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Rusia podría estar perdiendo atractivo ante sus aliados: Cuba, Venezuela y Nicaragua

 * Una audiencia en el Congreso estadounidense analizó la influencia de Rusia en América Latina y cómo esas dictaduras son los ejes fundamentales de una estrategia antiestadounidense.

 * * La falta de recursos económicos de Rusia podría hacer que le den la espalda ante la urgencia de apoyo para sus debilitadas economías.


Expediente Público

Rusia sigue usando a los regímenes autoritarios de Cuba, Venezuela y Nicaragua como bases fundamentales para su estrategia antiestadounidense en términos de propaganda y desinformación en América Latina, pero claramente ha perdido atractivo debido a su escasa capacidad en apoyar económica y políticamente a esos gobiernos.

Esa fue una de las conclusiones que destacaron esta semana, en Washington, D.C. académicos y analistas expertos en Rusia durante una audiencia en un subcomité de la Cámara de Representantes de Estados Unidos.

La audiencia, titulada “Rusia en el hemisferio occidental: evaluación de la influencia maligna de Putin en América Latina y el Caribe”, realizada por el Subcomité del Hemisferio Occidental, Seguridad Civil, Migración y Política Económica Internacional del congreso estadounidense, tuvo a cuatro expertos sobre la influencia rusa en la región.

Uno de ellos fue Evan Ellis, profesor investigador de Estudios Latinoamericanos del Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra del Ejército de los Estados Unidos. A su criterio, en los últimos 15 años, cuando ha tenido conflictos con Occidente -como la invasión a Ucrania-, Rusia ha demostrado su intención y capacidad, aunque limitada, para llevar a cabo actividades militares y estratégicas contra los Estados Unidos y sus socios en el hemisferio occidental.

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“Su vehículo clave para hacerlo ha sido la confabulación con los regímenes autoritarios antiestadounidenses en la región, incluidos Venezuela, Nicaragua y Cuba”, advirtió el académico durante la audiencia que fue presidida por el congresista cubanoamericano, Albio Sires.

Advertencias

En la audiencia también participaron el académico ruso, Vladimir Rouvinski; Kimberly Marten, profesora de Ciencias Políticas del Barnard College; y Candace Rondeaux, directora de Future Frontlines, New America, un servicio de inteligencia de interés público.

Rouvinski, un académico ruso con estudios en Japón, Colombia y Estados Unidos, señala que Rusia priorizó el fortalecimiento de las relaciones políticas con los exaliados soviéticos como Cuba y Nicaragua, además de aquellos regímenes en el hemisferio occidental que surgieron desde finales de los 90 hasta principios del 2000 como parte de la “marea rosa” latinoamericana y cuya narrativa había sido abiertamente antiestadounidense, como Venezuela.

“Durante los últimos veinte años, Rusia ha estado usando varios medios para apoyar a sus aliados en América Latina: venta de armas, ayuda financiera limitada pero oportuna, respaldo diplomático en las Naciones Unidas y otros foros multilaterales, y facilitar la evasión de sanciones”, señaló Rouvinski en la audiencia.

La influencia militar

El profesor Ellis dijo que hay demostraciones recientes de la intención hostil de Rusia hacia los Estados Unidos y sus socios en el hemisferio occidental. Citó, como ejemplos concretos, la sugerencia del viceministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergey Ryabkov, en enero de 2022, de que Rusia podría desplegar fuerzas militares en Venezuela o Cuba.

Otro indicativo fue la firma del viceprimer ministro Yuri Borisov, en febrero de 2022, de un pacto para aumentar cooperación militar con Venezuela; y la reautorización de junio de 2022 de Nicaragua para un número limitado de tropas y equipos rusos para ingresar al país para misiones de entrenamiento y otras formas de apoyo.

Ellis explicó que más recientemente, las acciones rusas también incluyen un anuncio de participación de un equipo de francotiradores, junto con equipos de China, Irán y otros siete países, en una próxima competencia militar de francotiradores en Venezuela. La primera vez que la competencia se llevará a cabo en el país.

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Explicó que la proximidad con Venezuela incluyó el apoyo a fuerzas venezolanas que se dirigían al estado de Apure, fronterizo con Colombia, “de una manera que preocupó tanto a nuestros socios colombianos que su ministro de Defensa, Diego Molano, se vio obligado a denunciar las acciones de Rusia”.

