FSLN enemigo de la Iglesia católica Daniel Ortega Monseñor Rolando Álvarez

FSLN, enemigo de la Iglesia católica y su clero en Nicaragua 

*Ni siquiera en la década de los 80, mientras estaba en guerra, el FSLN había disparado contra templos, bloqueado parroquias y apresado a sacerdotes.

**Analista considera que el régimen de Ortega-Murillo ve a la Iglesia católica como un adversario poderoso que puede disputarle el poder.


Expediente Público

El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) presume de su cristianismo, pero no ha dejado de atacar a la Iglesia católica las dos veces que ha detentado el poder en Nicaragua.

En la década de los 80 el lema era “entre cristianismo y revolución no hay contradicción”, pero la Seguridad del Estado vigilaba, después de las operaciones de la Contra, a los obispos y sacerdotes. Ahora dice que su política es “cristiana, socialista y solidaria”, pero expulsa a monjas, enjuicia a sacerdotes, cierra sus medios de comunicación y asedia o dispara contra templos.

A finales del siglo pasado, el FSLN llegó a confrontar también al clero católico, y aprovechó la simpatía de la Iglesia Popular, un movimiento latinoamericano de sacerdotes católicos, cuyos adeptos nacionales participaron activamente en el gobierno nicaragüense de entonces.

En este siglo, Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo aprovecharon la cercanía con el cardenal emérito Miguel Obando para sostener una imagen cristiana favorable y tolerante. Pero con su muerte, precisamente en 2018, la posición de la mayoría de obispos a favor de los manifestantes opositores y contra los crímenes de lesa humanidad cometidos por el oficialismo, inició nuevamente los ataques del sandinismo.

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Rosario Murillo dirige los ataques

A pesar de eso, la historia no se repite, sino, se viven dos momentos distintos con ataques diferentes, con algunos actores que estuvieron gobernando en la década de los 80, advierte un sociólogo especializado en religión, quien por seguridad, prefiere omitir su nombre. La mayor diferencia entre la agresión del pasado y la actual, es precisamente la vocera del régimen Murillo, señala.

“La historia no se repite, no creo en ese concepto simplista. Es otro tiempo, con otros protagonistas y con los mismos protagonistas y diferentes métodos. En los 80 había una guerra civil y había cambios al interior de la Iglesia, lo que se llamó la teología de la liberación. Hoy no existe la guerra y entre el clero no hay mensajes de la teología de liberación”, dice a Expediente Público.

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“Son los mismos perseguidores que ven a la Iglesia como un poder ¿cómo no lo va a ser? Es un poder internacional. ¿Por qué se persiguió en los 80?, porque era un poder. ¿Por qué hoy?, porque es un poder, pero la década de los 80, no se parece a los tiempos actuales”, agrega.

Inventan delitos al Obispo rebelde

En la década de los 80 no se apresó a ningún sacerdote, tampoco hubo el tipo de asedio a los templos donde la feligresía no se atreve a ir a misa porque están rodeado de policías, aunque si hubo expulsiones y vigilancia al clero, expone el entrevistado.

En 2022 fueron enjuiciados bajo cargos comunes dos párrocos, Leonardo Urbina y Manuel García, sin garantías al debido proceso. Mientras tanto, se impone de facto “curia por cárcel” al obispo de Matagalpa, Monseñor Rolando Álvarez, a quien tanto la vocera del régimen Rosario Murillo, como los diputados del FSLN, Wilfredo Navarro y Carlos López, amenazan con llevarlo ante un juez sandinista, quien seguramente lo condenará.

El régimen de Ortega inició una investigación penal por el supuesto delito de «actos de odio». Murillo acusa al Obispo de «crímenes de lesa espiritualidad», un cargo que no existe en las leyes penales de Nicaragua. Sin ninguna orden judicial, la Policía le mantiene retenido en la curia de Matagalpa con once personas más, que acompañan a Monseñor Álvarez.

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FSLN y el espionaje al clero católico

La Seguridad del Estado del Ministerio del Interior realizó durante el primer gobierno sandinista acciones de espionaje  y operativos contra el clero, cuya acción más relevante fue el montaje de un escándalo sexual contra Bismarck Carballo, secretario del cardenal Miguel Obando Bravo, en 1982.

“Había una situación de guerra, pero esto de ahora es en frío. Las guerras justifican algún tipo de control de seguridad del Estado. Aquí no hay guerra, es pasar la cuenta y el control absoluto, control de ONG, párrocos, parroquias y todos los lugares donde la gente se reúne, y al reunirse escuchan cosas que pueden ser peligrosas para el régimen”, advirtió el sociólogo.

“Si no vemos esa diferencia, simplificamos demasiado las cosas. No es ni peor ni mejor, no me parece, tiene características diferentes, no es lo mismo cómo actuaba un gobierno que decía vivir una guerra de agresión a un Gobierno que no está siendo agredido por nadie”, sostiene.

“Esto tiene características de venganza y de control. En aquel entonces era solo control, ahora tiene características de saña, propias de este tiempo y de la represión que ejerce el gobierno”, agrega.

«Horrenda» persecución

Las voces de protesta al régimen Ortega y Murillo se han manifestado en Honduras y El Salvador. Monseñor Darwin Andino, Obispo de Santa Rosa de Copán, Honduras, señaló que «se habían tardado» el régimen de Nicaragua en atacar a la Iglesia católica y no descartó que lo mismo suceda en su país con el Gobierno de Xiomara Castro, quien es aliada de los regímenes de izquierda del hemisferio occidental. «Hay que estar preparados en Honduras porque también viene la persecución como en Nicaragua».

