Honduras

Gobierno de Honduras, una “melcocha” con sabor a radicalización política

*El partido Libre aspira a consolidar un gabinete incondicional a su caudillo, el expresidente Manuel Zelaya Rosales.

**En el discurso, el Gobierno hondureño demanda un partido y una administración más integrada «al pueblo», sin embargo, las declaraciones oficiales y los hechos se contradicen.

***La relación con la República Popular China traería una carta electoral y política para los Zelaya Castro: construir un canal interoceánico que conecte el puerto hondureño de Castilla, en la costa atlántica, al mar Pacífico, en la región sur.


Expediente Público

La decisión de abrir relaciones diplomáticas con la República Popular China y la inminente salida de algunos secretarios de Estado considerados de «derecha», muestra la decisión del Partido Libertad y Refundación (Libre) de abandonar a sus aliados políticos en los pasados comicios e iniciar su carrera a las elecciones de 2024 en Honduras, con un rostro más apegado al «Socialismo del siglo XXI».

La primera señal de una mayor aproximación al denominado «Socialismo del Siglo XXI», apareció a mediados de febrero cuando un joven hacendado que es ministro de Recursos Naturales y Ambiente (MiAmbiente+), Lucky Medina, afirmó ante un medio hondureño de redes sociales, que el modelo a seguir para Honduras lo representaban «Venezuela, Nicaragua y Cuba».

«Hay decisiones que tomar, con gobiernos así de fuertes, claro que sí, como Nicaragua y Cuba, en Cuba ningún niño duerme en las calles», argumentó Medina, a pesar de que cada año unos 20 mil migrantes de esa isla transitan por Honduras en su travesía hacia EE UU, grupo que representa el mayor flujo de transeúntes que ingresa a este país centroamericano.

Debates retóricos

Con el objetivo de presumir sus posturas ideológicas, Lucky Medina declaró que él era alguien «orgullosamente radical».

Pocas horas después, su compañero de gabinete, el ministro de la Secretaría de Desarrollo Económico (SDE), el empresario y expresidente de la Cámara de Comercio e Industrias de Cortés (CCIC), Pedro Barquero, lo refutó escribiendo en un tuit que: «al país lo recibimos en muy malas condiciones, pero la salida no es seguir el modelo de Venezuela, ni de Nicaragua, ni de Cuba… no votamos para eso. Debemos diseñar nuestra propia salida en base a principios democráticos…».

Además de Barquero, ningún otro miembro del gobierno hondureño rechazó lo declarado por Medina. Al contrario, el ministro de Recursos Naturales recibió el respaldo de otros integrantes del gabinete, como del secretario de Estado en el Despacho de Planificación Estratégica (SPE), Ricardo Salgado.

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A la inesperada polémica, Salgado inclinó la balanza afirmando ante los medios nacionales que «el centro no existe», confirmando la tesis partidaria de que «se está con Libre y el Gobierno o se está contra Libre y el Gobierno; sin términos medios».

¿Traiciones?

Para seguir bajo la misma línea, en otro capítulo del debate público, el director del Servicio de Administración de Rentas (SAR), Marlon Ochoa, dijo que Barquero representaba «un modelo fracasado» y se comportaba como «traidor» por oponerse al proyecto de Ley de Justicia Tributaria que impulsa actualmente el Gobierno.

«¿Pensar diferente es traicionar? Me apunto al socialismo democrático, no al socialismo autocrático que, implementando el odio, quiere impulsar un pequeño grupo de radicales del Gobierno», alcanzó a decir en su defensa Barquero durante una entrevista realizada en un canal de televisión.

A pesar de que los debates retóricos suman intensidad y protagonistas, la presidenta Castro y su principal asesor, esposo, exmandatario (2006-2009) y actual «hombre fuerte» del Gobierno, José Manuel Zelaya Rosales, han optado por guardar silencio en las disputas.

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Los incondicionales y los condicionados

Ni un solo comentario en público trascendió de la pareja presidencial. Nadie salió protegiendo a Barquero, ni se recordó que él había sido el estratega y negociador de la alianza electoral entre su partido, «Salvador de Honduras», y Libre; un acuerdo, al que calificó como «una hermandad» y que representó un punto de inflexión para que la candidatura de Xiomara Castro dejara atrás al oficialista Partido Nacional en la carrera electoral de 2020.