Ellis señala que los rusos pueden haber proporcionado a Venezuela una capacidad radioelectrónica para interceptar comunicaciones de Colombia y Brasil.

Enfatiza que Rusia ha desplegado Sistemas de Defensa Aérea S-300, con 100 entrenadores y técnicos militares, y mercenarios del Grupo Wagner en Venezuela.

Diversas publicaciones, señalan que el Grupo Wagner es una organización paramilitar de extrema derecha de origen ruso, considerada un ejército privado que ha participado en diversos conflictos, como en la Guerra del Dombás, en Ucrania; así como en guerras civiles en Asia y África. Sus agentes han sido señalados de cometer crímenes de guerra, entre ellos violaciones y saqueo contra la población civil. Actúa en base a los objetivos políticos exteriores de Rusia.

Rusia, según Ellis, también ha enviado sus bombarderos Tu-160 con capacidad nuclear a Venezuela en múltiples ocasiones y también ha desplegado una flotilla de cuatro buques de guerra para realizar ejercicios allí. Ha amenazado con establecer una base militar en la pequeña isla de La Orchila, frente a la costa de Venezuela, y ha vendido $11.4 mil millones en bienes militares al régimen populista autoritario de Venezuela desde 2006.

El caso nicaragüense

Para Rouvinksi, “el Gobierno de Daniel Ortega ha desarrollado un alto grado de dependencia del apoyo político ruso, y existen instalaciones de entrenamiento militar rusas en suelo nicaragüense”.

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Por su parte, Ellis recordó que en Nicaragua, el régimen de Ortega y su Congreso autorizaron recientemente entre 180 y 230 tropas, aeronaves, barcos y armas rusas para operar en suelo nicaragüense de julio a diciembre de 2022, en virtud del Decreto 10-1022, para incluir apoyo a las comunicaciones militares y antidrogas, entrenamiento y otras operaciones.  

“Esta autorización no era completamente nueva, sino más bien una renovación y ampliación de la autorización de noviembre de 2021 para que las fuerzas rusas operaran en el país”, explicó Ellis.

El profesor del Colegio de Guerra de EE.UU. advierte que Rusia ha desplegado sus bombarderos Tu-160 Backfire con capacidad nuclear y otros aviones militares en Nicaragua en múltiples ocasiones y ha utilizado esos despliegues para intimidar a los socios estadounidenses en la región.

Según Ellis, aviones militares rusos han violado repetidamente el espacio aéreo colombiano y el país euroasiático ha desplegado dos de sus buques de guerra en Nicaragua.

“Más allá de tales despliegues, como en el caso de Venezuela, en los últimos años, Rusia ha proporcionado a la dictadura de Ortega en Nicaragua un arsenal que incluye tanques, vehículos blindados, helicópteros y aviones militares, y barcos lanzamisiles”, explicó.

Ellis rememoró que Rusia también instaló una estación terrestre para su sistema satelital de posicionamiento global GLONASS en el área de la laguna Nejapa de Nicaragua,  inaugurada en abril de 2017.

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De igual forma estableció una instalación en el viejo barrio de la clase alta nicaragüense Las Colinas, de Managua, desde donde lleva a cabo interacciones con los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, no solo de Nicaragua, sino de varios otros Estados de la región. La instalación comenzó a operar en 2017, y supuestamente capacitó a 236 personas en 12 cursos ese año, incluyendo a estudiantes de México, El Salvador, Guatemala, República Dominicana y Nicaragua, explicó Ellis.

Rusia, perdiendo el atractivo

Pese a su afinidad política y militar con Rusia, los regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela parecen haber caído en cuenta que los recursos rusos son limitados y su apoyo real es menor al esperado.

Según Rouvinski, cuando Rusia invadió Ucrania, Caracas aprobó la posición rusa en la Guerra, pero al mismo tiempo, “la evidencia sugiere que el Kremlin puede estar perdiendo su antiguo atractivo para el régimen de Maduro como intermediario que ayudó a contrabandear petróleo venezolano y brindó otro apoyo material”.

El académico señala que “si la política de Estados Unidos hacia Venezuela cambia, el Gobierno de Vladimir Putin tendría que hacer un esfuerzo adicional para mantener la alianza fuerte”.

Explica que, considerando el impacto de las sanciones occidentales y los costos asociados con la guerra en Ucrania, “las capacidades materiales rusas son ahora más limitadas que nunca”.

