Exiliadas de Nicaragua, Cuba y Venezuela claman unidad contra regímenes

Exiliadas de Nicaragua, Cuba y Venezuela claman unidad contra regímenes

* Tras años de represión en Nicaragua, Cuba y Venezuela, exiliadas alzan la voz para fortalecer la solidaridad y resistir en el exilio.

** Mujeres activistas insisten en que las alianzas regionales son fundamentales en la resistencia contra los regímenes autoritarios.


Eric Lemus / Expediente Público

Obligadas a huir, pero pendientes de la realidad política que dejaron atrás, las exiliadas de Nicaragua, Cuba y Venezuela sobrellevan la tragedia del destierro junto con el reto de adaptarse a una nueva realidad incierta que los acoge o los rechaza. 

La abogada nicaragüense María Laura Alvarado, en el exilio desde agosto de 2021, reconoce que luchar por restablecer la democracia de Nicaragua supone un gran reto cuando «la oposición política está, en su mayoría, fuera del país”.

Este exilio forzado ha obligado a movimientos y organizaciones a replantearse sus formas de incidencia. Se generan informes, se articulan diálogos y se exploran nuevas formas de presión internacional.

La activista resalta el trabajo ante organismos como el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, donde plataformas de la sociedad civil han llevado evidencia sobre la represión en Nicaragua.

Sin embargo, Alvarado admite a Expediente Público que la distancia impone retos: medir el impacto real a lo interno del país sigue siendo una limitación.

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Se necesitan las alianzas de la oposición

Para Alvarado, así como otras mujeres activistas entrevistadas por Expediente Público, la colaboración entre la oposición de Nicaragua, Venezuela y Cuba es más que una coincidencia política: es una necesidad estratégica.

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«Las dictaduras se hablan entre sí, se copian los métodos», advierte. Desde su perspectiva, este intercambio entre regímenes autoritarios hace indispensable una alianza estratégica desde la sociedad civil, incluidos los grupos de exiliados.

Las alianzas regionales permiten identificar patrones represivos comunes, como el debilitamiento del poder judicial, y activar mecanismos de alerta temprana en países que podrían seguir la misma ruta autoritaria.

Alvarado, como joven activista propone un frente común latinoamericano para visibilizar estas amenazas antes de que se instalen completamente.

Reto de articular estrategias

La abogada nicaragüense, exiliada en Costa Rica, es consciente de que la coordinación entre las plataformas políticas y organizaciones de solidaridad todavía está en una etapa inicial.

Una estructura regional con espacios de diálogo y planificación estratégica son, en su visión, pasos imprescindibles para fortalecer la resistencia democrática en el exilio. 

«Estas son iniciativas para tratar de enfrentar la realidad migratoria que ahorita estamos llevando, pero pueden venir bastante más actividades en el camino. Es una cuestión de coordinación entre plataformas políticas, (…) así se pueden ir dando también espacios de acercamientos, espacios de diálogo para construir acciones conjuntas para enfrentar a la dictadura», dice.

Una nueva realidad para exiliados

La periodista venezolana y cofundadora del medio digital Efecto Cocuyo, Luz Mely Reyes, “considera que el destierro puede reconfigurar tu identidad mientras tratas de adaptarte a la nueva realidad” en el país de acogida.

Reyes, que tiene a cargo la iniciativa Venezuela Migrante, que es una plataforma periodística dirigida a la población refugiada de su país natal, estudió las complejidades que afronta la población migrante y refugiada que huye de los regímenes autoritarios. 

Además, en opinión de Reyes a Expediente Público, 503,261 venezolanos que entre 2021 y 2024 ingresaron por la frontera sur estadounidense ahora temen que sean obligados a regresar al lugar del que huyen. 

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Una de las contribuciones más importante de Reyes sobre el exilio es la investigación “Te tienes que ir” que retrata la vida de diez periodistas venezolanos que buscaron refugio en Estados Unidos desde 2015. 

Adriana Gómez, periodista venezolana también en el exilio, explica a Expediente Público que “enfrenta el desafío de mantenerse como una voz legítima frente a gobiernos democráticos que, por motivos ideológicos o pragmáticos, han optado por normalizar relaciones con regímenes autoritarios, debilitando así los espacios de denuncia y cooperación”. 

Para Gómez “se digiere con una mezcla de dolor, frustración y resistencia persistente. El exilio no solo implica una pérdida física del territorio, sino también la ruptura emocional con una patria que se transforma bajo el control del opresor”. 

Presos políticos, el secuestro de la conciencia

Las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua repiten los patrones de represión, entre estos es encarcelar a los opositores.

Por ejemplo, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) contabiliza 903 presos políticos en Venezuela.  

Por otra parte, en Cuba, a marzo de 2025 había 1,152 personas encarceladas por disidencia, según la organización Prisoners Defenders. Mientras en Nicaragua se reportan 52, con datos del Mecanismo para el Reconocimiento de Personas Presas Políticas. 

Por eso es por lo que la activista María Laura Alvarado alberga la esperanza que EE. UU. mantenga el consenso bipartidista respecto a la crisis de derechos humanos en Nicaragua. 

“Esperaría realmente que esta nueva administración pueda seguir también apoyando en la lucha nicaragüense, por el retorno a la democracia, dado que ha sido un consenso bipartidista desde hace años y que esperamos que con esta nueva administración también se mantenga”, opina. 

La desmemoria: el arma contra los exiliados 

Por su parte, la disidente cubana Carolina Barrero recuerda a Expediente Público que “una de las armas que tienen los dictadores en contra de la sociedad civil es la desmemoria, el borrado de las experiencias anteriores, de las experiencias vividas”.  

Barrero, que es activista en derechos humanos, destaca que la eliminación de la memoria es un arma muy utilizada contra los exiliados por los sistemas autoritarios sea Nicaragua, Venezuela o Cuba porque eso obliga “que cada generación de activistas tenga que comenzar de cero”.  

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“Cuando yo converso con activistas de Venezuela y me cuentan lo que han pasado en estos 20 años, cuando somos capaces incluso de intercambiar la influencia que ha tenido el régimen de La Habana en el desarrollo del autoritarismo, tanto en Venezuela como en Nicaragua, hay muchos aprendizajes comunes que se derivan”, añade la activista cubana. 

Cuba y su rol de entrenar dictaduras

Barrero, que también es historiadora, trae a cuenta el rol que desempeñó Cuba sea como lugar de entrenamiento de las guerrillas sandinistas en el siglo pasado o como asesor del temible Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) en Venezuela.

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“Si los regímenes se valen unos de otros para sostener su poderío, nosotros, los activistas también deberíamos de tendernos la mano con información, con experiencias compartidas y con solidaridad porque eso es parte de la solución”, exhorta la activista. 

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