Tras los últimos acontecimientos, Barquero ha quedado huérfano políticamente dentro del Gobierno. Este ministro de Desarrollo Económico podría ser la primera víctima de gran envergadura al interior del mandato de Castro.

Enfrentado a dos opciones, se presume que Barquero deberá elegir entre renunciar o ser despedido. Nadie de su propio partido o de la empresa privada lo estará esperando cuando abandone su oficina. Es el precio de su fugaz aventura política junto a los Zelaya.

¿Cuál es el trasfondo?

Para el analista político Manuel Torres Calderón, la disputa verbal entre los ministros va más allá de las diferencias personales y en su lugar debe leerse como evidencia «del rediseño interno del Gobierno de Xiomara Castro que ya marcha en clave electoral».

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En ese caso, sostiene Torres Calderón a Expediente Público, los ataques contra Barquero suponen que Libre aspira a un gabinete políticamente homogéneo, incondicional a su caudillo, al expresidente Zelaya, y que sea expresión de la voluntad popular».

“Si algo tiene claro el expresidente Zelaya es que las elecciones se ganan mucho antes de que se abran las urnas», Manuel Torres Calderón, analista político.

«En esencia, más que un palenque público ideológico, lo que presenciamos es el fin de las alianzas electorales de Libre y su decisión de concentrar y utilizar al máximo el poder público para ganar las próximas elecciones», puntualizó Calderón.

Con miras a 2025

Las maniobras políticas parecen un tanto prematuras si se toma en cuenta que las elecciones serán el 30 de noviembre de 2025, sin embargo, el tiempo político-electoral corre distinto al de la vida cotidiana y si algo tiene claro el expresidente Zelaya, manifestó Torres Calderón, es que «las elecciones se ganan mucho antes de que se abran las urnas».

El pulso lo inició Zelaya el pasado 11 de marzo, cuando en una asamblea nacional de su partido anunció que Libre se prepara para negociar un cambio en las reglas del juego electoral y, además, presentó a su hijo y actual secretario privado de la presidenta, Héctor Manuel Zelaya Castro, como un posible candidato presidencial.

«Quiero saludar a un prospecto, un proyecto que tiene el pueblo hondureño y la juventud del Partido Libre, Héctor Manuel Zelaya», expresó el expresidente Zelaya durante un mitin político, aunque afirmó que la candidatura de su hijo no sería para las elecciones de 2025, «debido a la prohibición constitucional».

De acuerdo con el artículo 240 de la Constitución vigente no pueden ser elegidos presidente de la República «el cónyuge y los parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad del presidente y vicepresidente de la República, que hubieren ejercido la Presidencia en el año precedente a la elección».

Para que un miembro del clan Zelaya acceda a la candidatura presidencial de su partido debe haber, previamente, una reforma constitucional. El problema es que actualmente Libre no tiene la mayoría legislativa necesaria para lograrlo, ni el asidero legal que le permita sortear ese obstáculo.

Cabe recordar que, para que la presidenta Xiomara Castro, Manuel Zelaya Rosales o que uno de sus hijos se presente como candidato presidencial en las próximas elecciones de 2025, el partido Libre, actualmente con 50 diputados, requeriría una reforma constitucional a través del apoyo de dos terceras partes del Congreso Nacional, es decir, 86 congresistas.

La otra vía de los Zelaya para acceder a otra candidatura presidencial sería seguir los pasos del expresidente Juan Orlando Hernández, facultado en 2016 por la Corte Suprema de Justicia para presentarse a un segundo periodo.

La duda de quién podría representar a Libre se despejará hasta el 2024, pero mientras tanto la pareja presidencial retoma su ofensiva política urgiendo a sus ministros soluciones a los conflictos del país y a la militancia de Libre radicalizar su apoyo al Gobierno.

¿Un giro a la izquierda?

Consultado José Luis Moncada, exgerente General de la Cámara Hondureña de Aseguradoras (CAHDA) y expresidente de la Comisión Nacional de Bancos y Seguros (CNBS), sobre el rumbo ideológico del Gobierno, no dudó en señalar: «¿un giro a la izquierda? No lo creo. Más bien a un populismo social y a una economía con marcado control estatal».