A su entender, sería difícil para Moscú asignar los nuevos recursos que desea Nicolás Maduro, incluida la expansión de la cooperación militar, “mientras que otros estados pueden estar dispuestos a reiniciar sus relaciones económicas con Caracas, aunque sea parcialmente”.

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Para Rouvinsky el caso de Nicaragua es similar y lo ejemplifica con la falta de reconocimiento de las regiones separatistas ucranianas.

“El Gobierno de Ortega se acostumbró a ser recompensado por el Kremlin, política y económicamente, por gestos pequeños pero simbólicamente significativos -para Rusia- como el reconocimiento diplomático de Abjasia y Osetia del Sur, las regiones separatistas de Georgia, en 2008, a las que Rusia brindó ayuda económica y respaldó a Nicaragua en el ámbito internacional”.

Sin embargo, recientemente Moscú no ofreció nuevos incentivos y en 2022 Managua no reconoció a Donetsk y Lugansk, las regiones separatistas de Ucrania, explica Rouvinski.

Ortega demanda más de Rusia

El académico ruso señala también que Daniel Ortega no se reunió con el presidente de la Duma rusa, Vyacheslav Volodin, quien llegó a Nicaragua en visita oficial a principios de 2022.

“Desde esta perspectiva, Ortega espera que Putin demuestre que Rusia sigue siendo útil para Managua en el cambiante escenario regional, de arreglos políticos y económicos globales. Sin embargo, las relaciones de Rusia con Nicaragua están sufriendo la limitación de recursos tangibles, similar al caso de Venezuela”, subraya.

Rouvinski también señala a Cuba en esta ecuación.

“La muy publicitada ayuda rusa a Cuba no tuvo un impacto real en la mejora de las condiciones de vida de los cubanos comunes a largo plazo y, al igual que Venezuela y Nicaragua, La Habana es consciente de las limitaciones para obtener ayuda de Rusia, que se necesita desesperadamente para mantener a flote la atribulada economía cubana”, explica.

Por ello, Rouvinski cree  dado que las capacidades de Moscú para brindar apoyo económico y político a Venezuela, Nicaragua y Cuba han disminuido significativamente, es posible que estén dispuestos a adoptar nuevas estrategias en sus relaciones bilaterales con los Estados Unidos.

“Esto es particularmente evidente en el caso de Venezuela, donde la participación limitada de Estados Unidos en el sector energético podría cambiar las reglas del juego y, eventualmente, reducir otras amenazas a la seguridad en la región, incluido el tráfico ilegal de drogas y la crisis de refugiados”, dice Rouvinski.

Rusia y su máquina de propaganda y desinformación

Tanto Ellis como Rouvinski coinciden en que Rusia ha diseñado una máquina de propaganda ampliamente desarrollada en América Latina a través de medios de comunicación como Sputnik o Russia Today.

El académico ruso explica que las narrativas de RT Actualidad y Sputnik no solo enfatizan el papel de Rusia como actor global, sino que también enfatizan que Estados Unidos se resiste al proceso de que Rusia recupere su “lugar debido” en el escenario internacional y se opone a la construcción de un nuevo orden multipolar con la participación de socios latinoamericanos.

“La mayoría de los programas que transmite RT desinforman a los televidentes sobre las políticas de Estados Unidos en América Latina en temas tan sensibles como la migración, la democracia liberal y los temas económicos y sociales”.

El académico también señala que Rusia utiliza otras actividades culturales con el mismo fin de “fomentar una imagen positiva de la Rusia contemporánea, criticar a Estados Unidos y disminuir el impacto de las noticias sobre el carácter autoritario del régimen político de Putin y su irrespeto a las normas internacionales establecidas”.

El profesor Ellis coincide en que “Rusia está llevando a cabo actividades de guerra de información en la región, posiblemente en conjunto con Cuba y Venezuela” y aprovechando las plataformas de medios sociales como Twitter, Instagram, Facebook y WhatsApp, con efectos amplificados por las tecnologías rusas que involucran “bots” de Internet y granjas de “trolls”.

Explica que las actividades rusas estarían orientadas a crear polarización y una disminución de la confianza en las instituciones democráticas. Por ejemplo, Colombia acusó a Rusia de intentar interferir en sus elecciones. “Hay evidencia creíble que sugiere que Rusia pudo haber interferido en la dinámica política y en las protestas sociales al menos también en Chile y México”.