Honduras

Los cementerios Covid-19 y el subregistro de muertes empiezan a hacer mella en las cifras de la pandemia en Honduras

07/agosto/2020

**Los datos oficiales sobre el nuevo coronavirus solo reflejan las víctimas diagnosticadas con un test de la enfermedad, no cuentan los que fallecieron mientras eran llevados al hospital o estaban en sus casas sin haber hecho una prueba o sin recibir asistencia médica, por lo que el número de casos puede ser considerablemente mayor.


Pensó que sería atendido en un centro médico en la zona norte de Honduras porque tenía dificultad para respirar y dolor en el corazón… murió en la acera, esperando ser ingresado. 

Se trata de Manuel de Jesús Torres (57), un hondureño que falleció sentado en las afueras de la clínica periférica del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), ubicada en Choloma, Cortés, el departamento donde se concentra el mayor foco de contagios: el 39.7 por ciento de los casos reportados, según el Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (Sinager), una zona donde se concentra gran parte de la actividad económica y productiva de Honduras. 

El hecho sucedió el 5 de junio de 2020; el cuerpo de don Manuel estuvo en la acera por más de ocho horas hasta que personal forense llegó a hacer el levantamiento. Recientemente, los resultados de Medicina Legal arrojaron que la causa de la muerte del señor Torres fue por coronavirus, lo evidencia el expediente L520- A646-20, al que tuvo acceso Expediente Público. 

Esa escena parece repetirse en diferentes puntos del departamento de Cortés: personas que de repente se desmayan y mueren en la calle; otros en sus hogares y sin recibir tratamiento y diagnóstico. 

Acceder a una consulta médica en Honduras es ahora más complejo debido a la saturación del 90% de camas derivada de la pandemia. Además, los sistemas sanitarios históricamente deficientes en el país han complicado la respuesta al Covid-19, declararon en las últimas semanas diversas fuentes médicas a los medios de comunicación. 

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Por si no fuera poco, gran parte de los fondos ejecutados por el Gobierno para enfrentar la pandemia no se ven reflejados en la asistencia sanitaria, tampoco en políticas sociales dirigidas a los sectores más afectados.  

La muerte de don Manuel es solo un ejemplo de la situación en los hospitales públicos y de lo difícil que es rastrear el impacto total de la pandemia, ya que existe un subregistro que no se refleja en las cifras oficiales de los entes especializados a cargo del manejo de la emergencia. 

De acuerdo con el recuento oficial, desde el 10 de marzo que se reportaron los dos primeros casos de coronavirus en el país; hasta el 7 de agosto se reportan 45,775 confirmados, de esos 1,446 han fallecido.

La ejecución de los recursos para contrarrestar la emergencia de Covid-19 al 24 de julio asciende a 4,757.4 millones de lempiras, unos 191 millones de dólares. Ese monto comprende, entre otros, según la Secretaría de Finanzas, la contratación de recurso humano de salud y asistencia humanitaria, equipo médico, equipo de protección, transporte de muestras, insumos de bioseguridad, reactivos, medicamentos, capacitación, mejoras de infraestructura, clínicas, hospitales móviles y entrega de alimentos a través de saco y bolsa solidaria que contiene principales productos de la canasta básica. 

Otro caso similar al anterior se dio en la colonia La Paz. de La Lima, Cortés, un señor de 50 años, que vivía solo fue encontrado sin vida dentro de su vivienda; fue reportado mediante una llamada al 911 con fallas respiratorias, fiebre y tos. Pero al momento del levantamiento, los familiares mostraron un diagnóstico de una doctora pariente del fallecido, que detalló que la causa de muerte había sido de un ataque cardíaco, lo que contrasta con el reporte hecho a la unidad de emergencia, según se lee en el expediente LR515-20A682-20 de Medicina Legal. 

Para Vladimir Núñez, forense hondureño, en San Pedro Sula y alrededores han recogido varios cuerpos de personas en la calle por causas no establecidas y en la morgue de esa ciudad hay muchos cadáveres a la espera de las pruebas PCR. Se trata de indigentes y de ciudadanos que iban en busca de atención médica y en el trayecto fallecieron, explica la fuente a Expediente Público.  