Moncada expresó a Expediente Público que, «ideológicamente, Libre es una melcocha».

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La «melcocha» es un dulce de consistencia gomosa y enrevesada cuyo nombre se usa en Honduras como expresión o dicho popular cuando se quiere indicar un revoltijo o algo casi incomprensible.

Pero lo que se prepara en la cocina de Libre no es un dulce, sino una estrategia para revertir el desgaste social del Gobierno, llegar a los comicios con una popularidad significativa y fortalecer su capacidad de movilización social, lo que puede anticipar un proceso electoral con alta crispación política e ideológica.

En cada discurso, el expresidente Zelaya demanda a la militancia de Libre un partido y un gobierno más integrado «al pueblo», sin embargo, las declaraciones oficiales y los hechos se contradicen a menudo.

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Nuevo discurso, mismo modelo

Dirigentes campesinos del Aguán, al nor-oriente del país, que reclaman desde hace décadas su derecho a la tierra, afirmaron a Expediente Público que «lo único que ha cambiado respecto a gobiernos anteriores es que los funcionarios amigos nos reciben, pero igualmente nos quedamos esperando resultados».

Por su parte, compañeros de lucha de la dirigente indígena, social y ambientalista asesinada, Berta Cáceres, señalaron a este medio que «cada aniversario de su muerte el Gobierno hace declaraciones solidarias, pero ya pasaron siete años del atentado y sigue vigente la concesión hidroeléctrica por 50 años del río Gualcarque».

En la práctica, a pesar de que el ministro de Recursos Naturales, Lucky Medina se califique como «orgullosamente radical», los hechos no hablan de un giro social en las políticas ambientales.

Al respecto, el geógrafo estadounidense Benjamin Fash, un especialista del extractivismo en Honduras, señaló que la postura ambiental que promociona tener el gobierno de Xiomara Castro, en los hechos no es diferente al de sus predecesores.

«En América Latina hemos visto que los gobiernos de izquierda o derecha tienen el mismo modelo extractivista, esta (Honduras) no es la excepción», dijo.

Honduras

«Incluso en la política exterior no hay coherencia», manifestó una fuente diplomática a Expediente Público. Bajo ese sentido recordó que el gobierno hondureño aún mantiene su embajada en Jerusalén y en Tegucigalpa conserva la embajada de Israel adentro del Centro Cívico Gubernamental, sede del poder Ejecutivo hondureño.

«Que la embajada de Israel se encuentre en las instalaciones del poder Ejecutivo es un caso único, no solo en Honduras, sino que posiblemente en el mundo», dijo la fuente consultada, quien prefirió guardar su anonimato.

Relaciones con China

La última decisión a gran escala de las relaciones exteriores del Gobierno hondureño fue decirle adiós a Taiwán y abrirle las puertas a la República Popular China. Un golpe de timón diplomático que pese a ser esperado, ya que formaba parte de las promesas de Gobierno, se ejecutó abruptamente.

Además de las expectativas de asistencia financiera, de cooperación y de apertura de mercado, el anuncio presidencial sirve al gobierno de Libre para proclamar su soberanía frente a EE UU y de acuerdo a las fuentes consultadas por Expediente Público, deja sobre la mesa una potencial oferta electoral fuerte: la construcción de un ferrocarril interoceánico que le haría competencia al canal de Panamá.

El tema de la construcción de otro canal entre ambos océanos es recurrente en América Central desde que en épocas hispánicas se buscó el paso marítimo a las Indias Orientales.

El último en la fila fue Nicaragua, donde el régimen de los Ortega Murillo promovió la construcción del Gran Canal Interoceánico en ese país, un proyecto que nunca prosperó y fue rechazado por una amplia mayoría de nicaragüenses.

¿Un canal interoceánico?

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Sin embargo, en Honduras el proyecto de un canal interoceánico se ha vendido poco, pero de acuerdo a las fuentes, sus promotores esperan que el proyecto despierte de inmediato sueños de hegemonía regional y sea una carta política del Gobierno de Castro para las próximas elecciones.

