continuos por parte de los gobiernos, las empresas de tecnología y los investigadores independientes para mejorar la transparencia y detectar rápidamente la actividad no auténtica.

Metodología utilizada

Freedom House atribuyó puntuaciones sobre la influencia global de Beijing en medios de comunicación (BGMI, por sus siglas en inglés) en treinta países alrededor del mundo. La metodología detrás del proceso fue inédita, comprensiva, principalmente cualitativa, y asesorada por expertos internacionales en libertad de prensa, desinformación, China, y las regiones en estudio. 

Los países seleccionados entraron al análisis por ser catalogados como Libres o Parcialmente Libres en los indicadores de Freedom House sobre Libertad (Freedom in the World index). Además, los investigadores buscaron diversidad en términos geográficos, demográficos y estratégicos a nivel global. Quisieron tener, también, múltiples escenarios que reflejen la variedad de la naturaleza de las relaciones de China a nivel global. 

Una vez identificados los casos de estudio, Freedom House organizó equipos de investigadores locales para conducir procesos de consulta y entrevistas con miembros de los gobiernos, sociedad civil y medios de comunicación locales. Posteriormente, estos equipos respondieron cuestionarios estandarizados de 150 preguntas divididas en dos categorías: 

(1) esfuerzos e influencia de los medios de comunicación de Beijing;  

(2) resiliencia de estos países a dicha influencia. 

Las respuestas, debidamente ponderadas, arrojaron puntuaciones por país para cada categoría arriba descrita, atribuyéndoles además una característica de acuerdo al puntaje: baja, notable, alta o muy alta. Finalmente, al considerar ambas categorías, se determinó si el país era Vulnerable o Resiliente a la influencia global de Beijing en medios de comunicación. Cada valoración fue acompañada por extensas narrativas que argumentaron los puntajes obtenidos.