Diagnósticos de clínicas privadas justifican defunciones en casas 

Por otro lado, el funcionario revela que, si una persona fallece en casa, se registra como muerte natural ya que no se sabe si fue a causa de la pandemia, ya que los familiares aparecen con diagnósticos médicos de clínicas privadas para no tener problemas con el entierro, entonces ahí los datos son imprecisos, no se sabe el verdadero número de muertes por coronavirus lo que dificulta tener un control total de la epidemiología y estadísticas confiables.  

“Se le debe dar seguimiento a todos esos casos, tienen que hacer un interrogatorio, ver las patologías que padecía la víctima y luego la historia de la enfermedad actual. Si eran síntomas de algún proceso respiratorio que pudiera ser asociado al coronavirus”, explica Núñez. 

Para el experto, las cifras de muertes relacionadas al Covid-19 podrían ser mayores, y es complejo predecir cuándo la curva de casos comenzará a bajar, ya que no se tiene certeza de la causa de muertes que se reportan en las casas.  

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Núñez amplía que en el país no se está reportando que las personas fallecen con sospechas por Covid-19, porque para tener los resultados de las pruebas PCR podrían pasar meses para que lleguen los resultados del laboratorio a Medicina Legal y se dé el diagnóstico del certificado de muerte. 

Obviamente que la prioridad es hacerles análisis cuando están vivos (y no esperar) a que estén muertos, tenemos una debilidad un poco marcada en ese aspecto”, acotó el forense. 

El Departamento de Medicina Forense informó que tiene como única obligación atender las muertes violentas y que los levantamientos de cuerpos por sospechas de Covid-19 es competencia de Sinager, a quienes les han solicitado que envíe un microbiólogo para que haga las muestras de hisopado nasales a los fallecidos. 

“Desde los primeros días de mayo les presentamos esta propuesta para que contrataran personal temporal y no nos han dado respuesta. De hecho, ellos querían que nosotros hiciéramos todos esos levantamientos, pero les dijimos que no; no podemos porque no tenemos suficiente personal y el que está no se da abasto para atender homicidios, accidentes y otras muertes violentas. El presupuesto de la morgue es muy poco, sin embargo, a Sinager le han aprobado recursos para abordar este asunto y si no lo hacen, eso demuestra la falta de transparencia y voluntad para resolver el asunto”, reveló. 

Los cementerios “Covid-19” 

En Honduras, de acuerdo al “Lineamiento para el manejo de cadáveres por casos de Covid-19”, no todos los parientes pueden darles el último adiós a los fallecidos. Según las disposiciones del Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (Sinager) y la Secretaría de Salud, no está permitido velar el cuerpo y solo pueden asistir 10 familiares al entierro.   

Las autoridades de Sinager firmaron un contrato con la empresa Angelus Terra para adquirir un terreno de unas cinco manzanas para habilitar un cementerio privado en Villanueva, Cortés, un municipio con altos niveles de inseguridad a causa de las maras y pandillas, pero también una zona pujante de la economía al concentrar varias fábricas de maquila o industria del ensamblaje.

El cementerio vendría a suplir las necesidades para sepultar a las víctimas del coronavirus, pues la pandemia también está evidenciando fuertes rasgos de intolerancia, discriminación y estigma. Los llamados “cementerios Covid-19” empiezan a florecer en algunas regiones del país, en Tegucigalpa, la capital, las autoridades municipales habilitaron también un cementerio en las afueras de la ciudad para dar terraje a las víctimas y las filas a diario son interminables. 

En julio, la Asociación de Funerarias de Honduras estimó las muertes por coronavirus en más de 2,500 a nivel nacional, y ello no incluye los datos del Sinager. El subregistro está también afectando los datos de los fallecimientos en este país centroamericano. 

Hospitales públicos sin cupo 

Para el doctor Carlos Umaña, presidente de la asociación de médicos del Instituto Hondureño de Seguridad Social, localizado en la zona industrial del país, la capacidad operativa de los hospitales es de un 95 por ciento. “Ya lo podríamos considerar como un colapso del sistema sanitario porque las cifras, esas cifras significan que prácticamente solo dispone de 10 o 15 camas máximo”.  