La negociación chino-hondureña, sin embargo, empezó años antes de que la presidenta Xiomara Castro asumiera su cargo en enero de 2022.  Se remonta al período (2010-2014) del expresidente nacionalista (de derecha), Porfirio Lobo Sosa, quien estuvo a punto de romper relaciones con Taiwán, pero no se atrevió, o no pudo concretarlo.

Así, desde el Gobierno de Sosa, en Casa Presidencial se encuentran almacenados los ocho tomos del proyecto chino de construir una vía férrea para un tren rápido que, partiendo del puerto hondureño de Castilla, en la costa atlántica, llegue hasta el mar Pacífico, en la región sur.

A las tramas diplomáticas se suma la reciente declaración de Manuel Zelaya Rosales, al afirmar que, «la presidenta Castro nos instruyó acercar a Honduras otra vez con Venezuela, para volver a ser parte del beneficio de Petrocaribe».

El anuncio del expresidente Zelaya lo realizó luego que el gobierno venezolano le proporcionara un avión privado a la comitiva hondureña para participar en la conmemoración de los 10 años del fallecimiento de Hugo Chávez.

Relaciones con Estados Unidos

En plena agitación política y diplomática con Washington, el secretario de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional de Honduras, Enrique Reina, confía en que EE UU mantenga su apoyo a la gestión de la presidenta Castro, en particular a la renegociación de su deuda externa.

Enfatizó que en ningún momento se quiere dañar sus relaciones bilaterales después del anuncio de abrir relaciones con la República Popular China. Oficialmente, EE UU no ha reaccionado.

Mientras tanto, ministros, diputados y activistas de Gobierno celebran «el ejercicio de soberanía de su presidenta».

Entre las voces, el diputado de Libre, Jari Dixon, aporta dos elementos interpretativos concluyentes: primero, la decisión diplomática con China «es política» y, segundo, busca obtener dinero. Dixon se quejó ante los medios nacionales que EE UU no da recursos «para construir una carretera, un puente, una represa… aquí no dan absolutamente nada y Honduras necesita salir adelante».

Las relaciones de los Zelaya con EE UU han sido históricamente complejas. Cabe recordar que, en su momento, los cables de WikiLeaks dejaron entrever en 2010 la apreciación que tenía la embajada norteamericana hacia el expresidente Manuel Zelaya Rosales.

Las revelaciones indicaron que, en una comunicación a lo interno de la diplomacia de su país, el exembajador estadounidense entre 2005 y 2008 en Honduras, Charles Ford, señaló que, «las opiniones de Zelaya cambian de un día para otro, e incluso de una hora para otra, dependiendo de su humor o de a quién ha visto de último».

Refugiada en embajada gringa

Ejemplo del comportamiento errático de Zelaya, señaló Ford, era su relación con EE UU, al comentar que, «a pesar de su retórica violenta, que le llevaba a calificar la política migratoria estadounidense de “fascista”, se mostraba más que dispuesto a reunirse con el presidente George Bush “en el momento”».

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Bajo esa línea, se recuerda el hecho que, tras el golpe de Estado de 2009, Xiomara Castro se refugió durante una semana en la residencia de Hugo Llorens, el entonces embajador de EE UU en Honduras; paradójicamente, en las calles los manifestantes recriminaban el supuesto papel de ese país norteamericano en la ruptura del orden constitucional.

Dicho por las comunicaciones reveladas por WikiLeaks, la embajada estadounidense coincidía con quienes opinan que la ideología de los Zelaya se puede calificar como una «melcocha».

Pero más inquietante resultó otro cable escrito por el exembajador Ford, cuando mencionó que:

«También existe un Zelaya siniestro, rodeado por unos pocos asesores vinculados tanto a Venezuela y Cuba, como al crimen organizado. Esto lo convierte en alguien muy poco confiable. Soy incapaz de poner a Zelaya al corriente de actuaciones delicadas en materia de seguridad y lucha antinarcóticos por el temor a poner en peligro la vida de funcionarios estadounidenses».

Catorce años después, ¿qué tan diferente será la apreciación de la embajada estadounidense hacia los Zelaya Castro?