El obispo auxiliar de San Salvador, Rosa Chávez, calificó de «horrenda» la violencia a la Iglesia y el cierre de radios católicas en Nicaragua por parte del régimen de Daniel Ortega.

Este 5 de agosto del 2022 el Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe (CELAM) emitió un comunicado de solidaridad con la Iglesia Católica nicaragüense, en particular, por el asedio a monseñor Álvarez, cuya diócesis se vio censurada con la cancelación de seis medios de comunicación.

Además de estos ataques, hace una semana se conmemoró el segundo aniversario del atentado incendiario en la Catedral de Managua, y desde el 2018 se cerraron organizaciones caritativas, incluyendo Caritas y la Fundación de las Misioneras de la Caridad de Santa Teresa de Calcuta; mientras que el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, fue prácticamente expatriado, así como el sacerdote de Masaya, Edwin Román.

Pese al mensaje de los obispos, el silencio del papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano, es reclamado por los opositores, recordando el papel que tuvo Juan Pablo II en la crítica al primer Gobierno del FSLN.

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El papel de los papas

El analista consultado considera que estas observaciones sobredimensionan la imagen del papa polaco, Karol Wojtila, quien “no era bueno, porque apoyó dictaduras militares en América Latina, en Argentina y Chile, era un enemigo de la teología de la liberación, y su papel en Nicaragua era de respaldo a una iglesia que estaba en contra de ellos”.

Juan Pablo II es criticado por su falta de beligerancia y crítica a los crímenes de lesa humanidad y violaciones de derechos humanos. El sociólogo señala que “hoy en día se habla como si nos pudiera salvar, pero él no salvó a los torturados, ni los apresados, ni asesinados de las dictaduras militares del Cono Sur, más bien tuvo mucha responsabilidad en el asesinato de monseñor Óscar Arnulfo Romero”.

San Romero de América fue arzobispo de San Salvador, El Salvador, conocido por sus prédicas a favor de los derechos humanos y sus llamados a cesar la represión militar. Aunque era diocesano, fue muy tolerante con los teólogos de la liberación de su país, incluso tuvo como consejeros al jesuita, también martirizado, Ignacio Ellacuría. Lo asesinaron el 24 de marzo de 1980 mientras oficiaba misa.

“Juan Pablo II no es el papa bueno que nos salvaría de esta dictadura, he escuchado con sorpresa que se echen campanas diciendo que nos convendría ahora. Por otra parte, un pronunciamiento de Francisco sería muy débil, que salga al balcón y diga que recemos por los hermanos de Nicaragua no aportaría en nada ni ayudaría. Compararlos a ambos en torno al problema de Nicaragua sería un error”, precisa.

Los cardenales y el FSLN

Por otra parte, considera que Juan Pablo II estaba contra los gobiernos de izquierda y apoyó dictaduras de derecha, le dio la mano a Augusto Pinochet, y este gobierno de Ortega es neoliberal,  de derecha, pero con bandera de izquierda que se la cree poca gente.

En la década de los 80 jugó un papel relevante el cardenal Obando, quien terminó al final de su vida, siendo aliado del régimen Ortega-Murillo. “Estuvo yendo de un lado a otro y fue el mayor soporte de Ortega hasta 2018”. Un papel beligerante políticamente, que no deja de establecer comparaciones con el estilo moderado del cardenal Leopoldo Brenes.

El experto considera que Brenes es, por el contrario, un hombre tímido, con un pensamiento teológico extremadamente tradicional, no va lejos en sus críticas, y es muy amigo del papa Francisco.

Con respecto al pensamiento tradicional se refiere al foco en aspectos litúrgicos y ceremoniales como las procesiones, oraciones, “pero Jesús que es el referente de los cristianos, era un hombre rebelde ante el poder político, no vino a morir, fue asesinado por el poder religioso y estatal de su tiempo”. 

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Resistencia católica más allá de obispos

Con la salida de Báez y la jubilación de monseñor Abelardo Mata, la Conferencia Episcopal de Nicaragua quedó sin sus principales voces críticas. Si a esto se suma una captura de monseñor Álvarez parecería que el régimen apagaría la resistencia católica.

Sin embargo, el entrevistado considera que esto tampoco significará necesariamente el fin de la crítica de la Iglesia Católica hacia la dictadura.

Una religión activa es entender a Jesús de Nazareth y lo que predicó, una relación entre las personas. El sociólogo señala que la resistencia no es salir en la televisión, hay muchas religiosas comprometidas con un cambio en Nicaragua, que trabajan en sus colegios y educan a niños y niñas, nunca se habla de ellas.

Reitera que el trabajo de la Iglesia no es mediático. “Hay muchos párrocos que acompañan a su gente con lo que Jesús dijo era el examen final: dar de comer, dar de beber, refugiar a los que huyen, visitar a los presos. La resistencia tiene muchas expresiones, la iglesia es la gente, que está apoyando a los presos, llevándoles de comer, preocupados por organizarse para que puedan ser algún día, libres”.

Además, la resistencia no es solo la de los obispos, sería una misión de Iglesia limitada pensar que solo los hombres tienen una función, “es parte del machismo social y cultural de este país”. Precisamente, también las congregaciones religiosas están siendo atacadas actualmente, “no se sabe por qué el Gobierno expulsa a quien ayuda a los miserables, porque quedan muy mal internacionalmente, tal vez porque ven a un enemigo en todos”.