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Estamos, dijo, frente a un desplazamiento exponencial de la pandemia que podría agravarse con la decisión de retornar a la apertura económica que aprobó el gobierno nuevamente para Tegucigalpa, capital de ese país y San Pedro Sula, “en esta reapertura de la economía tememos que se nos vaya a desbordar el sistema sanitario, principalmente en las dos ciudades más importantes de Honduras” 

“En San Pedro Sula teníamos el 95% de la capacidad hospitalaria (ocupada), y en este momento, aunque usted tenga dinero no va poder ser atendido en las clínicas privadas, aunque usted tenga un seguro privado”, graficó el galeno 

Umaña no considera que estamos en la etapa cinco de la pandemia, pero estamos cerca, explica que dicha etapa se da cuando el sistema sanitario está desbordado, pero señala que podemos estar en una etapa “4.5, significa que el sistema de salud está en un 90% de su capacidad.  A diferencia del resto del país, algunas zonas están en la etapa cuatro y tres, han tenido pocos casos y eso es favorable para poder continuar la economía”.  

El discurso de Roberto Cosenza, viceministro de Salud, contrasta con la versión de los médicos, en entrevista con Expediente Público, negó que en el país el sistema sanitario está colapsado. “Si usted puede ver, aquí no ha ocurrido lo que ha sucedido en otros países; nosotros hemos estado manejando la pandemia inteligentemente y todos los hospitales han tenido sus camas”, aseguró el 13 de julio de 2020 al ser consultado en el Colegio de Ingenieros, lugar donde realizan las pruebas PCR en el norte del país. 

Hay que recordar -añadió Cosenza- que el hospital “Leonardo Martínez” no contaba con ninguna cama ya que fue diseñado como un centro materno infantil. “Se vio en la necesidad de habilitar más de 100 camas para atender a pacientes con Covid-19. Además, se dotó de 63 camas con ventiladores mecánicos”.  

Al inicio de la pandemia “el hospital “Mario Catarino Rivas”, de San Pedro Sula, se había habilitado una sala con cinco camas y hoy día ya tiene 40 camas para atender pacientes con coronavirus”, dijo, ampliando que tienen la disposición de habilitar un cuarto piso con 56 camas.  

De igual forma, expresó, el alcalde sampedrano Armando Calidonio ha hecho un trabajo intenso en San Pedro Sula, al habilitar el gimnasio municipal para atender aquellos pacientes leves que han venido del del hospital “Mario Catarino Rivas” y del “Leonardo Martínez” con una capacidad de 69 camas para atender este tipo de pacientes. 

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El viceministro hizo un llamado para que la población asista, cuando se presenten las primeras fases de la enfermedad, a todos estos establecimientos para darle un medicamento. “No es tener el mayor número de cama si no que tener el mayor número de personas diagnosticadas con Covid-19 para poderle darle su tratamiento”, enfatizó. 

Casos en aumento  

En cuanto al descenso de la curva de casos, estamos algo lejos momentáneamente que suceda (aplanarla), según explica Umaña. De la cantidad de pruebas realizadas, existe un 50% de positividad, señala que cuando se tiene una tasa mayor de 30% de casos positivos, no se está aplanando la curva, “todavía la curva sigue en ascenso y hasta que la Secretaría de Salud no logre sustentar 1,000 pruebas diarias en las cuales 500 son de la mora y 500 nuevas, no podremos decir cuándo es que la curva se está aplanando,  debemos tener un efecto sostenido  por alrededor de unos 10 días. Sinager tiene que hacer pruebas nuevas, cada día para ver la tasa de positividad, que es lo que estamos pidiendo”, concluyó. 

Apertura económica y transparencia 

El miércoles 29 de julio, en Honduras se reinició la fase 1 de la economía a nivel nacional, con algunas excepciones planteadas por Sinager por alta incidencia de casos por Covid-19.  La decisión fue tomada por el presidente Juan Orlando Hernández Alvarado ante el Consejo de Ministros. 

En la fase 1 se reincorpora el 20 por ciento de la masa laboral, sin embargo, se excluye a grupos vulnerables como las personas con una enfermedad base y de la tercera edad. Ante ese escenario, el mandatario expresó que las empresas medianas y grandes se comprometen a instalar triajes para sus colaboradores.  

Los centros de triaje están siendo parte de las opciones que están impulsando en diversos puntos del país y en las ciudades, como mecanismo para bajar la presión hacia los hospitales, y de acuerdo al doctor Umaña, la saturación de los hospitales públicos hace que el acceso a los mismos se vuelva complejo para los ciudadanos en búsqueda de atención médica. 

La Mesa Multisectorial para la reapertura de la economía recomendó al gobierno retornar a la fase 1 en ciudades como Tegucigalpa y San Pedro Sula, al tomar en cuenta factores como la pérdida de miles de empleos, el cierre de empresas y muchas familias que siguen sin recibir ingresos desde que el coronavirus comenzó a expandirse. Las proyecciones del sector privado son de unos 300 mil a 400 mil empleos que se han perdido desde que inició el confinamiento social. Y según los primeros escenarios anunciados por las autoridades del Banco Central de Honduras, la caída en la economía oscilará entre menos 7% y 8%, la peor de las caídas registrada en la reciente historia del país. 

Para el analista del Foro Social de la Deuda Externa, Alejandro Kafati, a inicios de año, antes de la pandemia, ya había un 64% de pobreza y 42% de pobreza extrema, y al final del año “podríamos tener 70% de pobreza y 50% de pobreza extrema”, vaticinó.  

“En números fáciles, 3 de cada 4 hondureños serán pobres, y de estos 3 pobres, 2 vivirán en pobreza extrema, o lo que es igual habrá 6.5 millones de pobres y 3.3 millones de personas en pobreza extrema”, amplió.

Según datos del Fosdeh, en Honduras han quebrado y cerrado ya un 40% de mypimes que sobrevivían a duras penas antes de esta pandemia, lo que representa que cuatro de cada 10 cerraron. 

El balance entre economía y salud, es uno de los desafíos para el gobierno, y los médicos son conscientes de este aspecto. El doctor Umaña señala que muchas de estas acciones pasan por la transparencia, y aunque reconoce de algunos esfuerzos y transformaciones, lamenta que millonarias inversiones como la de los hospitales móviles adquiridos en Turquía, estén rodeadas de opacidad que a la postre inciden en el incipiente sistema de salud pública y sus carencias. 

Se refiere al caso de los siete hospitales móviles y sus plantas de tratamiento adquiridas a un proveedor que operaba en Turquía y por el cual se pagaron cerca de 48 millones de dólares, mientras otro hospital similar, pero de menor costo, adquirido por la Comisión Permanente de Contingencias (Copeco), fue construido en una zona inundable en Villanueva, Cortés. El hospital no pudo funcionar como tal y fue convertido en un centro de triaje, pero las primeras lluvias comenzaron a inundar la zona y se anunció que sería movido a otro sitio más seguro, al trascender las imágenes de las angustias médicas atendiendo pacientes bajo el agua a lo interno del triaje. Umaña. Insiste en la importancia de la transparencia y la rendición de cuentas. Ambos casos, están siendo llevados e investigados por el Ministerio Público. 

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Para el galeno, al par de la inversión en el sistema de salud, la estrategia gubernamental debe ir aparejada también de una atención integral a sectores vulnerables al segmentar la entrega de subsidios como las bolsas de alimentos, la dotación de mascarillas y otros mecanismos que debieron arrancar desde el inicio de la emergencia. 

El Estado debe cumplir con su labor, ampliar la red sanitaria y distribuir los medicamentos, contratar al personal y dar el equipo de bioseguridad y juntos hacemos cada quien su parte vamos a superar este mal”, dijo Umaña.  

Asimismo, dijo que los gobiernos locales deben colaborar segmentando sus poblaciones, en especial los que se dedican a la venta ambulante de alimentos para que se produzca un retorno gradual a la economía en forma ordenada, que la población respete el número dígito asignado cuando le toca salir y que lo haga solo en casos que sean necesarios. Umaña abogó por esfuerzos colectivos y mayor conciencia ciudadana, a fin de evitar una propagación del virus, que lejos de disminuir los subregistros de contagio y número de muertes, los aumentará.